Entre las aguas de la ría de Pontevedra emerge la silueta de una de las islas con más historia y menos conocidas de esta zona de las Rías Baixas, la Illa de Tambo. Situada cual ballena varada entre Marín y Combarro, la isla presenta una forma ovalada, piramidal y arbolada, con una superficie que apenas alcanza las 28 hectáreas y una altura máxima de 80 metros en el Monte San Fagundo.
Tambo se ha mantenido aislada del ojo del turista durante años, en parte debido a su uso militar que no permitía acercarse o fondear a menos de 200 metros, manteniendo de esta forma un auténtico tesoro arqueológico y natural. Su origen más remoto se vincula a la vida ermitaña y monacal, si bien previo a ello hay constancia de la existencia de un castro, perteneciente a la Edad de Hierro, en la cota más alta de la isla.
A vista de pájaro, Tambo destaca por sus bajos acantilados y las playas contiguas de Area da Illa y Adreirá, ubicadas en la parte norte de la isla. También tres pequeños embarcaderos y un antiguo faro conforman su paisaje exterior. Pero en su interior, Tambo alberga los restos de varias construcciones con siglos de historia y que dejan constancia de las diferentes utilidades que se le ha dado la isla: la iglesia monasterial, el lazareto o el polvorín aún mantienen en pie algunas de sus estructuras.
El paso del tiempo actuó también sobre su nombre. En sus primeras referencias la isla era denominada como Thalavo, Tanavo y Toambo, y muchos historiadores asocian el topónimo a la raíz latina "tumulus" o a la griega "tumbos", en relación a su forma. En 1105, en un primer escrito del padre Sarmiento sobre una donación hecha por el conde Don Ramón, se alude a la isla de Thalavo. Unos diez años más tarde, es el nombre de Tanavo el que aparece en un documento sobre otra dádiva, esta vez a cargo de doña Urraca. No fue hasta el siglo XVI cuando sería reconocida con su actual nombre.
Retiro de ermitaños y monjes
Los hallazgos de un castro, un sarcófago de piedra, un núcleo de Sílex en las proximidades del faro y un molino navicular en Area da Illa constatan que la historia habitada de la isla de Tambo se pierde en el tiempo. Con certeza, el trajín de personas e instituciones se inicia allá por el siglo VI con la fundación de una ermita por el Obispo de Braga, San Martín Dumiense. En la actualidad, de ella no quedan ni los restos, ya que un siglo después se estableció en el mismo lugar un monasterio benedictino, obra de San Fructuoso y dedicado a Santa María de Gracia, del cual aún se conserva parte de la capilla y una fuente.
La vida ermitaña llenó Tambo desde finales del siglo XIII a principios del XVI. Tres caballeros pontevedreses: Juan de Magallanes, Paulo Sotelo y Benito de Bouzas fueron los primeros, y más tarde, varios frailes franciscanos trasladarían sus rezos al solitario islote.
Cuando el pirata Francis Drake invadió Tambo
Considerado un honorable corsario en Inglaterra, Francis Drake se ganó a pulso el título de pirata en las costas españolas. Entre sus hazañas más conocidas destaca el haber chamuscado las barbas de Felipe II o el convertirse en el primer inglés en dar la vuelta al mundo. Lo cierto es que, dada la situación de Galicia en la ruta hacia las Américas o Portugal, los puertos gallegos sufrieron numerosos asaltos por parte de esta flota inglesa.
La isla de Tambo vivió en sus propias carnes estos saqueos. Sobre el año 1589 las tropas de Drake arribaron a las rías de Vigo y Pontevedra, robando y destruyendo todo a su paso. En Tambo el silencio y la calma de siglos de retiro se rompió de golpe con la llegada de Francis Drake. El monasterio fue destruido en el ataque y la imagen de la Virgen de Gracia arrojada al mar a manos del propio pirata. La leyenda cuenta que varios pescadores de la zona rescataron la efigie y erigieron una capilla en Combarro en su honor, donde todavía hoy se le rinde culto. En el siglo XVIII la capilla fue reconstruida y pasó a rendir culto a San Miguel, devoto de los marineros.
El resguardo sanitario de la ría de Pontevedra
Después de años de actividad poco relevante, en 1865 se construyó en la isla un lazareto, propiciado en gran medida por el auge que estaba experimentado el puerto de Marín. Muchos marineros infectados o sospechosos de padecer alguna enfermedad contagiosa eran derivados a Tambo, donde debían guardar cuarentena.
Pero la nueva utilidad de la isla no tardó en generar controversia entre los vecinos más próximos. Las protestas de los pontevedreses precipitaron su cierre en 1879, siendo trasladada esta instalación sanitaria a la isla de San Simón, en la ría de Vigo.
Titularidad, arsenal militar, historia reciente y cómo visitarla
En el transcurso de los años la isla pasó a ser propiedad privada y sus usos volvieron a fluctuar. Un proyecto fallido de cárcel militar, un depósito de carbón privado o un criadero de ostras son algunos ejemplos. La titularidad de la misma también se fue sucediendo, en 1905 recayó en los políticos Eugenio Montero Ríos y Valentín García Escudero, y años después en manos del Estado. En 1922 y tras el balizamiento de la ría de Pontevedra, se construyó el Faro de Tenlo Chico, en la parte sur de la isla. Una torre de mampostería, de 20 metros de altura, que terminaría de equiparse en el año 1955.
Ya en los años 40 la isla se convirtió en una zona de uso militar. Con la apertura de la Escuela Naval Militar en 1943, y hasta el año 2002, Tambo albergó en su interior un arsenal militar y fue usada como campo de maniobras de la Armada Española. Durante este periodo se construyeron barracones, donde se alojaban los militares asignados a la vigilancia; una cantina a pie de playa, que era utilizada durante el verano con las visitas de familiares, y un polvorín subterráneo de la Marina, entre otras.
En el 2002 volvió a formar parte del ayuntamiento de Poio, aunque su administración sigue a cargo del ejército. El traspaso de Tambo a manos de la Xunta de Galicia para su uso público y protección lleva años paralizado por la demanda de un particular. Desde el 2018 la Escuela Naval permite las visitas organizadas en determinadas épocas del año, normalmente en los meses de primavera y verano, y previa autorización.
La asociación Irmandade Illa de Tambo organiza desde entonces un programa de visitas guiadas, normalmente las realizan en días contados de julio y agosto y con un aforo máximo de 50 personas por día (este verano se redujo a la mitad por la normativa covid). La entrada es de 14 euros para adultos y 10 euros para menores de entre 6 y 12 años. El barco hacia Tambo parte del puerto de Combarro a las 10:00 horas y la vuelta se realiza a las 13:30 o 14 horas. En su página de facebook actualizan toda la información necesaria para la reserva, que se puede realizar a través del mail irmandadeilladetambo@gmail.com.