Couto Mixto, el microestado más pequeño del mundo que existió entre Galicia y Portugal
- Este singular territorio en el valle del río Salas floreció durante la Baja Edad Media y mantuvo su independencia durante casi 700 años, hasta 1868, tras la firma y entrada en vigor del Tratado de Lisboa
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En Galicia, la historia detrás de La Ciudad de los Muchachos de Benposta, el utópico estado independiente creado por un joven sacerdote comunista de alma circense, sigue despertando fascinación, a pesar de que en el presente únicamente queden sus ruinas. Ahora bien, esta no fue la única "república" que existió en el territorio gallego. En la frontera entre Galicia y Portugal, hace ya varios siglos, el denominado Couto Mixto (en portugués: Couto Misto) emergió como un microestado único y singular.
Enmarcado en las entrañas del valle del río Salas y con apenas 26,9 kilómetros cuadrados de superficie, este diminuto reino, ahora casi olvidado, se destacó como uno de los primeros experimentos democráticos de la historia moderna. Gobernado por sus propios vecinos bajo unos privilegios extraordinarios, el Couto Mixto logró mantener su independencia durante siglos antes de ceder su autogobierno en favor de España, dejando tras de sí una historia cautivadora marcada por el espíritu libertario y su peculiar lugar en la frontera entre dos mundos.
Este territorio plagado de encanto y misterio se alza en los confines de la provincia de Ourense, a solo dos horas en coche desde Vigo, como un destino perfecto para una escapada inolvidable. Adentrarse entre sus calles es como abrir una ventana al pasado, un salto fascinante a la historia de una micronación que desafío al tiempo y las fronteras, preservando su independencia intacta durante casi 700 años. En Couto Mixto, cada piedra y cada rincón susurran relatos de libertad, haciendo del lugar un auténtico viaje a otro mundo.
La historia de Couto Mixto
El origen exacto de O Couto Mixto sigue siendo hoy en día un enigma, envuelto entre leyendas y fragmentos de la historia. Sabemos que su existencia se remonta a la Baja Edad Media, vinculada al Castillo de Picoña y, más tarde, a la poderosa Casa de Bragança. Lo extraordinario es que este pequeño territorio fronterizó logró estructurarse como una entidad independiente, con una organización política y jurídica propia, comparable a la de un Estado soberano.
Ni bajo la corona de España ni de Portugal ―recordemos que España, tal y como la conoces, aún no existía―, el Couto Mixto floreció en un contexto europeo convulso, en mitad de un tablero caótico donde infinitas guerras de poder definían las fronteras. En este escenario, este microestado resistió durante siglos como una rara avis, convertido, posiblemente, en el primer territorio democrático de Europa. Sin duda, una tierra excepcional que supo proteger su autonomía en medio de una época marcada por la lucha entre reinos y señores.
Después de casi 700 años de autonomía, el capítulo final de este curioso microestado llegaría con la firma del Tratado de Lisboa, en 1868, que selló su destino. La mayoría de los dominos de Couto Mixto pasaron entonces a estar bajo la soberanía española, mientras que, como contrapartida, las llamadas aldeas promiscuas (Soutelinho da Raia, Cambedo y Lamadercos) quedaron bajo el control de Portugal. Curiosamente, no todo el territorio del Couto Mixto cayó en manos de España: una pequeña franja deshabitada, utilizada como pasto, se incorporó al municipio luso de Montalegre. Así, un fragmento de este histórico enclave quedó perpetuado como un nexo simbólico entre ambos países, grabada para siempre siempre en la memoria compartidas ambas naciones.
Derechos, privilegios y bandera
Bañada por las tranquilas aguas del río Salas, esta pequeña y anómala nación disfrutó en sus tiempos de una serie de derechos y privilegios muy excepcionales que la hicieron única. Entre ellos, destacaba su capacidad para ofrecer asilo a fugitivos de la justicia portuguesa y española, siempre y cuando no hubieran cometido delitos graves. Además, sus habitantes estaban exentos de pagar impuestos, de realizar el servicio militar en ambos reinos y gozaban de total libertad para comerciar y cultivar lo que deseasen. Por si fuera poco, podían elegir entre la nacionaliad española o portuguesa, un lujo impensable para la época. Toda esta lista de prerrogativas reflejaba no sólo su autonomoía, sino también su posición estratégica como territorio neutral en un mundo gobernado por rígidas fronteras y disputas constantes.
Los habitantes de Couto Mixto también se enorgullecían de tener su propia bandera, otro importante símbolo de identidad y autonomía. Según narran las memorias de Delfín Modesto Brandón, el penúltimo jefe de este peculiar microestado, la insignia consistía en dos franjas verticales: una blanca y otra azul. Aunque el origen de este emble sigue siendo un misterio, su diseño recuerda a la bandera portuguesa utilizada entre 1830 y 1910, pero con los colores invertidos. Sin embargo, el detalle de sus proporciones cuadradas sugiere que podría tratarse de una creación aún más antigua.