Esta próxima semana se celebrará el juicio por la brutal paliza sufrida en el verano de 2020 por un joven en Nigrán (Pontevedra). En el banquillo de los acusados se sentará tan solo una persona, un trabajador de un local de hostelería del municipio que se enfrenta a ocho años de cárcel y al pago de indemnizaciones por más de 130.000 euros.

La vista está programada para los días 9, 10 y 16 de mayo en la sección quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo. Aunque la Guardia Civil detuvo a dos personas por los hechos, Europa Press informa que se atribuye la agresión a un solo joven. La víctima, llamada Nacho y que tenía por aquel entonces 24 años, decidió denunciar la situación un año después, en agosto de 2021, a raíz de la noticia de la paliza que acabó con la vida de Samuel Luiz en A Coruña.

Así, la familia de la víctima emprendió una campaña reclamando justicia para el joven, expresando que mientras los "salvajes" que le habían "intentado matar" seguían "disfrutando de su vida", Nacho solo veía "oscuridad".

El acusado se enfrenta a una condena de ocho años de prisión por un delito agravado de lesiones. Además, la Fiscalía solicita que indemnice al perjudicado en 105.000 euros por las secuelas, en 17.099,21 euros por las lesiones, y en 1.700 euros por las intervenciones quirúrgicas a las que tuvo que ser sometido, así como por otros gastos médicos y farmacéuticos.

Hechos

Los hecho se remontan al verano de 2020. Según el escrito del ministerio público, la víctima asistió esa noche a una fiesta en el Pazo de Urzáiz, en Nigrán, y allí tuvo un altercado con un grupo de personas, trabajadores de una cafetería de esta localidad.

Cuando Nacho, la víctima, abandonó el lugar, el grupo con quien había discutido lo siguió, mientras el acusado le gritaba "para ahí hijo de puta, te vamos a matar". El joven trató de huir, pero el procesado y otra persona que no fue identificado le dieron alcance, propinándole un puñetazo que lo tiró al suelo.

Una vez que se había caído, el acusado comenzó a golpearlo en la cara y en la cabeza hasta que Nacho perdió el conocimiento, pero siguió agrediéndole igualmente hasta que aparecieron varios vigilantes de seguridad del Pazo de Urzáiz y amigos de la víctima, que llamaron a la Policía y a una ambulancia.

Como consecuencia de la paliza, el joven sufrió múltiples fracturas y hematomas por toda la cara y precisó de varias intervenciones quirúrgicas y reconstrucciones. A día de hoy sufre secuelas físicas, como la pérdida de parte de la visión de un ojo, cicatrices y afectación maxilar. Asimismo, sufrió un trastorno de estrés postraumático grave, con conductas de evitación y aislamiento social y continúa en tratamiento psiquiátrico.