Dicen que no se sabe si los gallegos subimos o bajamos, que respondemos a una pregunta con otra y que nuestra palabra favorita es "depende". Pero, lo que muchos no saben, es que en la tierra del pulpo, la morriña y la verbena somos capaces de insultar con mucho afecto -y con este artículo lo vamos a demostrar-.
Puede que algún gallego que lea esto todavía se sorprenda, pero cuando uno cruza la línea que separa esta nuestra tierra del resto de España, ninguna madre coge a su bebé en el colo, los amigos no se van de carallada, nadie se levanta para ir al chollo y, lo que es "más fuerte" todavía, la mayoría pone cara extraña cuando escucha la palabra parvo.
La palabra parvo tiene cinco entradas en la Real Academia Española y otras cuatro en la Real Academia Galega. Prácticamente todas son acepciones negativas para este vocablo que, sin duda, es un auténtico must de la jerga gallega. "Pequeño en tamaño, importancia o cantidad", es la primera entrada de la RAE, mientras que "Que ten ou demostra pouca intelixencia ou disposición", es el primer resultado que muestra la RAG tras usar el buscador.
Los académicos de la lingua también definen parvo como alguien "que se deixa enganar facilmente ou non sabe sacar proveito dunha situación" o como persona o cosa "que resulta molesta, inoportuna". Ni rastro, en definitiva, de acepción positiva o cariñosa para este término.
Así que, para rizar más el rizo y generar más controversia en torno a la ambivalencia gallega, vamos a hablar de parvo en el buen sentido del término. Y es que, antes de que el Benidorm Fest pusiera de moda eso de desterrar acepciones negativas y dar nuevos significados a los insultos -véase, lo de "Zorra"- en Galicia ya nos había salido natural: "Que parviño!"
¿Se puede insultar con cariño?
La respuesta es: En Galicia, sí. Y es que, aunque lo cierto es que parvo no ha perdido su sentido más deshonroso, en esta tierra también se usa con afecto:
- Para referirse a una persona bromista o que intenta divertir a los demás.
- Cuando alguien se tiene en poca estima y su interlocutor, que está convencido de su valía, quiere convencerle de que puede lograr lo que quiera: "¡No seas parviño, adelante!"
- Como sinónimo de ingenuo o inocente, pero siempre en el buen sentido del término.
- Cuando, como gallegos, nos ruborizamos porque nos dicen algo bonito: "¡Boh, eres parvo/a!"
Estos son solo algunos ejemplos de acepciones positivas de la palabra parvo, que, como ocurre con carallo, probablemente tenga tantas como gallegos existimos. Y es que puede que los demás no sepan si subimos o bajamos, pero nosotros nos entendemos de sobra.