El 11 de enero de 2003, el cuerpo del empresario de O Rosal, Manuel Pérez Portela, aparecía con un disparo en la cabeza cerca del antiguo vertedero de Monte de Torrosoe, en A Guarda. 20 años después, el delito prescribe y el caso no se ha resuelto.

Desde hace días, la familia comenzó a movilizarse para tratar de que el archivo definitivo del asesinato no se produjese. Hoy, sus esperanzas ya eran escasas. "Nos hubiera gustado, pero no hemos recibido ninguna noticia", explica a Treintayseis Juana Pérez, una de las hijas del empresario. Hasta el último momento han intentado que la jueza del Juzgado de Instrucción número 1 de Tui llame a declarar al principal sospechoso, pero ha sido en vano. Era la persona a la que había señalado la Policía, pero que nunca llegó a ser llamado a declarar.

A Manuel lo citaron en un terreno que pretendía comprar. Se adentró en la propiedad y alguien le disparó desde seis o siete metros en la cabeza. "Lo citaron con una llamada hecha desde una tienda al lado de nuestra casa. Ese día, solo tres personas usaron el teléfono; dos de ellas se supo a dónde habían llamado, el tercero fue la única persona que mintió. Solo solicitamos que lo llamasen a declarar para que no prescribiese. Que fuese él el culpable o no, no lo sabemos, pero que le citó, sí", asegura Juana.

El móvil de Manuel, clave, ha desaparecido

Además, la única prueba que podía esclarecer el caso, el móvil de Manuel, desapareció. "En aquel momento, solo se podían sacar las huellas, pero no tenía valor porque había sido manipulado por varias personas, pero ahora se puede sacar el ADN", pero cuando la Policía Judicial lo pidió en el Juzgado, no apareció. "Los abogados y nosotros también fuimos después a pedirlo, pero la respuesta fue que simplemente no aparece", lamenta Juana. En él podría estar el rastro de la persona que borró el historial de llamadas.

Según la cadena de custodia del móvil, teóricamente tendría que estar en Tui, por lo que Juana y sus hermanos ya se plantean qué pueden hacer contra el Juzgado, que habría extraviado una prueba que condena el caso al olvido, al menos en el ámbito judicial. "Lo que lamentamos es haber confiado tanto tiempo en la justicia y en el sistema", dice Juana, que reconoce que comenzaron a moverse demasiado tarde.

"No hay vuelta atrás", sentencia, repitiendo que todo el mundo les dice que, una vez prescriba, no se podrá hacer nada. "Aún no nos hemos paramos a pensar, pero tenemos claro que haremos algo", finaliza Juana.