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Sexta ola: miles de confinamientos en Galicia tras casi dos años de pandemia
Ha pasado un año y diez meses del decreto del Estado de Alarma y muchos tienen la sensación de "haber vuelto a la casilla de salida": ¿Cómo viven el aislamiento los más de 70.000 gallegos que han tenido que encerrarse en sus casas?
12 enero, 2022 06:09Casi dos años de pandemia, decenas de protocolos de Sanidade y todavía hay muchísimas dudas sobre los aislamientos, las cuarentenas y los contactos estrechos. A esto se suma que, hoy, más de 71.000 gallegos están confinados en sus casas por ser positivos, a los que se añaden aquellos que tienen que hacer cuarentena por contacto. Por otro lado, la Atención Primaria vuelve a estar desbordada: no se tramitan bajas, no se hace PCR a los contactos estrechos e incluso algunos pacientes positivos tardan días en recibir una llamada de su médico de cabecera o de los rastreadores.
Desde este medio hemos querido hablar con varias personas que, por una u otra razón, han tenido que aislarse en sus casas, en sus habitaciones o incluso en la residencia de estudiantes en la que viven. ¿Qué hacen las personas que comparten un piso de una sola habitación? ¿Y los padres de niños menores de 5 años confinados por un contacto estrecho? ¿Cómo actúa una familia que convive con un paciente de riesgo?
Conciliación inconciliable
El caso de las familias con niños pequeños es el más complejo, por no hablar de los menores de 5 años. "Mi hija, de dos años, se tiene que confinar con cada positivo que haya en su clase de la guardería", se queja un padre, "aunque ella tenga un test negativo después de siete días del último contacto".
La "suerte" de este padre es que él puede teletrabajar y su mujer está de baja maternal tras el nacimiento de su segunda hija, "pero cuando ella se reincorpore quién sabe cómo lo haremos, con dos niñas de menos de dos años el teletrabajo es también imposible". Por el momento llevan una semana confinados, aunque no saben cuándo se acabará porque días después del último contacto en la guardería también dio positivo la persona que cuida a las pequeñas por las tardes. "Si seguimos así, según me ha informado el Sergas, podrían estar hasta 25 días encerradas aunque den negativo todo el tiempo", lamenta.
Añade que el Sergas les ha llamado hoy porque, sin saberlo, se saltaron el confinamiento obligatorio. "Los protocolos para los niños no están claros y a mí no me llamó ningún rastreador, por lo que después de siete días llevé a mi hija a hacerse un test de antígenos a uno de los puntos que Sanidade ha puesto a disposición de los ciudadanos y, efectivamente, dio negativo".
La sorpresa llegó cuando la guardería se puso en contacto con él para comunicarle que el Sergas había llamado preguntando por qué la niña había salido a la calle. "Si no me ha llamado nadie, ni un médico ni un rastreador, ¿cómo esperan que conozca el protocolo? ¿Cómo sé cuántos días tiene que estar mi hija aislada y desde cuándo empieza a contarse ese periodo?", dice este padre.
En el caso de que ambos trabajen, la cosa se complica todavía más. "Mi marido es autónomo y puede modificar más fácilmente sus horarios, lo cual acaba perjudicándole a él porque dedica más horas a las niñas y menos a su empresa", dice una madre que lleva desde el pasado 9 de diciembre con una de sus hijas en casa. "La mayor, que todavía no se ha vacunado aunque tiene 5 años, tuvo un contacto estrecho dos días antes de volver al colegio y no ha podido ir después de las vacaciones de Navidad".
La pequeña, cuenta, ha ido encadenando positivos en su clase de la guardería desde el 9 de diciembre hasta hoy, además de las vacaciones. "Hubo una semana que optamos, directamente, por no llevarla a la guardería para evitar posibles confinamientos", y aunque esta familia logró salvar las vacaciones de Navidad se ha encontrado con un confinamiento de una semana justo en la "vuelta al cole".
"Hemos vuelto a la línea de salida", dice desesperada, "aunque agradecemos al colegio las videoconferencias con sus compañeros, porque a ella le hace mucha ilusión volver a verlos". Esa sensación de seguir en el "día uno" de pandemia, no obstante, la tienen todas las familias con las que ha conseguido hablar este medio.
También hay que contar con que la gran mayoría de los padres y madres gallegos están vacunados y, por tanto, exentos de cuarentena. "Está bien porque te permite hacer actividades esenciales, pero en el trabajo por cuenta ajena sabemos que no todo el mundo tiene la suerte de poder teletrabajar al 100% y de que se entienda que con niños pequeños confinados en casa hay que conciliar las 24 horas", dice la madre. "Si los niños no pueden salir, los padres, de algún modo, también estamos encerrados", coinciden ambas familias.
