Hace unas semanas el periódico Diario de Navarra publicó el borrador de un nuevo reglamento taurino para Navarra. El Gobierno autonómico, como se observa en el documento filtrado que lleva el membrete de la administración, estaba trabajando en la redacción de una norma que desregulariza la tauromaquia, con la idea de trasvasar al sector taurino la responsabilidad de cumplir, modificar o eliminar las reglas que dan estructura a una corrida de toros, acotadas ahora por el legislador y la costumbre.
El esbozo normativo, que ha sido una sorpresa para la industria, deja en manos del empresario la posibilidad de organizar la corrida cómo se le ocurra y difumina la figura del presidente. Pisa por primera vez el terreno de la liberalización de la tauromaquia. A ese borrador, según los expertos consultados, no se le puede dar carácter oficial pero su descubrimiento ha puesto todas las miradas en Navarra, como si hubiera alumbrado una zona en obras, algún secreto.
“La gente con la que he hablado del Gobierno navarro está decidida. El anteproyecto de ley será muy parecido al que está circulando”, explica a EL ESPAÑOL Íñigo Fraile, abogado de la Unión de Toreros, uno de los estamentos que ha reaccionado al documento. “La voluntad política es la que es. Sería una sorpresa que difiera mucho de eso”. En el escrito enviado por ellos, al que ha tenido acceso este diario, se exige a la administración foral “unos mínimos de regulación para proteger la corrida de toros moderna, sus ritos y no dejarlos al arbitrio del empresario”. En ese documento se puede leer la posibilidad de creación de un órgano (“consejo superior, federación o similar”) de “composición mixta: pública y privada” que se encargue de velar por el cumplimiento de esas normas. “Es uno de los objetivos de Pentauro”, el programa de protección y fomento de la tauromaquia elaborado hace unos años.
El hecho de implantar un ente superior que aglutine a todos los estamentos taurinos para organizar el toreo está en el ambiente. Voces importantes dentro del sector, que prefieren mantener el anonimato, hablan de que ese es “el camino trazado a medio-largo plazo”. “El borrador de Navarra abre una posibilidad enmarcada a tres años vista o más, la de crear un ente para la autorregulación, como ocurre con el fútbol. Es como debería ser, la administración no debe poner sus manos en la organización de una actividad cultural”.
“Lo suyo sería una federación, algo parecido a la FIFA”, dicen desde otro lado. Casi nadie quiere levantar demasiado la voz ni aparecer públicamente hablando de este asunto. La restructuración, la mitificada unión definitiva es lo que se plantea. Lo ocurrido en Navarra abre el debate sobre si es el momento de que la tauromaquia asuma esas competencias, una demanda histórica del sector que nunca acaba de plantearse. Un globo sonda.
Miguel Ángel Marzabal, responsable de la sección de Juego y Espectáculos Públicos del gobierno foral, adscrita al departamento de Presidencia, lo niega. “No se trata de hacer ningún experimento. Llevamos años esperando a que esto se modifique. El Ministerio de Cultura tiene todavía que sacar adelante Pentauro. Se ha paralizado tanto, tanto… En realidad es sólo por su cumplimiento”.
La Casa de Misericordia, la institución de tres siglos que ayuda a los mayores en Pamplona, encargada de la organización de las corridas, cree que “una cosa es liberalizar y otra desregularizar”, explica Mariano Pascal. “No hay que darle importancia al borrador porque oficialmente no existe”.
En Anoet, la patronal de empresarios taurinos, aún no han abierto “el debate sobre el documento de trabajo, que no es exactamente un borrador, porque no nos hemos reunido en junta directiva”. Mar Gutiérrez, su secretaria técnica, considera que “muchos de los problemas del sector vienen por la intervención. De todas formas tiene que haber un proceso de transición, para preparar la autorregulación, no de esta manera”. “Tiene que ir poco a poco”, insiste. “Es verdad que la legislación europea establece normas para dar más libertad al empresario pero de ahí a debilitar la liturgia taurina hay un paso”. “Personalmente no veo mal la liberalización ni darle más protagonismo al empresario, que ahora durante los festejos es un convidado de piedra”.
Desde la Comunidad de Navarra lo tienen claro. “Vigilar la liturgia no es propio de la administración, debería llevarlo a cabo una federación taurina”. Vuelve a aparecer la palabra federación. “Que se organice el sector para mantener esas normas, y si quieren sanciones para obligar a su cumplimiento deben ser ellos quienes las impongan, no la administración”. Es decir, no se trata de dejar al toreo sin normas, sino que esas normas las redacte y las haga cumplir el sector.
