De esencia cosmopolita y carácter marinero, la localidad de Sanxenxo lleva décadas coronada como la gran capital turística de las Rías Baixas. Este tesoro vacacional enmarcado en la comarca do Salnés presume de una belleza natural extraordinaria que se extiende desde su costa hasta el interior, destacando por encima del resto los 36 kilómetros de litoral que dan forma a un sinnúmero de grandes y pequeños arenales paradisíacos. De hecho, cabe recordar que Sanxenxo es líder nacional en Banderas Azules con hasta 17 distintivos, lo que convierte al municipio en uno de los destinos de sol y playa favoritos entre los viajeros que llegan a Galicia.
De todos cuantos rincones existen en el municipio, el paseo de Silgar se ha convertido por méritos propios en uno de los lugares más famosos de la localidad gallega. De hecho, es precisamente en este entorno urbanita con vistas a la bocana de la ría de Pontevedra donde se localiza el verdadero emblema de Sanxenxo: la conocida como Madama de Silgar. Esta curiosa dama de bronce que desde el 30 de abril de 1995 corona el peñasco de O Corbeiro lleva el sello del artista de Vilalonga, Alfonso Vilar Lamelas (1927-2011), el encargado de dar forma al símbolo artístico e identitario del municipio.
Además, cabe recordar que su esbelta figura fue también durante años el escenario de una tradición que todavía hoy resuena en el imaginario colectivo de los sanxenxinos: el asalto a la Madama de Silgar. Esta especie de conquista y guerra entre villas, que tenía lugar cada verano por mar y tierra, trataba de rendir cuentas de manera festiva a esa rivalidad eterna entre gatos y lilainos ―como son conocidos respectivamente los habitantes de la villa de Portonovo y el núcleo de Sanxenxo.
¿En qué consistía el asalto a la Madama de Silgar?
Como toda buena tradición que se precie, el asalto a la Madama de Silgar también surgió de una idea espontánea entre amigos. Corría el año 2002 cuando un grupo de portonoveses decidió emprender una singular travesía en barco que tenía como destino final la famosa escultura de bronce. Aquel caluroso mes de agosto el grupo de navegantes partió desde el puerto de Portonovo portando con ellos una bandera portonovesa de cuadros blancos y azules. Cuando llegaron al peñasco sanxenxino, para asombro de los presentes los asaltantes dejaron clavada su bandera en la Madama de Silgar, sellando para siempre una conquista simbólica que daría pie a una nueva tradición festiva en el municipio. Este evento de confrotación entre gatos y lilainos solía coincidir con la celebración del Día do Can, la cual tenía lugar en el marco de las fiestas patronales en honor a San Roque en Portonovo.
El evento alcanzó tal fama y repercusión que cada nueva edición eran más las personas que en aquella jornada festiva se acercaban hasta el paseo de Silgar para contemplar o participar en la curiosa contienda entre las dos principales villas del municipio. Lo cierto es que durante varios años los portonoveses lograron hacer ondear su bandera sobre la citada dama de bronce de Silgar, a excepción de veranos como el de 2011, cuando la resistencia opuesta por los lilainos evitó que el estandarte blanquiazul ondease más tiempo que el local.
Ahora bien, a pesar del espectáculo y el ambiente festivo que se generaba en la localidad con cada nuevo asalto, el evento en cuestión ―sobre todo tras el aumento de la partipación― nunca estuvo exento de polémicas. De hecho, en más de una ocasión se llegaron a producir peleas, heridos, denuncias y hasta quemaduras entre los asistentes. No obstante, el final definitivo de la tradición del asalto a la Madama llegaría con los cambios en la organización y la prohibición oficial de Portos.