Una gran operación contra el narcotráfico en Pontevedra ha desmantelado el mayor laboratorio clandestino de procesamiento de pasta base de cocaína de Europa, con capacidad para producir 200 kilogramos diarios. Bajo la coordinación de la Fiscalía Especial Antidroga de la Audiencia Nacional y el Juzgado Central de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional, la operación se ha desarrollado conjuntamente por la Policía Nacional, la Polícia Judiciária de Portugal y la Dirección Antinarcóticos (Diran) de Colombia.
El macrolaboratorio, descubierto a mediados del mes de marzo en Cerdedo-Cotobade (Pontevedra), funcionaba las 24 horas del día: varios "cocineros" se encargaban, por turnos, de transformar la pasta base en clorhidrato de cocaína lista para el consumo. La organización criminal desarticulada tenía un alto nivel de sofisticación y sus miembros empleaban fuertes medidas de seguridad, usando apodos, vehículos lanzadera o disfrazándose de transportistas. Hay 18 detenidos en Galicia (11), País Vasco (1), Madrid (4), y Las Palmas de Gran Canaria (2), para los que la autoridad judicial el ingreso en prisión.
Como resultado de los 14 registros realizados, los agentes han intervenido 1.300 kilos de pasta base de cocaína, lo que convierte este alijo en el mayor encontrado hasta la fecha fuera de las zonas de producción. También se han incautado 151 kilos de clorhidrato de cocaína y más de 23.000 litros de precursores y otras sustancias químicas. Asimismo, se han bloqueado 17 propiedades por un valor aproximado de 1.700.000 euros y 37 productos financieros, de los que todavía no se ha cuantificado el valor.
La investigación se inició en octubre de 2022, cuando la Policía tuvo conocimiento de la existencia de una organización criminal asentada en las Palmas de Gran Canaria. Las primeras pesquisas constataron que contaba con una potente infraestructura que les permitía introducir grandes cantidades de droga en España. Además, algunos de sus miembros ya habían sido objeto de investigaciones policiales anteriores, quedando acreditado el alto nivel de vida que mantenían así como los vínculos con ciudadanos colombianos que ejercían de suministradores.
Organización a gran escala
Las primeras investigaciones llevaron a los agentes a detectar un gran número de movimientos entre Las Palmas y Madrid y Pontevedra, aunque los investigados se relacionaban lo mínimo para evitar levantar sospechas. Se encontró un chalet en la localidad madrileña de Colmenar Viejo en el que almacenaban productos químicos y otros útiles, que dejaban "enfriar" durante un tiempo prudencial para detectar vigilancias y eludir la posible acción policial.
También se descubrió que recurrían a varias empresas logísticas para transportar los productos químicos, simulando tener una actividad legal. De estas gestiones se ocupaba un empresario del País Vasco que servía de "conseguidor" en la península a los investigados canarios. Siguiendo uno de estos transportes se llegó a una nave industrial en la provincia de Pontevedra que servía como centro logístico para abastecer el macrolaboratorio, aunque poco después comenzó a utilizarse como almacén para "enfriar" los materiales.
La pasta de cocaína se transportaba oculta en máquinas trituradoras de piedra de grandes dimensiones, concretamente en dos cilindros metálicos que forman parte de sus componentes, lo que resultó ser el punto clave que delató la existencia de una gran organización internacional. El empresario vasco, indica la Policía, creó una empresa para asegurar la entrada de la droga oculta en el interior de los cilindros que componían la máquina trituradora de piedra.
La investigación, que contó desde este momento con apoyo portugués y colombiano, pudo concluir, por un lado, que detrás de los ciudadanos españoles se encontraban dos potentes organizaciones criminales de carácter internacional (una colombiana y otra mexicana) que se habían unido para poder financiar conjuntamente un laboratorio capaz de producir 6.000 kilos de clorhidrato de cocaína en diferentes fases. Además, se descubrió la intención del entramado de introducir otras tres máquinas trituradoras más.
División de funciones y trabajo las 24 horas
Dentro de la organización había varias funciones: los colombianos eran los "cocineros" o químicos del laboratorio, los mexicanos aportaban los conocimientos técnicos para la correcta extracción de la coca base. Estos últimos también eran los encargados de supervisar que la coca base procedente de Colombia fuera convenientemente procesada.
Los españoles se ocupaban de la coordinación de la operación, desde la gestión del transporte de la sustancia desde el país de origen (Colombia) hasta su recepción en Pontevedra para su correspondiente tratamiento en el laboratorio, de cuya instalación también se encargaban, y la posterior distribución del producto final por todo el territorio nacional.
Todos los miembros de la organización sometían sus comunicaciones a un estricto protocolo de seguridad, teniendo asignado cada uno de ellos un apodo y quedando completamente prohibido utilizar sus nombres de pila. En estas comunicaciones cobraban especial relevancia "los señores", que eran los jefes del laboratorio y los encargados de dar instrucciones y órdenes a sus subalternos en España. Eran precisamente estas personas las que habrían desembolsado una cantidad aproximada de dos millones de euros para establecer el laboratorio clandestino.
Una vez que se logró importar y trasladar la trituradora con la pasta de cocaína a la nave de Pontevedra, los agentes constataron la llegada a España de dos individuos de origen mexicano cuya misión era desarmar la máquina y recuperar la cocaína base oculta en su interior. A estas personas se referían como "el ingeniero", encargado de extraer la droga para trasladarla al laboratorio, y "el notario", la persona de confianza de la organización mexicana que daría fe de todo lo acontecido allí.
El laboratorio empezó a funcionar cuando se consiguió extraer toda la cocaína base del primero de los cilindros, con seis colombianos que trabajaban a turnos para lograr procesar hasta 200 kilos de cocaína al día. Tras finalizar el proceso de producción de la primera partida de droga, la organización comenzó a preparar su distribución valiéndose de una furgoneta de reparto de una conocida empresa de mensajería. Simulando la recogida de cuatro bultos, transportaron 100 kilos de cocaína que los agentes incautaron al interceptar dicho vehículo en la entrada de la Comunidad de Madrid.
Ante la existencia de indicios suficientes que acreditaban la actividad ilícita del laboratorio, se realizó un gran dispositivo policial que se extendió a Las Palmas de Gran Canaria, Pontevedra, Madrid y Bilbao.
Como resultado, los agentes detuvieron a 18 personas y realizaron 14 registros en los que se intervinieron la droga y los productos químicos necesarios para procesarla. Asimismo, incautaron la máquina trituradora de piedra, numeroso utillaje de laboratorio, documentación, teléfonos móviles, ordenadores y vehículos de alta gama.