La estela de Barbadura se mantiene a través del tiempo, como si el verano estuviera hecho para toros tan serios, de expresión oscura, herrados en Cádiz. El lomo castaño era la única luz sobre las brumas grises del ruedo, apagados los asientos azules a cubierto del cielo mate de Bilbao. “Fue una tarde…”, resopla José Garrido un año después. “Costó digerir el comienzo”. Los afilados silbidos atravesaron el bloque del paseíllo. El levantamiento por la no sustitución de Javier Jiménez. “Cambié las tornas. Fue complicado, pero al final me dio mucho en lo personal y lo profesional, lo pude afrontar por derecho, estar a la altura, que era lo que se requería”, señala el extremeño, consagrado aquel día en Bilbao, a hombros en la siguiente tarde.
López Simón lloraba en el callejón. No salió de la enfermería. “La responsabilidad crecía. Había que dar un paso más”, recuerda Garrido, solo a mitad de festejo. Y salió el torazo de Torrestrella. “Fue exigente pero con fondo de bravura. Tuvo la entrega necesaria para torearlo a placer. Llegó mucho a los tendidos. La faena fue un compendio de muchas cosas”.
-¿Crees que lo mejor de ti sale con el toro exigente?
-No, yo creo que no. Cuando uno se puede expresar y liberar toreando es con el que te deja sentirte. Los toros que más me han dado son los que han tenido más facilidades.
Este año vuelve a Vista Alegre en el mejor cartel, junto a Juli y Talavante, con toros de Garcigrande. “Lo afronto como una recompensa. Tengo el derecho de estar ahí. Ojalá sea para recordar”. Desde la mañana en solitario con seis novillos, Garrido es torero de Bilbao. Un tesoro. “Es un compromiso. Con el paso de los años vas adquiriendo responsabilidades. Tampoco hay mucho tiempo para aprender. Todo es pronto y en la mano”.
La temporada comenzó con la oreja de Sevilla. “Ha habido cosas también importantes como el indulto de Nimes o el paso por Madrid, que de no ser por la espada habría cambiado mucho”. En realidad, en Las Ventas, hubo dos registros. “El mano a mano con Curro Díaz dejó una sensación agria. No hubo posibilidades de triunfo. Dar la vuelta a eso en San Isidro fue muy importante”.
Garrido desbroza el sistema con paciencia. Siempre existe algo que remontar. ¿Está pendiente la revolución? “Eso parece. Cuesta mucho entrar en algunos carteles porque las ferias están más reducidas. Hay toreros que las hacen, a ver, que no se me entienda mal: que son necesarios para hacerlas. Es difícil entrar en los carteles que se repiten porque son más seguros. Poniendo todo de nuestra parte lo conseguiremos”, dice al teléfono antes de vestirse para torear con El Juli en Guijuelo. “Hace algunos años era impensable un cartel así. Se va haciendo a cuenta gotas. Si nos ponen con las figuras la gente nos conoce y se llenan después las plazas”, observa.
A punto de cumplir 24 años, en la baraja de matadores nuevos es el más serio, redondeado su concepto, con la actitud de pisar otro territorio. “Sería atractivo para los aficionados torear más carteles juntos. Tener competencia entre nosotros”, confiesa, como mirándolos de reojo. “Habría rivalidad”. En Sevilla los apartaron, lanzados al cajón del primer día. “Bueno", en el deje va toda la intención, "eramos tres jóvenes, un cartel bonito para estar en la feria”, explica resignado. “A mí se me dio bien. Si no, ahora lo miraría con otros ojos”.
Desde Baleares a la opinión del PSOE, la tauromaquia es ya una diana. “Al toreo no le queda poco. Lo que hace falta es llenar las plazas sacando la tauromaquia a la calle, explicándosela a la gente. Ir a los toros vale un dinero y si la gente no sabe lo que es, lógicamente, no va a ir. Con trabajo e ilusión se puede hacer”. ¿Crees en la Fundación? “Todo lo que sea positivo está bien, siempre que se haga con respeto”.
Ahora, también, Morante ha dicho adiós. El volantazo del último genio hipoteca el presente. “Nos vamos a dar cuenta de lo que supone cuando falte, que es ya. Es un torero genial. Tiene capacidad y sello propio. Le hablaremos a nuestros nietos de que le hemos visto torear”.
Justo salía de la ducha y descuelga el móvil apresurado. Un traje de luces esperará en alguna silla de la habitación de algún hotel. El mozo de espadas mira el reloj. La hora. Todos los tópicos del momento, los rituales por los que el toreo va encauzado desde el primer alamar, el primer becerro, el Cossío mismo. El big bang de lostoros lo provocó una acumulación de formalidades. Los toreros de la próxima década ya están aquí, si los dejan. ¿Qué te parece la vuelta de Ortega Cano? “Qué te voy a decir. Sus motivos para volver son bonitos. Pero es un gesto para él. Se tienen que dar cuenta de que su tiempo ya pasó, que esos huecos deben ser para toreros jóvenes. Y es un toro bravo. Un porrazo con esa edad es distinto”.