El arco prerrománico que sobrevivió siglos en Panxón: una reliquia sueva a un paso de Vigo
- El Arco Visigótico de Panxón conforma un tesoro patrimonial único en Galicia que inspiró la construcción del Templo Votivo del Mar, obra del arquitecto gallego Antonio Palacios
- Te podría interesar: El mosaico romano de Panxón regresará a Nigrán (Pontevedra) para quedarse
En pleno corazón de las Rías Baixas, Nigrán se ha convertido en uno de esos rincones que encarnan la esencia más pura de Galicia. Playas de arena fina y dorada que se funden con el Atlántico, paisajes que parecen extraídos de una postal y una gastronomía capaz de conquistar hasta los paladares más exigentes hacen de esta encantadora localidad, situada a sólo media hora de Vigo, mucho más que un destino turístico: es un refugio para los sentidos, un auténtico paraíso sobre la Tierra.
Lo cierto es que Nigrán no es sólo belleza natural. Su ambiente sosegado resguarda un legado cultural e histórico que invita a viajar en el tiempo. Entre sus tesoros más singulares se encuentra el Arco Visigótico de Panxón, una joya de la arquitectura sueva que, con su enorme particularidad y valor artístico, se erige como una de las contadas manifestaciones del arte germánico en Galicia. Este rincón mágico, enmarcado en las entrañas del barrio marinero por excelencia de Nigrán, combina a la perfección la riqueza del pasado con la autenticidad del presente, haciendo de este municipio pontevedrés un lugar imprescindible para los amantes de la historia y la cultura.
Historia y cultura sempiterna
A los pies del emblemático Templo Votivo del Mar de Nigrán se alza uno de los tesoros históricos más valiosos de la comarca de Vigo: un arco prerrománico de herradura con escasas manifestaciones en Galicia, el cual en sus orígenes formó parte de un templo religioso que hunde sus raíces entre los siglos VI y VII. No obstante, un estudio realizado en 2016 por el doctor de la Universidad de Santiago, José Carlos Sánchez, situó su construcción entre los siglos IX y X mediante la prueba de Carbono-14, añadiendo unos 300 años a su cronología inicial y apuntando a una posible influencia mozárabe. A pesar de la nueva datación, sigue siendo un ejemplo singular en Galicia, sin parangón en varios kilómetros a la redonda.
En cualquier caso, los vestigios de esta antigua capilla dejan entrever el singular arco prerrománico de herradura, más conocido como el Arco Visigótico de Panxón. Este valioso testimonio del patrimonio de Nigrán fue aprovechado en su día para dar acceso al prebisterio de la ya desaparecida iglesia parroquial de San Xoán de Panxón. Durante décadas, el arco en cuestión permaneció casi invisible ante los ojos de quienes pasaban por el lugar, hasta que en 1926, con motivo de las obras de reconstrucción de la capilla, comenzó a despertar un mayor interés y recuperó parte de su valor.
Declarado como Bien de Interés Cultural en el año 1964, el arco se consolidó entonces como un símbolo clave dentro de la historia de la comarca, dejando su huella incluso en el futuro Templo Votivo del Mar. El arquitecto gallego Antonio Palacios, encargado en un primer momento de la ampliación de la iglesia, encontró en la elegante curvatura de esta pieza única la inspiración para diseñar una de sus obras más icónicas. Lo más curioso es que, ante la importancia del descubrimiento, Palacios decidió abandonar el proyecto inicial y apostó por crear un templo de nueva planta desde cero: el célebre Templo Votivo del Mar. Además, él mismo pidió como condición para realizar el proyecto de manera gratuita la conservación del viejo arco, lo que subraya aún más si cabe su reconocimiento y respeto hacia este legado histórico.
Historia reciente del monumento
Esta joya patrimonial de Nigrán conserva su estructura apoyada sobre dos columnas, aunque en su origen eran cuatro las sostenían el conjunto. Hoy en día, se pueden admirar también los restos del ábside cuadrangular que da acceso al arco triunfal de herradura. Este arco, compuesto por 21 dovelas de diferentes tamaños y equilibrado diseño, se apoya sobre las dos citadas columnas de fuste liso con capiteles de inspiración corintia, decorados con hojas e incisiones paralelas que capturan la atención por su delicaca ornamentación. Parte de estos pilares permanece hundida bajo el suelo, lo que sugiere que en el pasado el arco se alzaba sobre una entrada significativamente más alta.
Por su técnica de ejecución, el arco ha sido identificado por expertos como una construcción germánica, descartándose su reutilización de una obra romana anterior. Dentro de las ruinas se conserva también la tapa de una sarcófago antropomorfo de probable origen suevo, integrado a un muro próximo e identificado en 1963. La pieza fue trasladada más tarde al ábside del templo y sus características a nivel decorativo permiten situarlo en un período entre el siglo V o VII.
Durante la década de los años ochenta, una nueva excavación reveló las cimentaciones originales del templo, que dibujan una característica planta de cruz griega. Estas estructuras fueron reutilizadas en el siglo XVII para reformar la iglesia, configurando la apariencia que se mantuvo hasta su desaparición definitiva en el siglo XX.