Dos horas y cuarenta minutos después se arrastraba inerte al sexto utrero de José Cruz partiendo la masa espesa en la que se había convertido la tarde las robustas 'mulillas'. Toda Vista Alegre se hundió bajo el peso de la mansedumbre. Ninguno de los novillos sirvió. Los que mostraron cierta movilidad se rajaron. El resto se paró. Cualquier atisbo de obligación los devolvía a las querencias como restos de un naufragio.
Los tres novilleros dejaron momentos interesantes. Demasiado intermitentes. Abría el cartel Alejandro Marcos. Se le vio algo más asentado que en otras ocasiones. Esa tranquilidad la imprimió en las tafalleras. Remató el quite con una templadísima larga colgada del hombro. Avanzó galleando por chicuelinas hasta la jurisdicción del caballo. Había cierta esperanza. El inicio de faena las mantuvo. Al novillo le costaba ir. Alguna embestida suave.
Una ventolera fastidió la primera tanda: el de José Cruz tocó la muleta y comenzó a diluirse. Marcos tiró de lo que iba quedando de él y se cruzó al pitón contrario con la izquierda. El altón novillo empequeñeció. La estocada fue una errata enterrada en el sótano.
El cuarto no se desplazó. Punteaba los chismes. Tomó la muleta a la defensiva. Aquello no era para él. Ni si quiera humilló un ápice. Alejandro Marcos lo intentó de todas las formas. Aguantó algún embroque incierto. Se relajó en la última serie de derechazos vencido el novillo en el tercio, por rescatar algo. Esta vez la espada voló recta.
A Pablo Aguado se le acumularon las ganas con el desfondado segundo, un marmolillo derrumbado de fuerzas. Todo lo sacó en el saludo al quinto. Se plantó en los medios de rodillas en una lejanísima portagayola. Salió el utrero y se dio dos vueltas al ruedo haciendo caso omiso a la marejada de capote que lo esperaba. En el tercio por fin se libraron cuatro faroles y algunas chicuelinas. No le gustó el primer puyazo y se puso raro para ir de nuevo al peto.
Mientras, el volatín lo desarmó.
Aguado se lo sacó a los medios con la muleta. Pescó un muletazo bueno rodilla en tierra. Por la derecha no se rompió el novillo, que no terminaba de irse. Luego le costaba volver. Alguna tanda con más ligazón. Tiene buenas intenciones Aguado. El aire sevillano de que el toreo es algo más que pasar, ir y venir. Quizá algo despegado. El gusto es irreprochable. Al natural citó muy bien. Tragó ese tranco indeciso. Cuando obligó se fue definitivamente el novillo. Volvió pero su espíritu esperaba ya en el desolladero. Dos ayudados por alto tuvieron prestancia en el cierre. Del encuentro morral salió Pablo Aguado con la taleguilla abierta. Había esperado lo justo para convertir el trance en encuentro y la dentellada alcanzó la tela. Tardó en echarse. Escuchó un aviso descabellando.
Luis David Adame estuvo a punto de cuajar su primera actuación. Se le vio muy fácil. Tiró del novillo hasta que se rajó. Inteligente, le tapó la salida después con la mano derecha. La siguiente tanda fue la más rotunda. La arruina se convirtió en pase de las flores y cerró un buen pase de pecho. Sin tiempo para disfrutarlo ni venderlo ya estaba loco por dar un circular. El paseito para coger aire y dejar a la gente que repose lo último que ha visto se está perdiendo. Se cortó con la espada en la mano izquierda sosteniendo las bernadinas. Pinchó.
Salió de la enfermería con varios puntos en tres dedos y un vendaje romo, blanco y grueso cubriendo la zona dañada. En esa misma mano otra espada le cortó hace unas semanas. Con las verónicas se ganaron terreno el uno al otro: ganaba el mismo terreno el mexicano recogiendo la embestida espantada que embarcándola.
En los medios se quedaron. Allí tiró unas lopecinas el novillero. Hubo conato de emoción.
Todo se deshizo con la muleta. Adame no quiso molestar al sexto. El desprecio engarzado a los estatuarios remontaron algo. La muleta a su altura. No había poder. Sin obligación rezumaba el utrero pereza. Pura abulia. Un segundo muletazo por abajo le abrió las puertas y allá que se fue a conocer mundo. Correteaba a la huida. Adame se apretó. No hubo mucha conjunción en el final. Lo que cuenta es la intención. Más naturales, circulares y otra tanda encimista. La segunda de feria estaba ya en coma. Adame se eternizó en la mísera condición de su oponente: entre la entrega y la pesadez la frontera es muy fina. No tuvo suerte con la espada, esperaba el novillo con la cara arriba, ni con el descabello romo. El aviso culminó el hastío.
JOSÉ CRUZ/ Alejandro Marcos, Pablo Aguado, Luis David Adame
Plaza de toros de Vista Alegre. Domingo, 21 de agosto de 2016. Segunda de feria. Utreros de José Cruz, 1º descastado, desfondado el 2º, tuvo codicia el rajadito 3º, un 4º desentendido y sin humillar, se movió el 5º hasta que se rajó, a la defensiva el manso 6º.
Alejandro Marcos, de verde lima y oro. Espadazo muy bajo (ovación). En el cuarto, estocada casi entera (saludos).
Pablo Aguado, de rioja y oro. Estocada tendida. Un descabello (silencio). En el quinto, gran estocada. Varios descabellos. Aviso (ovación).
Luis David Adame, de grana y oro. Dos pinchazos sin soltar y estocada algo trasera (saludos). En el sexto, dos pinchazos y pinchazo hondo. Varios descabellos. Aviso (silencio).