“Se tienen que unir ganaderos, matadores, banderilleros y Anoet para redactar un reglamento único”, dicen desde Madrid. ¿Ha habido algún acercamiento entre los estamentos en busca de la creación de un ente que supla las carencias de un marco reglamentario mínimo? “No, de la manera en la que se ha planteado en Navarra, todavía no. Insisto, es el camino, pero tiene que haber un proceso intermedio”, apunta la secretaria técnica de la asociación de empresarios.
“Hasta que eso se consiga”, interviene Fraile, “nosotros proponemos crear mesas de trabajo, establecer un régimen transitorio en el que permanezca vigente parte del actual decreto foral y si realmente hay un afán liberalizador, que es loable, adoptar en Navarra, por ahora, el Reglamento de Espectáculos Taurinos utilizado en aquellas regiones que no poseen uno propio”. “Agradecemos el talante liberalizador, pero no podemos dejarlo todo al arbitrio de un empresario”, insisten desde la Unión de Toreros.
Desde la Unión de Criadores no se han querido pronunciar sobre la liberalización del sector. “Hemos pedido que nos tengan en cuenta para la elaboración definitiva, se tiene que consensuar con todos los estamentos y la afición, claro”, dice al otro lado del teléfono Juan Villalón, director técnico del libro genealógico.
Marzabal cree que hay que “dar al público el espectáculo que quiere, que ellos elijan lo que quieren ver”. “A nadie se le ocurre restringir la libertad de expresión artística”, continua el funcionario, “no debe estar restringido”.
Una contradicción salvaje apareció
Aún así, dentro del “documento de trabajo” filtrado, consultado por EL ESPAÑOL, en las bases de regulación mínima de la lidia en las que el sector taurino se apoyaría para establecer sus propias reglas, algunos artículos contradicen, o al menos no encajan del todo, con estas declaraciones del funcionario. Dentro del Título II, dedicado a los espectáculos taurinos con lidia, hay un capítulo, el cuarto, que regula las “restricciones y limitaciones al desarrollo”, que ya con el título valdría para dejarlo aquí.
El artículo 27.2, habla de que la faena, “entendida por el tiempo transcurrido desde la salida de la res hasta su devolución a los corrales, una vez muerta”, tendrá una duración máxima “de 20 minutos”, invirtiendo, además, conceptos de 1º de aficionado: una cosa es la lidia y otra la faena. Si se va a llamar faena a todo, se desvirtúa el motivo por el cual el toro va a la plaza. No es sólo embestir a la muleta y morir, es juzgarlo, admirarlo y esperarlo, observar sus movimientos, paladear su animalidad. Convertir eso en una carrera contra el reloj resulta extraño. El ruedo no es un matadero express.
El 31 desarrolla “medidas complementarias” en la fase de muerte. “Transcurridos cinco minutos desde que el espada haya entrado a matar sin que la res haya muerto, será devuelta a corrales o apuntillada. […] la empresa elegirá a otro espada de entre los actuantes para dar muerte a la res”.
El artículo 28, “limitaciones en la fase de vara”, el punto c) aclara que “las reses no recibirán más de tres puyazos”.
Malestar en Pamplona
“Se han saltado un paso”, dicen desde Pamplona. “Había previstas unas consultas previas a la redacción y se podían presentar unas alegaciones a los objetivos de la norma”. El plazo finalizó el miércoles 22 de marzo. Esos objetivos se pueden consultar en el Gobierno abierto de la comunidad y son tres. “Minimizar el riesgo en los espectáculos populares”, la “sanidad y el bienestar animal” y los “derechos de los asistentes”. A partir de ahí, con las alegaciones encima de la mesa se comenzaría a escribir el anteproyecto, un auténtico borrador. La filtración deja en evidencia el trabajo soterrado sin tener en cuenta la participación ciudadana, tal y como prevé la ley del procedimiento administrativo común.
“Las primeras reuniones para revisar el actual reglamento comenzaron hace cuatro o cinco años. El objetivo era actualizar lo relacionado con la seguridad. Se paró”, comenta Miguel Reta, aficionado, pastor en los encierros y ganadero. “Nuestra sorpresa al ver el borrador es que el planteamiento es totalmente diferente al de entonces. Quieren que el sector se busque la vida. Alucinamos”, señala.
“Ese borrador”, reconoce Marzabal volviendo al grial, “es un documento de trabajo sobre el que vamos a aplicar todas las ideas de los que tengan algo que aportar”.
“Sentó fatal que se filtrara, están bastante cabreados”, dice el pastor de la calle Estafeta. “¡Y menos mal!”, exclama. “No nos fiamos, ese es el tema. Tiene sentido ir hacia el sistema francés, con los aficionados decidiéndolo todo en comisiones, pero es que nos llevan 15 años de ventaja. Es la punta del iceberg y nos echan a los pies de los empresarios”, se explaya.
