Este miércoles 23 de marzo, Domingo Villar subirá al escenario del Teatro Afundación para recoger el galardón de Vigués Distinguido. El escritor vigués, afincado en Madrid desde el año 2000, recibe así el reconocimiento de la ciudad que él ha convertido en escenario de sus tres novelas, con el inspector Leo Caldas como protagonista.
Un premio que recibe "con mucha ilusión" por varias razones. "Da gusto ver que eso de que nadie es profeta en su tierra no siempre se cumple", asegura a Treintayseis desde Madrid, a unas horas de desplazarse hasta Vigo en avión con su mujer para asistir a la gala. Para Domingo Villar, su carrera literaria tiene un vínculo inquebrantable con Vigo: "Es un paisaje maravilloso donde ubicar las tramas, el lugar emocional donde volver cuando me siento a escribir", explica. Pero destaca que lo que más le hace feliz del nombramiento es pensar en "la ilusión que le hace a mi familia, mi madre está más contenta que yo, y solo ver su sonrisa ya vale la pena".
"Para mí, la escritura es terapéutica y nostálgica, no desde el punto de vista melancólico, pero echo de menos el lugar donde viví", apunta, para reconocerse, como dice Nancho Novo, como un "madrileiro", después de tantos años en la capital. Eso sí, Vigo es su destino recurrente, especialmente en verano, cuando regresa para quedarse en la ciudad durante todo el tiempo que puede ya que "los veranos de un escritor son más largos"; calcula que todos los años pasa, por lo menos, "siete u ocho semanas" en la ciudad.
La noticia de que sería Vigués Distinguido le cogió durante una reunión por videoconferencia preparando un nuevo proyecto, "una serie", desvela, por lo que tuvo que posponer la llamada del Concello de Vigo. "No sabía para qué era", asegura el escritor, al que Abel Caballero le comunicó el nombramiento por teléfono. "Siempre es muy cariñoso conmigo. Tenemos un alcalde con alma de novelista, que escribe y que me consta que lo hace con mucha pasión, por lo que entiendo que sintiese más próximo mi nombramiento que el de otra persona que se dedique a otro ámbito".
Tres novelas de éxito
Domingo Villar cuenta en su haber con tres novelas publicadas: Ojos de agua, en 2006; La playa de los ahogados, en 2009; y El último barco, en 2019. "Soy poco prolífico", reconoce, achacándolo a la inseguridad que le genera pensar que no es bueno lo que está escribiendo, aunque destaca la parte positiva. "Me gusta porque puedo quedarme a vivir en un capítulo unos meses", además de sentenciar que su compromiso, con él mismo y con sus lectores, es "escribir el mejor libro que sea posible". Sobre la progresión que surge del tiempo entre la publicación de sus novelas asegura que es "terrible", tanto en tiempo como en la extensión. "Espero retomar la senda de lo sensato y que el nuevo libro salga antes de que se cumpla la progresión y que tenga menos páginas", promete.
El ritmo pausado de publicación también lo achaca a la manera en la que escribe sus novelas, mezclando el gallego y el castellano. "El gallego me permite situarme en el lugar emocional", explica Villar, que lo usa normalmente para las descripciones, ya que le permite "una gran cantidad de giros maravillosos, dobles sentidos, retorcer mucho más el lenguaje y afinar más la ironía". El castellano, por su parte, le da más seguridad para los diálogos, usando un lenguaje más actual, algo que con el gallego teme tirar de "giros en desuso".
Sus tres novelas le han dado un éxito que sobrepasó todas sus expectativas. La playa de los ahogados salió a las librerías con 800 ejemplares en gallego y 1.200 en castellano y se convirtió rápidamente en todo un éxito a nivel nacional; al igual que las dos siguientes, se reeditó pronto y se tradujo a varios idiomas. "He tenido mucha fortuna, todavía me sigo pellizcando", dice Domingo Villar, que reconoce que sufre el síndrome del impostor, a la espera de que alguien llegue un día para decirle que no es escritor.
Pero lo cierto es que ha conseguido crear un personaje de novela negra como Leo Caldas que engancha a lo largo de todo el mundo, y que hace que sus lectores se conviertan en peregrinos de los pasos del inspector, convirtiendo sus novelas en un espacio para descubrir o reencontrarse con lugares de la ciudad, como El Eligio, donde han llegado desde países como Holanda, Inglaterra o Israel siguiendo las huellas de Leo Caldas, como le cuentan al escritor cada vez que lo visita, algo que destaca por encima de otros grandes reconocimientos y experiencias que le ha dado su carrera literaria. "Me produce una emoción especial que se tomen la molestia, que tengan ese impulso de viajar para conocer mi ciudad".
Vigo como inspiración literaria y cinematográfica
Su ciudad, Vigo, que desde hace un tiempo se ha convertido en plató de rodaje de cine y de series, además un lugar que inspira para escribir sobre ella, como reconoce el propio Domingo Villar. "Es un lugar fantástico para que evolucione la ficción. Es una ciudad grande, pero de un tamaño manejable, con una orografía singular, con unas islas que protegen la ría y que fuera de ellas se encuentra un mar bravo, con un puerto donde llegan mercancías de todo el mundo", enumera, para destacar que Vigo "es ciudad y campo", y que sobre todo tiene "personalidad". "Tiene casi todo lo que necesitaría un escritor para situar allí su historia. Si alguien cerrase los ojos buscando el lugar ideal, probablemente la imagen no sería muy diferente a Vigo".
De hecho, el escritor no imagina otra ciudad para situar la acción de sus novelas. "Cuando cierro los ojos para escribir, se me aparece Vigo", un todo que en la mente de Villar no tiene parangón para su labor y se refiere a su "productividad relativa" mirando hacia el futuro, sus próximas obras, "a lo mejor cinco o seis" que le quedan por escribir, y que seguirán teniendo a Vigo como referente. "No quiero perder la oportunidad de volver a Vigo cada vez que escribo".
Un Vigo al que regresa hoy para recibir el cariño de la ciudad y que, después del acto de Vigueses Distinguido, le guiará a El Eligio, "que es lo que hace Caldas de mi parte cuando no estoy". Pasear cerca del mar en una ciudad que "tiene la tendencia de limitar con la Autoridad Portuaria más que con la ría", o visitar las playas de Chapela y de Tirán, donde se ambienta El último barco, es lo que señala en su mapa personal. Desde la otra orilla, rememora, "Vigo es más fotogénica".
No termina la charla con Domingo sin hablar del Celta, otro símbolo de su Vigo, de la "gran oportunidad" que tiene el equipo con las generaciones de talento que regala la cantera estos últimos años. "A mí me gustaría que el Celta tuviese su base en la identidad", asegura, porque se corre el riesgo "de no volver a contar con generaciones de chicos que podían ser la base de un equipo ilusionante y que generase un vínculo con la afición, que hermanase el vestuario con la calle".
Hoy será un día importante para Domingo, que será nombrado oficialmente Vigués Distinguido de la mano de su literatura, de Leo Caldas y de su mirada desde la diáspora madrileña que es la de muchos que viven el amor en la distancia con Vigo, pero que pocos son capaces de convertir en palabras que viajan por todo el mundo. Para su recuerdo quedará este día y, como no, la sonrisa de su madre.