Miguel Ángel Perera: “No entiendo cómo en Cataluña se odia tanto a España”
“Parte del sector teme a la Fundación” / “A los políticos catalanes les importa un pepino el sufrimiento del toro” / “José Tomás hace lo que le sale de los cojones: chapó por él” / “Hay que recuperar la vinculación entre referentes de la sociedad y la tauromaquia”.
17 diciembre, 2017 03:24Noticias relacionadas
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Miguel Ángel Perera es el triunfador inesperado de la temporada. En abril nadie contaba con él. Es un caso extraño en el toreo moderno: prefiere gestionar su carrera manteniendo en la ecuación los fracasos, elemento que han eliminado de las suyas el resto de figuras del toreo, felices sobre el colchón de los apoderados-empresarios-ganaderos en la gran fiesta pijama del toreo. Todos los años necesita un palé de orejas que tirar a la mesa de las empresas, que han urbanizado el sistema, haciéndolo pegajoso. Por esas arenas movedizas anda sin hundirse, tan alto, con un concepto bajo el brazo, evitando el canibalismo que devora al freelance y el alzheimer de los comisionistas.
"Yo me siento aquí", señala el matador a la silla más cercana a la puerta, que queda abierta. No deja espacio para contradecirle. En la sala hace calor. El laberinto de cristaleras, pasillos estrechos, techos bajos y colores marrones del Hotel Casas de la Judería de Sevilla cambia de temperatura según la estancia. Hay pasillos congelados y salas invernadero. En el patio central una modelo asiática posa rodeada de asiáticos. Las herramientas de los fotógrafos se reparten por el lugar, dándole forma de plató. Hay mesas altas y bajas, flores, jarrones, cuadros. El grupo habla manteniendo el silencio. De un ascensor aparece desorientado Fernando Savater. Lleva la estela de las ideas. Farfulla algo mientras trata de esquivar a unos turistas franceses que bloquean el paso. En medio está un trabajador así mediano, enfibrado, que sonríe al vacío. Actúa como un robot. Pulsa el botón, sujeta la puerta. El autómata se aparta. El filósofo se retuerce como en una madriguera.
El miércoles posó en el Ateneo junto a otras diez personalidades convocadas por Perera. "Había que actualizar aquella foto", dijeron. Cenaron en Pino Montano. En el ambiente flota una leve resaca, la madrugada tenue, un olor a ducha ajena. Perera desayuna solo en la planta más baja. El homenaje a la generación del 27 levantó expectación. Un torero que sale de la finca en invierno para juntarse con escritores, actores, deportistas, poetas, qué cosa. Se le ve relajado, tranquilo. La confianza de haber salvado otra temporada matchball. Marca las distancias, mantiene una cercanía con frontera, hay naturalidad en las respuestas, un pronto chispeante. La Puerta Grande de Madrid fue la orilla de su remontada. Comeback Perera.
¿Cómo surgió el homenaje a la generación del 27? ¿Por qué decide hacerlo?
Lo decidimos hace un año, aproximadamente. Este año se cumplía el 90 aniversario y vimos que era un buen momento para rendirle homenaje, que sirviera como reivindicación de la unión que siempre ha tenido la tauromaquia con otros mundos culturales. De un tiempo a esta parte se ha perdido. Era el momento perfecto para hacerlo.
¿Fue difícil convocar a los invitados?
Evidentemente todo esto no hubiera sido posible sin el equipo de trabajo encabezado por Manuel Jesús [su jefe de prensa]. La primera reunión que tuvimos fue con Plácido Domingo en Madrid. Fue un gustazo compartir ese rato con él de charla y anécdotas. No puso ningún impedimento. Plácido fue la pieza clave para echar a andar este proyecto. Una persona clave de su nivel y categoría abre muchas puertas. Han sido muchas las personas que se han llamado y muchas que no han podido estar. Estoy feliz y agradecido por los que hicieron el esfuerzo de estar conmigo.
Durante este año de preparación del acto, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención de la generación del 27?
La forma en la que convivían y se alimentaban de los toreros. Esa foto es histórica. La influencia del toreo en las obras que han dejado. Ahora se ha perdido. Todos tenemos amigos que son artistas en distintos ámbitos o personas relevantes de la sociedad actual y lo vemos más tapados, no quieren significarse: tienen complejo, temor. Algunos de los que acudieron al homenaje no eran aficionados. Eso es importante.
