Sevilla recibió a Morante con una cerrada ovación el primer día que volvía a pisar su albero tras revolucionar la historia del toreo al cortar un rabo en su plaza 52 años después. Una tarde en la que el cigarrero volvió a dar una lección magistral de tauromaquia y de torería, mucha torería.
El cartel de por sí era inusual. Lo abrió el rejoneador portugués Antonio Ribeiro Telles, que debutaba en Sevilla a sus 60 años, pero el animal tuvo poco celo y no le posibilitó el triunfo en un trasteo aseado. A pie lo acompañaban Cayetano y Ginés Marín.
Con la plaza llena y una gran expectación, todos queríamos ver triunfar de nuevo al maestro de La Puebla, pero quien ha acariciado la Puerta del Príncipe ha sido Ginés Marín. Cortó dos orejas a su primero y a su segundo lo intentó por todos los medios sin lograrlo. No fue un gran colaborador el séptimo de El Torero, que acabó echándose.
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Antes a ese buen cuarto le propinó buenos lances a la verónica y un bonito quite a pies juntos a la verónica. El animal fue ponto en el caballo y en banderillas, tercio en el que se desmonteraron Antonio Manuel Punta y Fernando Pérez.
Con la muleta se sacó el toro al tercio con naturalidad para templarlo y ligarlo por el derecho, pitón por el que siguió para fijar a un toro que tuvo calidad y emoción. Cambió de mano y los naturales brotaron levantando al público del asiento. El animal se vino algo abajo y Marín decidió torearlo por ese mismo pitón de frente y a pies juntos con ayudados por altos finales muy templados. El toro tardó en caer, pero los tendidos pidieron las dos orejas con fuerza.
Antes Morante le cortó una oreja a su primero que fue muy complicado de salida. Parecía incluso que tenía un problema de visión al frenarse continuamente en su capote hasta que fue picado por segunda vez. Ahí despertó y Morante dejó un quite de verónicas llenas de torería y temple.
Con la muleta comenzó con doblones con la rodilla en tierra e hilvanó una faena muy torera. Preciosas fueron dos series a pies juntos con la derecha que le pegó a continuación un torero con mando y gran torería que no quería defraudar en su primera tarde 3 días d.M. Los molinetes, con Belmonte en la mente, fueron soberbios.
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Por el izquierdo le costó más, pero el de La Puebla con gran inteligencia fue sobándolo siempre con la muleta muy puesta. Los ayudados finales por alto fueron también muy toreros para rematar una faena impecable, teniendo en cuenta al oponente. Una faena con la que Morante demostró de nuevo que es el mejor torero de la historia.
Cayetano no conectó con el público durante la faena a su primero, que tuvo movilidad y calidad. Con la muleta comenzó por el derecho, intentando ligarlo sin mucho ajuste. Lo llevó después largo al natural, dándole tiempos, pero acabó viniéndose abajo en una faena de sometimiento de Cayetano con poco éxito. El sexto no le puso las cosas fáciles al torero de dinastía con la dificultad añadida del viento y fue silenciado.