Casa Rectoral de Amil

Casa Rectoral de Amil Wikimedia

Cultura

La casa rectoral de Pontevedra famosa por su cubierta de vieiras y con una torre medieval

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En el imaginario colectivo de Galicia, la concha de vieira se ha convertido en el emblema por excelencia del Camino de Santiago. No obstante, y más allá de su valor simbólico como guía espiritual de peregrinos, este molusco bivalvo ha dejado en Galicia una impronta que trasciende el ámbito religioso. Su historia se entrelaza, de alguna manera, con la cotidianidad y la creatividad de las gentes más próximas al mar, quienes supieron reconocer en la vieira un recurso práctico y sorprendente en el ámbito constructivo y arquitectónico. 

En tiempos remotos, cuando las necesidades inspiraban el ingenio, las conchas de vieira empezaron a utilizarse como material de cobertura aislante en los pueblos más próximos al océano. Su estructura resistente y diseño natural en forma de abanico ofrecían una solución eficaz y estética frente a la constante humedad marina. Así, estos restos del mar se transformaron poco a poco en aliados perfectos contra los embates del clima, integrándose con armonía en el paisaje de muchos barrios marineros marcados por la tradición, como es el caso de San Tomé do Mar, en Cambados. También en la comarca do Salnés se encuentra una joya arquitectónica famosa por su cubierta marinera: la Capiila de San Caralampio, la única en el mundo cubierta en su totalidad por conchas de vieira.

Si bien estos ejemplos constructivos son más comunes en las villas costeras, el interior de la provincia de Pontevedra también guarda un sorprendente testimonio de esta práctica en el rural gallego. A sólo media hora de la Boa Vila, en el corazón de Moraña, la casa rectoral de Amil es conocida por su singular fachada decorada con conchas de vieira. Este peculiar edificio parroquial no sólo destaca por su revestimiento, sino también por el conjunto arquitectónico que lo rodea, compuesto de elementos tradicionales y una torre defensiva de la Edad Media. 

Esencia marinera en el interior de Pontevedra

Vista en detalle de la fachada con conchas de vieira

Vista en detalle de la fachada con conchas de vieira Turismo Rías Baixas Moraña

En las entrañas de las Rías Baixas, la casa rectoral de Amil se alza como un ejemplo destacado de la integración entre la arquitectura, la tradición y la dimensión social que alcanzaba la religión en los tiempos de su construcción. Enmarcada en las cercanías de la iglesia de San Mamede y el archiconocido Santuario dos Milagres de Amil, este conjunto arquitectónico, tan propio de la Galicia rural, refleja la importancia de los edificios eclesiásticos como epicentros de la vida comunitaria, tanto en lo referente a las pequeñas aldeas como en los núcleos urbanos. 

Esta casa rectoral morañesa, una vivienda de pueblo de estructura sencilla, está construida en perpiaño de granito, un tipo de piedra más larga que ancha, de forma rectangular y con las caras sin tallar. La estructura está organizada en dos plantas rectangulares con chimenea y tejado a dos aguas en teja del país. Ahora bien, lo que hace especialmente singular al edificio, en comparación a otras casas de la misma tipología, tiene que ver con la ornamentación de una de sus fachadas, revestida en su mayoría con conchas de vieira. Un elemento decorativo distintivo de la comarca que conecta esta construcción con el paisaje cultural del Camino de Santiago.

Símbolos de poder

Conjunto formado por la casa rectoral, el hórreo y el palomar

Conjunto formado por la casa rectoral, el hórreo y el palomar Wikimedia Moraña

Este tesoro patrimonial en Moraña va más allá de su fachada, pues la vivienda principal se encuentra rodeada de otros elementos auxiliares que le confieren una identidad profundamente gallega. Entre ellos, destacan el hórreo y el palomar, que refuerzan tanto su funcionalidad como su carácter rural. No obstante, la verdadera joya histórica del lugar es la torre defensiva anexa a la rectoral, de estructura circular y cuyos orígenes se remontan a la Edad Media. Según apuntan algunos estudiosos, el torreón pudo haber formado parte de un sistema defensivo más amplio, tal y como sugieren algunos topónimos de la zona como "Torre de Arriba" y "Torre de Abaixo". En cualquier caso, todos estos elementos, además de cumplir una función práctica, reflejaban el estatus y el poder de sus propietarios en el contexto social, religioso y político de la época.