Salenc despliega su oficio con la áspera novillada de Los Chospes
El francés se sobrepuso a un lote difícil y mató tres novillos, uno por el herido Pacheco, que como él, debutaba. También resulto herido Mario Palacios, que cortó una oreja.
23 abril, 2017 21:58Noticias relacionadas
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A Plaza 1 se le acumulan los eventos deportivos que coinciden con sus festejos. Madrid estaba dividida por la tarde entre los que descansaban de la maratón y los que preparaban el partido. Digamos el clásico para que indexe. Casi nadie pensaba en la novillada de Las Ventas. La entrada respecto a los domingos anteriores adelgazó y el recuerdo voló a los días de Taurodelta en los que todo era más fácil, como más mediocre, menos presuntuoso también. Por eso no había la misma exigencia. La Feria de la Comunidad coincide con las semifinales de Champions y desde la organización ya han pedido el cambio de hora a la administración. ¿La revolución? Sí, pero esquivando el fútbol, claro.
Luego está la realidad con sus sugerencias. Una hora antes de que rodara el balón se había vertido sangre humana sobre el ruedo de Las Ventas. Caídos Palacios y Pacheco, sólo quedaba a salvo Adrien Salenc. Faltaba muy poco para que en el Bernabéu 22 hombres empezaran a exagerar todo contacto físico mientras que en la enfermería operaban a dos chavales con la pierna atravesada. Quiero decir, el hecho diferencial es muy evidente para intentar hacer algo más que mover el reloj. Ni se me ocurriría comentarlo el año pasado.
La novillada de Los Chospes, excepto el primero, fue áspera y afilada. Aquel Inductor tuvo cierta clase sin humillar del todo, desplazándose más por el pitón izquierdo. Obediente y con fijeza. Mario Palacios estuvo frío. Puesto el piloto automático de la faena soñada en Madrid, iniciada con estatuarios, en el nudo naturales a pies juntos, algún kikirikí y el final tan entrenado. Sin embargo no transcendió nada. Al menos queda la intención de lo clásico.
Luego, con el cuarto estuvo más entonado. Directo y eficaz. La gente iba entrando, los oles subían desde el callejón a la piedra, y llegó la cornada. El suceso ablandó a los asistentes y un torniquete, por donde se escapaba un hilo de sangre que inundaba la media, tan roja y cruda, le permitió avanzar hasta la estocada que terminó de cerrar el trofeo. Qué merito. Detrás del boquete se extendía una herida de 20 centímetros. La oreja la paseó como si ya estuviera operado, con la felicidad de las dos medallas, dos accidentes. Quién le va a asegurar otro momentazo así.
Miguel Ángel Pacheco se presentaba en Las Ventas. Llevaba la ele puesta en la espalda y encima el segundo tuvo genio y chispa. Playerón, con hechuras de adolescente, tuvo ese comportamiento informal y explosivo de la juventud. ¡Un novillo en Madrid! Algunos lo celebramos por dentro. Se revolvía, la codicia era genio.
Aquel encuentro de inexperencias fascinó a los chinos. Lo siguieron todo con entusiasmo de Humor amarillo. "Oh", "ah", gritaban al unísono. Y una batería de móviles delante. Qué verde Pacheco, que hizo lo que pudo. Nadie puede echarle en cara venir sin estar preparado a Madrid tal y como está organizado el sector. Libró la cornada en dos volteretas que lo zarandearon. No tuvo tanta suerte después, cuando al cambiar a la mano derecha, sucedió. Él no pudo continuar. La mueca de dolor lo contraía mientras era llevado en volandas a la enfermería con toda la taleguilla salpicada de su propia sangre.
Había dos o tres galaxias de diferencia entre los debutantes. Adrien Salenc, el rubio de Nimes, también hacía por primera vez el paseíllo en Madrid. El tercero era extraño. Un utrero con hechuras de hiena. Desproporcionado. Casi se le intuía la carcajada. Jardinero. Se le erizaban unos rizos de sabana desde el espinazo hundido. Huyó de los capotes, de los caballos y hasta de sí mismo, tan mansurrón. Lo achicharraron a capotazos y entró tres veces al peto a topetazos. Salenc brindó al cielo.
El crespón negro encajaba. El inicio fue corrido, a toro lanzado. Salenc hacía de disparadero con una rodilla en tierra. Puestos ya el uno frente al otro resultó montaraz el novillo, pegajoso. Embestía a tornillazos, tirando derrotes. Malísimo. Salenc fue sorteándolo con más o menos eficacia hasta que logró una última tanda limpia, imponiéndose. Bajó por fin el bichejo, pesándole la derrota de la muleta y el espejo.
Estuvo habilidoso el francés para salirse al tercio lidiando al último. Había matado antes al quinto con la misma facilidad que a su lote. En un momento estaba encaramado al lomo detrás del acero. Igual la rapidez de piernas, el movimiento de los brazos. Qué oficio. Estaba orientado el chospe. Los doblones no lo recogieron. Y comenzó la batalla. Salenc encontraba luz con los recursos al final de cada tanda. El novillo se le quedaba encima, observaba la taleguilla en el embroque y venía por dentro. Él lanzaba la pierna adelante. Se le intuyen las hechuras de matador en el frente. Le buscaba el rabo cada vez que se lo veía encima. El novillo no se dio por vencido ni con la espada metida, partiendo tres capotes hasta que lo derribó el descabello.
PD: Fue enternecedor ver a un pobre diablo saltar al callejón desde el tendido lanzado por lo que ya se conoce en Madrid como la borrachera del año. También saltaron las alarmas. Nuestro yihadismo. No era antitaurino: sólo quería ir al baño. Entró a la enfermería con ese temple de discoteca y la flojera en las piernas, sostenido por la gravedad, escorado y con gafas de sol, pero en vez de ir acompañado por amigos comprensivos lo rodeaban tres o cuatro policías. Es el primer hooligan que ha visto la tauromaquia. El primer acto vándalico. Qué bonito.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Domingo, 23 de abril de 2017. 6884 espectadores. Utreros de Los Chospes, 1º obediente de mejor pitón izquierdo, geniudo e informal 2º, malo el 3º, 4º con fondo, 5º se lo pensaba y un 6º orientado.
Mario Palacios, de tabaco y oro. Espadazo casi entero, tendido y algo atravesado (división de opiniones en el saludo). En el cuarto, estocada entera (oreja).
Miguel Ángel Pacheco, de corinto y oro. Pinchazo hondo, pinchazo trasero y sartenazo en el número. Varios descabellos. Aviso (silencio). No pudo matar al quinto.
Adrien Salenc, de azul y oro. Buena estocada (silencio). En el quinto del herido Pacheco, estocada con habilidad (silencio). En el sexto, estocada caída. Un descabello. Aviso (saludos).
PARTE MÉDICO MARIO PALACIOS: Herida por asta de toro en tercio medio de la caa interna del muslo izquierdo con una trayectoria hacia dentro de 20 centímetros que contornea el fémur y produce destrozos en vasto interno.
PARTE MÉDICO MIGUEL ÁNGEL PACHECO: Herida por asta de toro en tercio medio de la cara interna del muslo derecho, con una trayectoria hacia arriba de 25 centímetros que produce destrozos en músculo vasto interno y contusiona paquete vasculoso nervioso.