Alrededor de las 19:15 horas, el avión en el que viajaba el rey emérito, Juan Carlos I, aterrizaba en el aeropuerto vigués de Peinador. Casi dos años después, pisaba territorio español, tras abandonar el país el 3 de agosto de 2020 para instalarse en Abu Dabi.
La llegada del emérito estuvo rodeada de gran expectación. El vuelo, que tenía previsto aterrizar sobre las 18:30 se retrasó más de media hora, al tiempo que los curiosos comenzaban a rodear el exterior del edificio aeroportuario con el objetivo de captar la llegada de Juan Carlos I.
En la pista, el emérito descendía del aeroplano directamente a un vehículo que le esperaba con otros dos coches de escolta. Su hija, la infanta Elena, había aterrizado en Vigo casi dos horas y media antes, en un vuelo regular que llegó sobre las 17:00, y esperó su llegada en una sala del aeropuerto. Ambos partieron destino Sanxenxo, donde pasarán el fin de semana en una vivienda del empresario y presidente del club náutico Pedro Campos.
La salida la efectuaron tratando de sortear a las cámaras y periodistas que se habían desplazado hasta Peinador, pero antes de abandonar las instalaciones, bajaron la ventanilla para saludar a los allí congregados.
En su agenda, en principio, está previsto que acuda al club náutico de Sanxenxo a un evento organizado por su llegada a la localidad, en el que se celebrará una recepción especial alrededor de las 11:30 horas, y con motivo del arranque de la Copa de España de Vela de 6 Metros, modalidad en la que compite el ‘Bribón’. El lunes, en Madrid, se verá con Felipe VI.
Visita con polémica
El regreso a España del emérito para visitar Sanxenxo ha estado rodeado de polémica. El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda destacó que era "una buena noticia" que Juan Carlos I eligiese Sanxenxo y que "ahora mismo tiene todo el derecho a venir y a elegir cualquier lugar de España".
Especialmente críticos fueron desde el BNG, donde su portavoz nacional, Ana Pontón, aseguraba que debía "rendir cuentas por la corrupción que le rodea y que aún no aclaró". El secretario xeral del PSdeG, Valentín González Formoso, incidía en el carácter "privado" de la visita que no iba "a valorar". "Voy a respetar pero que tampoco voy a aplaudir", matizaba.