La influencia que los toros han provocado en algunos poetas del 27 demuestra que la tauromaquia es mucho más.
Ahora ya parece que eso tampoco sirve. Se defiende la tauromaquia con el impacto socieconómico. Hay mucho más. Que intelectuales reconocidos, personas de esa categoría, tengan obras inspiradas en la tauromaquia... Muy mala no debería ser, ¿no?
El PSOE siempre se pone de perfil al hablar de toros. Sin embargo, el discurso de Carmen Calvo fue genial. ¿Qué hace falta para que se escuche en el ámbito público?
Para mí también lo fue. Hablar así y sin papeles... Me encantó. Ella lo defiende mucho. El toreo no tiene colores, es del pueblo, pero también es cierto que a la hora de la verdad los que se mojan son siempre los mismos. Escuchar ayer [el miércoles] a Carmen Calvo, miembro de un partido en el que hay un parte importante a la contra, es un gusto. Conozco políticos socialistas de otras comunidades que son aficionados. No hace falta ir por la calle pegando voces, con banderas, diciendo "soy taurino", pero se les echa de menos cuando ocurren cosas que atentan contra la legalidad. Me gustaría que dieran la cara y no lo hacen. Como impulsor y sobre todo como profesional escucharla hablar así teniendo el peso que tiene en un partido clave como el PSOE es buenísimo. Otra cosa es que la quieran escuchar en su partido.
Pegó un tirón de orejas a los toreros: dijo que os tenéis que involucrar más. ¿Por qué cree que lo dijo?
A ella le encantó el acto. Estuvo porque creía que era necesario. Cree que el toreo debe explicarse y exponerse más. A ver. Organizar un acto de este calibre ha llevado un año de trabajo con muchas personas involucradas. Conlleva tiempo y dinero, que en este caso es lo de menos, cuando el resultado es el que ha sido vale la pena cualquier esfuerzo. Ya digo, son muchas horas fuera de casa, fines de semana sacrificados. Nos volvemos cómodos y pensamos ‘el que venga detrás que lo haga’. El torero cuando va más allá de los círculos taurinos, donde más a gusto estamos, donde no nos miran mal, cuando sale de ahí, tiene mucha fuerza. Si un acto como este promovido por un torero ha tenido fuerza imagínate si fuésemos capaces de hacer algo parecido todos los años unos cuantos, uniendo fuerzas, amistades, conocimientos y tiempo.
Se habla mucho de los intelectuales. La sociedad ha evolucionado y ahora el deporte tiene mucha más transcendencia que entonces.
Muchísima. Por eso había deportistas como Conchita Martínez. El deporte juega un papel importantísimo en la sociedad, lo vemos todos los días con el fútbol. Los toreros tenemos amigos y conocidos que son deportistas de élite. Son figuras importantes, ídolos de masa, de los niños. Si van a un festejo y hablan con claridad y naturalidad demuestran que esto no causa ningún perjuicio. Al contrario. Ellos tienen el peso suficiente para mover masas y cambiar conciencias.
Cuando os empezasteis a mover los toreros para mudar el sector al ministerio de Cultura, ¿qué os transmitía Rubalcaba? ¿Cuáles fueron sus sensaciones?
Los políticos son muy buenos toreros, casi mejores que nosotros. Aguantó allí con ocho o diez matadores que fuimos, la cúpula del toreo actual. Fue todo muy correcto, cordial, pero salíamos de las reuniones sin tener las respuestas que queríamos, que tampoco eran fáciles, ojo. Siempre faltaba un paso, una decisión. Esto ocurría porque no hemos sido capaces de ser un bloque fuerte y unido, que lo somos, todos sabemos el peso que tiene el toreo a nivel socioeconómico, pero no tenemos un vehículo que toque cualquier puerta y saque la lista de lo que hay detrás. Lo que supone el mundo del toro, por ejemplo, al cabo del año para las arcas públicas. Falta, digamos, esa persona que represente de verdad a todo el toreo. Aquellos días nos hacíamos la foto pero las decisiones no llegaban. A veces no podía salir alguna foto, otras no se podía decir a la prensa ciertas cosas. Era todo muy medio. Lo que más quemaba era ir a buscar una respuesta y no tenerla.
