Lección de rejoneo bajo el diluvio de Hermoso de Mendoza
El rejoneador navarro cuajó una gran actuación con el quinto, al que cortó una oreja, sobre un ruedo resbaladizo por culpa de la lluvia. Galán y Lea, un trofeo cada uno.
2 junio, 2018 21:49A las seis de la tarde los alrededores de Las Ventas estaban tomados por personas a las que la lluvia había convertido en gremlins despeinados con americanas y botas camperas. En las caras se veía la frustración y las sobremesas arruinadas por el temporal. Salir al mundo frío y húmedo digeriendo la rebujina de ginebra y chupitos de hierbas es una pesadilla. El look Almonte triunfa en los días de rejones; los hábitos rocieros lucen mejor al sol.
El ruedo estaba parcheado de zonas húmedas. El mapa topográfico de arena descubría islotes y zonas de mares continentales y penínsulas secas. Los animales dejaban el rastro de sus pisadas, recorridos circulares. Había una geometría sobre el barro: los caballos levantan el terreno. Con la lluvia quedó impracticable. A ver si se puede dar la corrida de Miura.
Pablo Hermoso de Mendoza causó sensación galopando a dos pistas cuando a la tarde la sostenía un jirón azul. Se gustó el jinete con Extraño, que es un nombre fabuloso para bautizar al protagonista de una primera novela o tener un hijo pretendidamente especial. Extraño Panero. Lo hizo tres veces. La grupa templó al torín de Carmen Lorenzo, capaz de alcanzar al caballo en el primer par, muy ajustado. Ícaro cuarteó dando el pecho. Un arrimón con Canastito parado. Antes había echado fuego directo a la montura. No hubo emoción con las cortas. Y pinchó.
Sergio Galán se fue a porta gayola. Del túnel oscuro salió un toro bastante feo. Lo fue cerrando en una circunferencia cada vez más pequeña en una progresión parecida a la de Fibonacci. No cogió la velocidad del toro Ojeda. A tirones. Mariposo era blandito y no se empleaba. El caballo iba tres o cuatro palmos por delante. Titán redujo el tempo. Galán está seguro sobre él. Las piruetas, la barriga, el acelerón al tendido. Ligó dos giros y a punto estuvo de perder pie en una zona blanda de arena. El toro perdonó el derrote. De un tirón, el banderilleró derribó a Mariposo y con él todo el trabajo de Galán —el abucheo posterior cayó como un menhir—. Apolo fue una sombra bellísima antes de bajar el telón.
A Lea Vicens la recibieron con vítores apasionados. Su aparición semidesnuda en la campaña de Plaza 1 para San Isidro ha sido muy celebrada. Rularon sus fotos por los WhatsApp de la mediana edad.
Los hombres fueron fotografiados de frente. Ella al revés, girada como si intentara sugerir algo con la cara medio vuelta y el pelo suelto buscando la previsible metáfora de la crin: el efecto era absolutamente el contrario, una muestra más del puritanismo de las ideas que flotan en el sector vendidas como epopeya de la originalidad.
Las mujeres en el toro son todavía eso, una espalda y una mirada furtiva. El segundo plano. Los habituales vieron sutilidad y feminidad —¡elegancia!— como leggins envolviendo la gruesa capa de condescendencia. "Vosotras más tapadas, que esto es la Fiesta Nacional y no podéis ir enseñando tanto". Es muy difícil conseguir una imagen más reaccionaria con menos ropa. Algún simple dirá que quería verle las tetas: la que tiene que enseñar los pechos de una vez es la propia tauromaquia.
Su galope coincidió con los rayos y truenos y vientos. La lluvia entraba atropellando los palcos. Ponerse el chubasquero de plástico deberían convalidarlo con un diploma olímpico. Lea no estuvo muy acertada con las primeras banderillas. Diluviaba sobre Deseado y la rejoneadora. No le hacían mucho caso. Pinchó una vez muy seguida, y mató. Era imposible un ambiente más hostil. Las trincheras de la Primera Guerra Mundial si a caso.
Pablo Hermoso se lanzó por el campo de minas. Arañado el ruedo, el agua convirtió en trampas los surcos. Un traspiés era mortal. Las puntas del toro por esto. A Panduro le distraía el movimiento de paraguas. El rejoneo desprovisto del jaleo del público está un poco vacío. Hermoso de Mendoza toreó al toro literalmente. Un alarde las hermosinas a pesar del escaso ímpetu del lorenzo. De alguna caverna lejana rugía junio. Hermoso dio una lección de montar a caballo en tiempos y distancias. Lo fulminó con un rejonazo. Enorme.
Mejor hecho estaba el quinto de El Capea. Un aparato el caballo Artista. Embroque tiró del toro, más agarrado, que arrancaba explosivo hacia él. Un banderillero le dio por abajo los tres lances que le hacían falta. ¡Fullería! Mucho mérito el par a dos manos, el primero, el otro le sentó como a Trump un sombrero cordobés. Resbaló el caballo en la suerte suprema. Mató feo. Se le escurrió la Puerta Grande por eso. Mucho mérito cabalgar por la pista del Aquapark.
Se movió mucho el último toro. Lea sacó raza y hubo actitud en la primera mitad de faena. Una pena la banderilla agarrada casi en la oreja. Con Bético perdió efectividad. Galopaba casi de puntillas por las zonas inundadas bajo el estribo. Estuvo en novillera. Por momentos, la sensación de ligereza cuajaba en un estilo propio. La gente celebraba la intención. Lanzó la última rosa. Las otras cayeron arriba. El rejón de muerte aterrizó en medio del espinazo. El acero más trasero que he visto en tiempo. Cortó una oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de las Ventas. Sábado, 2 de junio de 2018. Vigésima sexta de feria. Casi lleno. Toros de Carmen Lorenzo, a menos el 1º, blando 2º, se dejó el 3º, suelto el 4º y El Capea, 5º agarrado y 6º se movió.
Hermoso de Mendoza, pinchazo, rejonazo casi entero caído y trasero (palmas). En el cuarto, buen rejón (oreja).
Sergio Galán, rejonazo (oreja). En el quinto, pinchazo y rejonazo bajo y atravesado (petición).
Lea Vicens, pinchazo y rejonazo (saludos). En el sexto, rejonazo muy trasero.