La supervisión de la lidia quedaría en manos del Delegado de la autoridad, que es como el actual Presidente, pero sin pañuelos ni palco. “No se elimina a esa figura”, aclara Marzabal. José Ignacio Ganuza, presidente y asesor en la plaza de toros de Pamplona, está cabreado. “¿A qué viene todo esto?”. “Creo que hay segundas intenciones, que quienes lo han redactado no son aficionados”. Igualmente se elimina la obligación de que cada matador actúe con una cuadrilla de subalternos propia. “Como profesionales queremos saber en qué marco vamos a intervenir, cómo vamos a poder desarrollar nuestra profesión”, se queja Fernando Galindo, secretario general de la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros. “Parece precipitado. Las cosas tienen que tener coherencia, no se puede dejar en manos del empresario. Rompe con la tradición y los convenios: afecta al espectáculo y eso repercute directamente con el espectador”.
El documento de la Administración también recoge cambios en los festejos populares. Pamplona, y el resto de Navarra, es un baluarte del toro en la calle, con la semana de San Fermín como tren de alta velocidad dentro de un mapa de celebraciones, vacas, pueblos y ciudades rendidos al culto del bravo. Según la última encuesta de hábitos y prácticas culturales, realizada durante el período 2014-2015, la comunidad foral encabeza la lista de porcentaje de población que acude a algún espectáculo o festejo taurino con un 34,6% del total. Le sigue Castilla y León (23,3%) y Aragón (23,2%).
“Las asociaciones de ganaderos están en contra de las modificaciones en el apartado de festejos populares. Se ha creado la figura del director técnico, que es alguien que tiene que pagar el ayuntamiento. Encarece el precio en pueblos donde el dinero es escaso. Además del seguro de responsabilidad civil de 300.000 euros. Equipara una suelta de vacas con los encierros en cuanto a medidas de seguridad. Es imposible”, habla Fernando Ganuza, ganadero que cría toros para este tipo de actividades. “En verano llegamos a los 40 festejos”. “Si al ayuntamiento le cuesta más, hará menos y supongo que ciertas localidades dejarán de darlos”.
“Todo lo contrario”, aclara Marzabal. “Es un plan de seguridad para los ayuntamientos, no de autoprotección. Queremos simplificar los procedimientos, hacerlo más flexible y fácil. El director técnico es alguien que nombra el ayuntamiento, no tiene que contratar a nadie”. Respecto al seguro de responsabilidad civil “la cantidad no aumentado exageradamente, el precio no es el principal problema”, aclara Sergio Sánchez, matador de toros pamplonica y profesional de seguros.
La trama de izquierdas liberalizadora
En Pamplona algunos aficionados ven en esta intención una estrategia del gobierno de Geroa Bai, Eh Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra para “acabar con los toros”. “Si los liberalizamos los hundimos”, se escucha en algunas conversaciones. “O son muy cortos o demasiado largos, cínicos”. Los corrillos echan humo. César Galarraga, otro aficionado de la ciudad, duda. “No sé si la izquierda que nos gobierna aquí es muy tonta o muy lista. Es un torpedo en la línea de flotación de la fiesta”, asevera. “Hacen que todo sea más complicado. Se van a cargar los festejos populares. No sé hasta dónde llegarán”, se indigna.
Más sosegado, Miguel Reta señala que posiblemente el acicate para redactar una norma así “no sale de aquí, es la impresión que me da”, mira al Ministerio de Cultura. “En Pentauro, por ejemplo, se plantea esta liberalización, puede que sirva para que el resto de comunidades se fijen en este proyecto y vayan sacando nuevos reglamentos, evolucionando poco a poco. En Andalucía se prepara también otro”, interviene Mar Gutierrez. Desde el sector esperan la llamada de Fernando Benzo, el nuevo secretario de Estado de Cultura. “En esa reunión se aclararán muchas cosas”.
Miguel Ángel Marzabal espanta cualquier trama política en este sentido. “Cada uno tendrá sus ideas al respecto. A los funcionarios nadie nos está influyendo políticamente. Dudo mucho que los rectores o consejeros saquen un proyecto sólo por incordiar, es un trabajo duro para ellos. No es lógico. La intención es disociar la parte taurina artística del resto y que se regule diferente de la formal, donde hay que responder con sanciones”. El reglamento definitivo no estará aprobado, como mínimo, hasta 2018. Desde Madrid, las mismas fuentes que antes tampoco quisieron dar su nombre, consideran que la idea de la trama para acabar con el toreo con un reglamento “es asumir que la tauromaquia es incapaz de hacer nada por su cuenta, de que hay que seguir yendo de la mano de la administración y eso es terrible”.
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