¿Qué queda del G-10?
Ahora ya queda el G1 (ríe). Tengo una relación cordial con algunos más que con otros. Vivo muy cerca de Julián [El Juli] y compartimos otras aficiones diferentes a la plaza.
El objetivo principal fue el paso al ministerio de Cultura. Viéndolo en perspectiva, ¿fue práctico el cambio? ¿Sirvió para algo?
Yo creo que sí. Además de estar en Cultura, queríamos trasladar también las competencias, que creo que aún no se ha hecho, no sé. No podía entender cómo estábamos en Interior. Parece que nos vigilaban. Buscábamos estar en Cultura para blindar la tauromaquia con la declaración de Bien de Interés Cultural.
Eso se consiguió.
Pero no ha frenado los ataques. Siguen pasando cosas: lo de Baleares, Coruña... Si estuviera blindado no habría forma de intentarlo.
¿Cómo está viviendo el desafío de Cataluña?
Como cualquier español, muy aburrido ya. Es un aburrimiento… Una pesadez… Se está creando en la sociedad hastío. Es el monotema. Los políticos tienen que estar para solucionar problemas y no crearlos. Tampoco se entiende cómo se ha llegado hasta ese punto. No entra en la cabeza cómo odian tanto a España. Cuando prohibieron los toros pensábamos que era porque era un símbolo español. Para los correbous les importa un pepino el sufrimiento del toro. Pero ver, por ejemplo, la utilización de los niños... Es una barbaridad lo que está pasando. El Gobierno tenía que haber actuado mucho antes.
No, la verdad es que no.
Es uno de los pocos toreros independientes. ¿Cómo ve la situación del sistema?
Complicada, la veo complicada. No sé si queda otro compañero que esté apoderado por una persona independiente, que esté apoderado por alguna persona que no tenga detrás una empresa o una plaza. Eso te da la medida de hacia donde está yendo el sistema. Te das cuenta de cómo las empresas se están uniendo y están copando el sector, creando un monopolio puro y duro. Luchar solo contra esos intereses es muy difícil. Cada tarde tienes que justificar quién eres y por qué estás donde estás. Salir pisando a fondo el acelerador todas las tardes es muy difícil. Se tienen que dar muchas circunstancias. Para mí es lo más bonito, hacerlo así, como era antes. El mercado estaba mucho más liberalizado. A corto plazo el panorama es muy complicado.
¿Qué opinión tiene de la Fundación del Toro de Lidia?
Soy patrono y pago mi cuota. Estoy bastante informado de lo que hacen con los mails que envían cada mes. Hace mes y medio tuvimos una reunión la sede de Madrid en la que se nos quiso explicar su funcionamiento. Llevan mucho tiempo trabajando en silencio, consiguiendo cosas, pero en silencio. Todo lo que hacen se tiene que saber. Se lo dijimos. Han dado pasos importantes pero casi nadie lo conoce.
Sobre todo en el sector, que parece que provoca desconfianza.
Ese es uno de los problemas con los que cuenta. Hay miembros del sector que no están de acuerdo, que no lo ven factible o que directamente no les gusta la idea de que exista la primera piedra de algo que pueda el día de mañana acabar en una federación. No gusta que se haya dado el primer paso, que tenga visos de ir a más y convertirse en un organismo capaz de controlar el toreo. Es lo que realmente te da impotencia, te da coraje que desde dentro del sector no estén cómodos con ella.
Entiendo que cree firmemente en el proyecto.
Sí, creo firmemente. No tengo reparo en pagar las cuotas que me corresponden. Al contrario: es un dinero bien invertido. Hay unos profesionales que trabajan ahí y que lo necesitan para hacer su trabajo.
Esta temporada ha tenido que remontar.
Ha sido muy dura. La temporada más dura de mi carrera. Pesa mucho arrancar y que no cuenten contigo en ferias. Para salir de ahí me vale la experiencia y tener confianza en tu moneda, sabes que puedes cambiarla cuando se den las circunstancias apropiadas. Se dieron y al final he podido reivindicar lo que he conseguido en el toreo y por qué estoy en el sitio en el que estoy. Fue perfecto ratificarlo en Las Ventas.
