Andrés Roca Rey ha abierto la primera Puerta del Príncipe en la feria de Sevilla. La concesión de su llave, tres orejas, ha sido concedida de forma generosa por parte del palco y del público que a veces parece que tiene que ver triunfar a un torero, aunque sea numérico, para rentabilizar su entrada. Por eso, puede que no sea la última.
Roca Rey le cortó dos orejas a un buen sexto, de nombre 'Halcón', el punto, en este caso blanco, del anovillado y descastado encierro de Núñez del Cuvillo, como el que llevó doce días a la misma plaza y el año que viene volverá a ocurrir.
En una plaza de la categoría de Sevilla, para seguir manteniéndola, con una oreja hubiera bastado. Lo dejó casi sin picar en el peto y éste llegó moviéndose mucho en su muleta. Comenzó de rodillas y compases cambiados por la espalda y el personal se calentó.
Atacándole en todo momento lo mejor del trasteo fueron dos series en redondo en la que destacaron profundos y hondos naturales. La Maestranza rugió y las ganas de contar un triunfo y el contundente espadazo hicieron volar los pañuelos.
Sí tuvo más peso la oreja que cortó a su primero. Se pasó muy cerca en los primeros compases a un animal que nunca se empleó y al que metió en la canasta a base de aguante.
Dentro de la falta de raza del resto de la corrida el mejor lote fue el de José María Manzanares. Su primero fue a más, pero la cosa no levantó el vuelo, y con el quinto, de mayores posibilidades, intentó asentarse, pero lo máximo del trasteo fue series cortas con el viento en contra.
Aun así, el público, viendo que se le iba la tarde, le jaleó los muletazos. Si no llega a pinchar, no sabemos qué hubiera pasado.
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Diego Urdiales le tocó un pésimo lote con el que poco pudo hacer. Su primero no quería pasar en su muleta y el cuarto soltaba tornillazos en cuanto sentía las telas. El riojano puso empeño y dejó en la retina dos muletazos de calidad que destacaron por sí solos en esta extraña tarde maestrante.