Algunas de las batallas más intensas de la Guerra da Restauraçao portuguesa podrían haberse librado en la frontera galaico-portuguesa situada en el Baixo Miño. Así se desprende de un reciente estudio llevado a cabo por Rebeca Blanco-Rotea, historiadora y especialista en paisajes bélicos del siglo XVII, publicado tras un intenso trabajo de catalogación en una fortaleza descubierta en el municipio de Tomiño (Pontevedra). En él, Blanco-Rotea demuestra cómo la frontera norte de Portugal fue el escenario de la intensificación de los últimos años de la guerra, en los que Galicia trató de vencer empleando toda su fuerza bélica.

La historiadora ha logrado constatar en su estudio la importancia de las batallas libradas en la frontera galaico-portuguesa entre 1663 y 1668, los años decisivos de la Guerra da Restauraçao. Este conflicto, "que dejó a gallegos y portugueses exhaustos", tuvo una especial importancia en el entorno del Baixo Miño, algo que se demuestra gracias a la conservación de numerosas fortalezas. "Es especialmente importante lo que aconteció a lo largo de los dos márgenes del río Miño, sobre todo en su tramo final: entre Salvaterra y A Guarda y entre Monção y Caminha", explicaba Blanco-Rotea en la presentación del estudio en Tomiño.

Hasta el momento, la historiadora había identificado 45 construcciones bélicas a uno y otro lado de la "raia", 24 de ellas entre Tui y Tomiño y entre Valença do Miño y Vilanova da Cerveira, convirtiéndose en las localidades con mayor presencia de estas fortalezas. "Esto demuestra la importancia que la guerra tuvo en estas comarcas", afirma Blanco-Rotea, afirmación que se refuerza con la aparición de esta nueva fortaleza.

Presentación del estudio sobre la nueva fortaleza de Tomiño (Pontevedra). Foto: Cedida

Una catalogación que lo cambió todo

Si bien la fortaleza ya se conocía, fue una reciente catalogación del periodista Xurxo Salgado, editor de Historia de Galicia, la que identificó la edificación como un posible fuerte del siglo XVII. Hasta el momento, muchos historiadores habían calificado esta construcción como medieval, pero Rebeca Blanco-Rotea confirmó la hipótesis de Salgado: "Teniendo en cuenta el conocimiento existente sobre las campañas de guerra que se desarrollaron en esta zona del Baixo Miño, creemos que posiblemente el yacimiento se relacione con la campaña que tuvo lugar con posterioridad a la toma de Goián por parte de los portugueses en 1663″.

De este modo, el nuevo descubrimiento se suma a la importancia de los enclaves de Goián y Estás, puntos que el ejército portugués atacó en varias ocasiones para debilitar a los gallegos. La historiadora destaca la "especial virulencia" de las batallas libradas en los territorios que hoy conforman Tomiño, pues la respuesta de Galicia frente a los ataques portugueses habría sido la construcción de esta nueva fortaleza.

Fortificaciones a lo largo de la frontera galaico-portuguesa. Foto: Cedida

Blanco-Rotea refiere en su estudio que fue el condestable de Castilla, Íñigo Fernández de Velasco, quien, tras ser nombrado capitán en 1666, trató de aumentar el ejército con la intención de restaurar los daños padecidos en los años precedentes en el lado gallego de la frontera. Así, logró componer un ejército de 14.000 infantes y 1.700 caballos "que acuartela en Forcadela y después en la ribera del Tamuxe (O Rosal)". Frente a él, el conde portugués de Prado acuartela 4.500 infantes y 1.100 caballos en el fuerte de Santa Cruz (A Guarda).

"Como se deduce de la documentación manejada, en el lugar de Forcadela se construyó algún tipo de cuartel en el que se acuartelaron las tropas del condestable de Castilla, capitán general del Reino de Galicia en 1666″, explica la historiadora. Esta será la base con la que tratará de demostrar, con un estudio intensivo, si el yacimiento encontrado recientemente en Tomiño "corresponde a este cuartel o a alguno de los dispositivos fortificados para control de los pasos que son característicos en este momento y que están documentados en otras zonas del Alto y el Baixo Miño".

Necesidad de protección

Rebeca Blanco-Rotea explica que la zona en la que se encuentra el nuevo fuerte está "muy alterada por la intervención humana, con una alta densidad de ocupación del territorio, una intensa red de caminos y una fuerte explotación agrícola". Esto hará todavía más difícil "detectar la localización de este tipo de campamentos, que suelen ser efímeros y contar con una materialidad frágil".

Asimismo, destaca que el yacimiento se encuentra "muy arrasado, como consecuencia posiblemente de hechos históricos que tienen que ver con la propia guerra y los procesos postdeposicionales que sufrió con posterioridad a la misma, relacionados con las actividades de explotación agroforestal del territorio".

Por ello, la historiadora ha remitido "un completo informe de este nuevo yacimiento" a la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural de la Xunta de Galicia, con el fin de que "se inicie la protección y estudio de este espacio que permita conservar los escasos restos" que todavía se encuentren en el lugar.