¿Ha recibido, como se rumoreó, una oferta para cambiar de apoderado? Se llegó a hablar de la FIT.
Al principio, al no estar Fernando conmigo por su grave lesión, entiendo, hablo de la otra parte, se escucharían algunos rumores, es cierto. Yo estoy con Fernando. Estoy convencido de que no es la postura más fácil ni la más cómoda pero es la que a mí me hace feliz. Para salir a la plaza hay que ser feliz.
¿Qué le aporta Cepeda?
Cepeda es todo. Si no hubiera sido por Fernando nunca hubiera sido capaz de desarrollar mi concepto del toreo, ni de salir a la plaza con la tranquilidad que lo hago ahora. Tenemos una relación intensa y nada normal. Esta temporada cumplimos once años juntos. Algunos apoderados van sólo a la plaza. Con él, a parte de que estuve viviendo cuatro años al principio en Sevilla, compartímos todo. Tentaderos, días de corrida, entrenamientos. Es una relación de padre a hijo, de hermano a hermano, con una complicidad y confianza absoluta. El hecho de tener esa persona ahí, con esa forma de ser, que ve la profesión igual que yo, ya digo, no hubiera sido capaz de andar el camino como lo he andado hasta hoy, sin ese apoyo en lo bueno y en lo malo. Cuando las cosas van bien es fácil. Pero cuando se ponen complicadas no necesitas a la persona que te echa la mano por encima. Cuando es duro arrearte necesitas que esa persona lo haga. Se tiende a lo contrario. Fernando es una pieza clave en mi carrera, en lo que he sido como persona y en lo que he sido como torero.
Siendo tan importante, ¿cómo le ha afectado en la plaza su ausencia?
La primera corrida que toreé sin él fue en Algeciras. Me marchaba y se quedaba él en el hospital destrozado. Fue muy duro. Estar acostumbrado a mirar al callejón y no ver a tu apoderado... Es difícil. Aunque muchas veces no dice nada. Si tienes cualquier mínima duda sabes que está ahí. Después de once años mirar y no encontrarlo… Lo hacemos todo juntos. El día a día de la corrida, llegar al sorteo, la hora de vestirme, que me visto con mi mozo de espadas y Fernando, nos quedamos los tres solos, siempre solos. Cortar esa rutina se hace raro y duro. Desde el hospital y desde casa ha estado pendiente. Eso lo hace especial. Ha antepuesto mi carrera por su salud.
Ha dicho que rematar la temporada con la Puerta Grande de Las Ventas fue la guinda. Los días previos tenía la sensación de que podía ocurrir viendo la evolución de su año. ¿Notó esa inercia?
Los toreros lo sentimos. Cuando se cerró San Isidro se quedó la opción abierta de ir a Otoño. Nos lo ofreció la empresa y ahí quedó pendiente. Desde que hablas para San Isidro, que puede ser por estas fechas o enero, queda muy lejos. Cuando la empresa empezó a confeccionar la feria nos llamó para ver si queríamos ir a Otoño, a mediados de julio o por ahí. Igual que me pasa otros años, en ese momento de la temporada las cosas llevaban inercia. Un torero palpa cuando las cosas van bien y esa inercia es positiva. De julio en adelante fue todo mucho mejor. Llegas con confianza, con un número de corridas importante, más rodado que a San Isidro, más suelto. Son sensaciones que tienes, que palpamos los toreros. Igual que pasa al revés, cuando tienes cualquier cosa en la cabeza, inseguridades, eres consciente de que no te van a salir las cosas y eso se transmite. Llegué a Madrid confiado, a gusto y fresco. Ha sido la tarde que más he disfrutado en Madrid. Más que las tres orejas de Victoriano o las dos de Adolfo. La experiencia, la temporada, toda esa corriente positiva me hizo llegar tranquilo. Los toros tuvieron virtudes. Pero a lo mejor me cogen otro día con menos lucidez e igual no estoy igual de redondo. Fui muy feliz toreando en Madrid.