En mi habitación de 10×10
Marta tiene 18 años y comenzó la universidad el pasado mes de septiembre. Desde entonces vive en una residencia de estudiantes en Pontevedra y ha vivido ya dos olas de Covid-19, aunque logró vacunarse antes de que empezasen las clases. A pocos días de las vacaciones de Navidad, sin embargo, empezaron a detectarse los primeros casos en la residencia.
"Lo que hacen es encerrar a la persona positiva en su habitación y colocar un distintivo de color blanco en la puerta para que sepamos que está aislada y no tengamos contacto con ella", dice. "Nos han dicho que también se nos ofrecería la posibilidad de irnos a nuestra casa para cumplir con el aislamiento, pero varios compañeros han elegido quedarse aquí".
En el caso de Uxía, que estudia y vive en Lugo, no se dice quiénes son los confinados por respetar la privacidad del alumno en cuestión, "pero se acaba sabiendo porque la gente lo comenta, realmente no es nada malo". El problema, cuenta, es cuando hay dos personas que comparten habitación, por lo que se ha habilitado un protocolo de emergencia: "hay varios apartamentos Covid en los que te podrían aislar en caso de compartir habitación y que tu compañero dé negativo", cuenta.
En ambas residencias, las comidas del paciente positivo se llevan en formato picnic a la habitación y así se evita que la persona acuda al comedor común. "Los contactos estrechos, que no tienen que hacer cuarentena, pueden hacerla de forma voluntaria y ya varias personas lo han hecho por responsabilidad", cuentan ambas universitarias.
Aislarse en un loft
Carlos y su novia tienen 26 años y llevan unos meses viviendo juntos. Ambos sanitarios, tienen las tres dosis de la vacuna desde hace algo más de un mes. A pesar de todo, él ha dado positivo tras comunicarle algunos compañeros de trabajo que estaban contagiados y ha tenido que "aislarse".
"Ayer empecé con congestión y algo de dolor de garganta y me hice un autotest de antígenos que dio positivo, pero mi novia es negativa por el momento", dice. En su piso de 50 metros cuadrados, no obstante, es difícil aislarse. "La única posibilidad es que uno duerma en la habitación y otro en el salón, pero va a ser muy complicado que ella no se contagie porque el piso es pequeño y tiene una habitación y un único baño".
A esto se suma que todavía no los han llamado del Sergas, tras casi 24 horas desde el positivo y siendo contacto estrecho de personas contagiadas en jornadas anteriores. "He hablado con mis jefes y no estoy yendo a trabajar, pero no tengo la baja todavía ni sé cuándo me llamará mi médico de cabecera: no consigo que me cojan el teléfono ni siquiera para darme cita".
Ella, por su parte, sigue siendo contacto estrecho y empieza a tener algún síntoma, aunque no se ha repetido el test por el momento. "Posiblemente se haya contagiado ya porque no tenemos muchas posibilidades de aislamiento en casa, pero sigue teniendo que ir a trabajar porque siendo contacto estrecho está exenta de cuarentena", dice Carlos.
Aunque ella ha comunicado su situación a las dos clínicas en las que trabaja, en una de ellas no existe la posibilidad de que el trabajo se haga a distancia. "Teletrabaja para una y acude presencialmente a otra y por ahora no hay una solución mejor que esta".
Convivientes en riesgo
Carmen tiene 90 años y vive con su hijo, su nuera, uno de sus nietos y la novia de éste. Con la pauta de vacunación completa, la novia de su nieto dio positivo y tuvo que aislarse, aun compartiendo casa. "La suerte es que tenemos una casa grande con jardín, así que pudimos dividirnos cada uno en una habitación y seguir haciendo vida normal con mascarillas".
El miedo, por supuesto, es que la abuela se contagie estando algo delicada de salud, por lo que se extremaron las precauciones aunque no todos hubiesen sido contacto estrecho de la única persona positiva. "Solo mi madre tenía contacto con la abuela", cuenta el nieto, "y por eso se aisló también ella en una habitación porque no sabíamos si mi padre podría estar contagiado".
Se adoptó cualquier medida que minimizase el riesgo e incluso se desinfectaban zonas comunes cuando la persona contagiada los utilizaba. "Ella salía de la habitación solo para ir al baño y al jardín, aunque siempre con mascarilla y sin relacionarse con ningún otro miembro de la familia". Así, durante diez días, convivieron los cinco miembros de la unidad familiar y lograron esquivar el contagio.
"Incluso comíamos por turnos y se cocinaba con mascarilla, todas las precauciones nos parecían pocas y si vuelve a pasar con otro conviviente lo repetiremos de la misma forma", asegura el nieto.