Un ganadero irrepetible: la cría de toros elevada a arte
Cuando Victorino Martín Andrés lidió aquella tarde del 1 de junio de 1982 en Madrid, la que muchos llaman ‘la corrida del siglo’, yo era un niño. Ni siquiera sabía que unos años después tomaría la decisión de ser torero y Victorino era ya por aquel entonces una gran figura en el mundo taurino. Logró ser conocido dentro y fuera de los toros porque era un hombre muy directo, de una personalidad muy marcada y con unas ideas completamente definidas.
Tenía muy claro lo que tenía que decir y a quién. Como se suele decir, un hombre hecho a sí mismo y, sin discusión, uno de los ganaderos más importantes de la historia de Tauromaquia.
Cogió una ganadería buena, pero que según cuentan no estaba en su mejor momento; la levantó, le imprimió su personalidad
Trascender en cualquier profesión es muy difícil, sólo está al alcance de los privilegiados. Por eso, lo que consiguió este hombre es algo irrepetible. Cogió una ganadería buena, pero que según cuentan no estaba en su mejor momento; la levantó, le imprimió su personalidad e hizo que el público acudiera a los toros en masa a ver el juego que daban sus toros de encaste ‘albaserrada’. Logró que muchas de sus corridas fuesen acontecimientos.
Aquellas ‘victorinadas’ en solitario, televisadas a finales de los 80 en Madrid, que lidiaron Capea y Roberto Domínguez fueron con sus toros porque saldarlas con un triunfo te consagraba, como así ocurrió con los maestros. Por esa época ya era menos niño y tenía muy claro que iba a ser torero, aunque lo que todavía no me imaginaba es que Victorino iba a propiciarme grandes triunfos.
En lo personal sólo puedo decir cosas buenas, de Victorino y de su familia. Desde aquel primer día que toree unas vacas, el trato ha sido siempre exquisito. Es curioso porque, a veces, los toreros tenemos sensaciones previas que nos refuerzan en el camino que debemos tomar. Recuerdo que antes de enfrentarme a un sólo animal de Victorino había tenido la certeza de que esa forma de embestir me iba a venir bien.
El toro de Victorino a medida que sube la dificultad de la plaza aumenta la responsabilidad y mentalización
Y así fue ese primer día en el campo y con posterioridad en la plaza. Bueno, la verdad es que no tenía demasiados motivos para que se diese bien la primera corrida a la que me enfrentaba.
Me encontraba maltrecho ya que acababa de salir del hospital sin terminar de curarme de una cornada y con varias costillas lesionadas. Y, sin embargo, aquel 2001 en Logroño cuajé una de las mejores faenas que he realizado en mi vida con la mano izquierda. Después, vino el indulto de “Molinito”, también en Logroño, grandes tardes en Bilbao, Madrid, Dax, Mont de Marsan…
Muchos buenos recuerdos. En total, según me dicen, han sido 34 tardes y casi todas en plazas de máxima responsabilidad con lo que eso conlleva, porque el toro de Victorino a medida que sube la dificultad de la plaza aumenta la responsabilidad y mentalización.
No es fácil estar delante de ellos, pero con tiempo y experiencia se pueden ir descifrando los secretos de esas embestidas
Victorino ha sido un ganadero impresionante que ha puesto su sello a un toro muy especial. No es fácil estar delante de ellos, pero con tiempo y experiencia se pueden ir descifrando los secretos de esas embestidas. En el ruedo, los toreros percibimos también que el aficionado siente una emoción especial al ver un toro de Victorino en la plaza y eso con otras ganaderías no ocurre.
Existe una predisposición en el público a dar importancia a todo lo que hagamos delante de un Victorino. Eso y que, cuando el toro de Victorino es bueno, embiste con una entrega, largura y manera de humillar inigualable.
*** Diego Urdiales es un torero español en activo, tomó la alternativa en Las Ventas en julio de 2001 y es uno de los matadores del gusto de la afición.