Madrid ha sido clave en su carrera desde la presentación de novillero.
De todas las plazas importantes se puede decir que es mi plaza. Tengo seis Puertas Grandes, incluida la de novillero. La primera fue el 6 de junio, después de las cuatro orejas de José Tomás. Luego los seis toros. En la temporada del 14, que fue complicada, no me hallaba, las cosas no salían, llegar a Madrid con la de Victoriano y cambiar el sino de la temporada y a los diez días repetirlo con la de Adolfo fue mucho mejor que un sueño. Las tardes ingratas en Madrid merecen la pena si después cuentas en tu curriculum con seis triunfos, el reconocimiento y el respeto de la afición. Estando en la plaza así me siento un privilegiado.
¿Qué le parece la gestión que ha hecho de su carrera José Tomás?
La verdad es que le admiro. Chapó por él: hace lo que le sale de los cojones y es lo mejor que puede hacer. Después llena todos los días y la fuerza que tiene. Entiendo que si se ha preparado concienzudamente para torear anteayer [el martes] en la México, con el concepto que tiene y la responsabilidad, no será sólo para la México. Es un torero que hace mucha falta, es un revulsivo. Ojalá lo veamos más tardes y pueda compartir cartel con él.
Una parte de la afición echa en cara a las figuras la monotonía en cuanto a la elección de las ganaderías. Hay diferencias en el concepto de bravura. Con la capacidad que tenéis las figuras, ¿es posible dar ese gusto a la afición un par de veces al año?
Sí, es posible. Claro que lo es. Pero yo no creo en el torismo ni el torerismo. Creo en el toro bravo. El toreo que se hace hoy en día requiere un estilo de embestida concreto. No vamos a hablar si el pelo es marrón, es cárdeno, es burraco o es sardo. Cuando hice el gesto de matar la corrida de Adolfo es porque en ese momento me transmitía garantías para hacerlo. Al final el gesto lo pude convertir en gesta, que no siempre se consigue. Soy un torero que he matado de nuñez, de lisardo, santacolomas, domecq por supuesto… Entiendo que para hacer el toreo que yo hago requiero y defiendo un estilo de embestida que no siempre se consigue en las ganaderías que algunos aficionados demandan. O salen con menos regularidad. Para mí el concepto de bravura varía mucho: no está en el caballo, está en la exigencia que se le impone a los toros con la muleta, que sea capaz de repetir 40 o 50 veces queriendo coger los vuelos. La bravura no es ver un toro de punta a punta de la plaza cinco veces. Después tienes que coger la muleta y hacer el toreo que quieren ver. Entiendo que no me van a perdonar hacer una lidia antigua o sobre las piernas. Igual que cuando el toro venga embistiendo por el palillo o a la altura de la cintura o se me venga al pecho tampoco me van a permitir quitarme. No es lo que conocen de mí. Uno va buscando un estilo de embestida, no una ganadería y al final vas a las ganaderías que consideras que con más regularidad lo sacan.
¿Ha sido esta la temporada de su vida?
A lo mejor ahora no lo veo. Pero cuando me retire puede que lo sea. Lo digo porque cuando echo la vista atrás la de 2008 fue increíble. A lo mejor esta es más clave. O la que viene, porque entiendo que la viene tampoco es fácil. Echas la vista atrás. Este año he toreado 37 tardes, aquel 83 con 50 puertas grandes. A lo mejor no eran años claves como este. Toreando menos puede que el día de mañana sea la más transcendental. Puede ser. El día que me retire, cuando eche cuentas, y repase toda la carrera estoy seguro de que formará parte de esas temporadas claves que, si salen mal, cambian tu trayectoria.
¿Ve cerca la retirada?
La veo más cerca que cuando empezaba, eso sí. Lejos, no sé. Ya son… 13 años de alternativa. Hombre. Queda. Pero tampoco queda mucho. Entiendo que queda menos de la mitad. Siete años más en activo son muchos año con este desgaste, esta situación. Por lo menos estar 15 años al máximo nivel. Como mínimo eso. Dos temporadas más, mínimo. Cuando pasen esos 15 años, si Dios quiere y me da salud, seré capaz de ponerme otro objetivo. Qué menos que estar 15 años al máximo nivel.