En 1981, después de 60 años de actividad, la Panificadora de Vigo cerró sus puertas. El edificio, que se ha convertido en un elemento emblemático en el paisaje de la ciudad, comenzó su degradación hasta mostrar el estado ruinoso que presenta hoy a los caminantes.
Ahora, parece que por fin su recuperación es una realidad, después de que la Zona Franca de Vigo anunciase a finales del mes pasado una inversión de 5,4 millones para el año que viene comenzar con su rehabilitación. El proyecto, en cambio, nada tiene que ver con el que hace cinco años, dos gemelas de Vigo soñaron.
Marta y Eva Yarza son dos hermanas gemelas de Las Traviesas. Desde siempre, han estado interesadas en el arte. De hecho, desde pequeñas sus padres las apuntaron a clases de pintura con Cristina Fernández Núñez, "donde pudimos aprender a expresarnos artísticamente y a atrevernos a experimentar (desde el conocimiento de la técnica)", explican.
Esa sensibilidad artística les hizo fijarse en el vetusto edificio de la Panificadora. Ante la creciente degeneración de la construcción y a raíz de leer en el periódico sobre la futura demolición del edificio y la construcción de apartamentos que irían en su emplazamiento, con 18 años montaron una plataforma, ‘Salvemos a Panificadora’. Reino Unido también tuvo que ver en su decisión. "En aquellas fechas, habíamos hecho nuestro primer viaje a Londres, donde los vecinos acababan de rescatar la Tate Modern, una antigua fábrica eléctrica que ahora es uno de los museos de arte moderno más importantes del mundo. Ver aquello nos abrió los ojos y nos dimos cuenta de que era nuestra obligación hacer algo por la Panificadora".
Bien de Interés Cultural
Recolectaron miles de firmas, a la vez que surgieron otras propuestas ciudadanas, como ‘Outro Vigo é Posible’ y ‘Entremos na Panificadora’, y entre todos consiguieron concienciar a Vigo sobre "la importancia del edificio (por su historia y arquitectura)". Finalmente, el Concello declaró la Panificadora como ‘Bien de Interés Cultural’. "Ya no se podría tirar abajo". "Vigo no es una ciudad de grandes catedrales ni monumentos, es una ciudad industrial. No hemos tenido suerte con la arquitectura local desde que se tiró abajo el ‘plan Palacios’", argumentan.
Con el edificio salvado, tocaba esperar. "Sabíamos que el proceso para llegar a rehabilitarlo sería lento", confirman. El paso de los años parecía que cercenaba cada vez más la idea de que llegase un nuevo proyecto, como el de una Biblioteca Estatal, igual que lo hacían varios incendios que sufrió la edificación; así que en 2016, Marta y Eva volvieron a la carga. Y, de nuevo, volvían a mirar a la Tate Modern de Londres.
"Vivíamos en Londres, nos acabábamos de graduar de la Universidad Central Saint Martins y soñábamos con abrir nuestro propio estudio de diseño, pero no lográbamos tener clientes". Mientras se ganaban la vida trabajando en tiendas de ropa y restaurantes, siguieron el consejo que les dio Stefan Sagmeister, un referente del diseño gráfico, ganador de un Grammy por su trabajo para la banda neoyorquina ‘Talking Heads’: se inventaron su propio proyecto. La Panificadora volvía a aparecer en sus vidas.
Un Museo de Arte Moderno
"Siempre soñamos con hacer un proyecto de marca de un museo, así que pronto nos vino la idea de imaginar que la Panificadora no solo estaba salvada, si no que se había transformado en un museo de arte moderno". Para ello, crearon una tipografía basada en el letrero de la entrada y un estilo de diseño brutalista de formas geométricas basada en los silos del edificio; los colores de marca, el blanco y el rojo, de la bandera de Vigo.
El sueño dio un paso más: imaginaron grandes exposiciones de sus artistas favoritos, como Zhang Xiaogang, Lin Rope, Kusama, y diseñaron cómo serían los folletos. Sin despertar, otro paso más: lo publicaron en sus redes sociales y se hizo viral. Periodistas de todo el mundo quisieron saber más sobre "la historia detrás de ‘las gemelas que quieren salvar un edificio a través del diseño gráfico’", y su nombre apareció en revistas de diseño de países como China, EE.UU, Alemania o Reino Unido. "Todo fue increíble", recuerdan.
"Gracias a la repercusión que tuvo nuestro proyecto de marca, muchísimos clientes empezaron a contactarnos y poco a poco pudimos dejar nuestros respectivos trabajos y dedicarnos a tiempo completo al estudio". A su estudio, Yarza Twins, fundado hace cuatro años y que hoy trabaja para marcas como Smirnoff, Formula E, MTV o Adidas; una labor que les ha llevado a ganar en 2020 el Premio Nacional de Diseño de España y este año los Premios Galegos de Innovación e Deseño, ambos en la categoría de jóvenes diseñadores.
Para ellas, la Panificadora es algo más que un edificio, "tiene interés tanto arquitectónico como histórico". "Fue uno de los primeros edificios construidos íntegramente en hormigón armado en España y además sirvió de centro de distribución de cartillas de racionamiento durante la guerra civil española", enumeran. "Es un edificio de corte brutalista con grandes posibilidades de volverse icónico. Hay maravillosos ejemplos de rehabilitación de edificios similares, como el Zeitz Mocaa (Ciudad del Cabo), que hizo una verdadera obra de arte con sus silos", concluyen.
De los sueños, a la realidad. ¿Se imaginan que se retomase aquel proyecto? "Sería un verdadero honor para nosotras hacer la marca real de la Panificadora", contestan, aunque se muestran ilusionadas con la futura rehabilitación. Mientras tanto, les invitamos a soñar de nuevo. En su mente, construyen un nuevo espacio sin el edificio del Concello, el puente hacia el Castro ni la Consellería de Urbanismo. "Que se construyera algo más bonito, sin una barrera como la de la rúa Cachamuíña que debería estar soterrada, que respete más la muralla del Castillo de San Sebastián, las vistas al mar y el Castro". "El proyecto de Moneo era bastante interesante, la verdad", puntualizan.
Desde Londres, tienen su regreso a España en mente, "no sabemos si Madrid, Barcelona o Vigo". Por el momento, en sus habituales visitas a la ciudad podrán asistir al desarrollo del futuro proyecto del edificio que les invitó a soñar. "Siempre nos gusta decir en nuestras charlas que, así como nosotras salvamos a la Panificadora, la Panificadora también nos salvó a nosotras".