Para conocer la historia del emblemático Pazo Baión, en Vilanova de Arousa, hay que remontarse hasta nada menos que el siglo XV, hundiendo sus raíces en una casa-torre fundada por los Sarmiento. Los muros de la Casa de Fontán, como primeramente fue conocida, han acogido a algunas de las familias nobles más destacadas de Galicia, como los Figueroa, los Soutomaior o los conde de Priegue. La historia del Pazo es también la historia de la emigración o del narcotráfico en Galicia, y actualmente, la de un auténtico referente para el mundo del vino y el enoturismo en las Rías Baixas.
El retorno de un emigrante que cambió al Pazo Baión
A principios del siglo XX, Adolfo Fojo Silva, un adinerado emigrante gallego que había hecho fortuna en Argentina gracias a la importación de tejidos, retornó a Galicia y se hizo con la propiedad. Fojo ordenó la entera reforma y reconstrucción del pazo, sumó a las palmeras unas torres victorianas y el resultado fue la característica arquitectura british que actualmente abandera. Y digo palmeras, porque por aquel entonces tener un ejemplar en los jardines y entradas de las casas solía significar que en el lugar vivía un indiano, la denominación coloquial para referirse a aquellos que habían vuelto enriquecidos de las américas.
En los terrenos de la finca también se construyó uno de los establos más grandes de la zona, dedicado a la producción de leche. Se habilitó una zona para el cultivo del cereal, se creó una modesta bodega y se destinó una pequeña parte a la producción del vino. En los años 70, los herederos del empresario indiano vendieron la propiedad, y sus nuevos dueños realizaron la primera plantación técnica de Albariño en las Rías Baixas, convirtiéndose en unos pioneros y referentes del sector.
Un pasado vinculado al narcotráfico
Si Falcon Crest se hubiese rodado en Galicia, el Pazo Baión, muy probablemente, hubiese sido el escenario de aquel gran culebrón americano, aunque con alguna que otra trama de fondo. La titularidad de las casi 300 hectáreas de fincas y viñedos pasaron en la década de los ochenta a manos del matrimonio formado por el contrabandista y narcotraficante Laureano Oubiña y Esther Lago. Aquí daría comienzo la etapa más polémica y compleja del Pazo Baión. Era un secreto a voces que la producción dedicada al vino albariño, o más bien la poca producción, que allí se llevaba a cabo tenía como fin el blanqueo de sus capitales.
Baión se había posicionado como un emblema de la ostentación y la impunidad de los narcos, al menos, hasta la conocida Operación Nécora: una de las mayores redadas contra las bandas del narcotráfico que operaban en las rías gallegas, llevada a cabo en la década de 1990. Un contingente de agentes se desplazó desde Madrid a Galicia, arrestando a grandes contrabandistas de tabaco que se habían reconvertido al negocio de la droga. La operación se saldó con la detención de varios miembros de diferentes clanes, entre ellos, Laureano Oubiña.
También del pazo, y de esa época, ha trascendido en el tiempo y en el imaginario de miles de gallegos el retrato en 1994 de las madres de drogodependientes, lideradas por Carmen Avendaño, en una manifestación por la puesta en libertad de Oubiña a las puertas de la fastuosa finca. Ya en enero de 1995, cinco años después de la Operación Nécora, el Pazo Baión fue intervenido por el juez Carlos Bueren, mientras que Baltasar Garzón procedió a su embargo para hacer frente a una multa que ascendía a la estrepitosa cifra de quince millones de euros.
De Oubiña, Freixenet y herencias
Para evitar la paralización total de la empresa vitivinícola, el Estado arrendó la gestión de la propiedad en 1996 a la catalana Freixenet, que mantuvo la explotación durante 13 años. El gigante del sector vio en el pazo un diamante en bruto. Por aquel entonces Freixenet llegó a comercializar botellas de Pazo de Baión y de Vionta con una singular etiqueta que indicaba que la adega estaba intervenida por la Audiencia Nacional, y que, casi sin quererlo, resultó ser todo un filón de marketing.
Tiempo después, cuando el Estado trató de poner a la venta la finca, las hijas de Oubiña y Lago presentaron un escrito en el que alegaban que esta era parte de la herencia de su madre, fallecida en febrero de 2001 en un accidente de coche en Cambados. Finalmente, y tras un largo proceso, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos autorizó la venta. Con el fallo recién dictado, Freixenet no ocultó ni por un segundo su interés por hacerse definitivamente con el dominio.
Cuatro conocidas bodegas y una única puja
En el año 2007 se llevaría a cabo la puja pública de Pazo Baión, siendo cuatro las bodegas interesadas en adquirirlo: Freixenet, Marqués de Riscal, Bodegas Martín Códax y Condes de Albarei. En el transcurso, la bodega catalana sufrió un duro revés al quedar excluida tras una primera oferta de 11 millones, frente a los 13 presentados por los otros tres candidatos. José Ferrer, presidente de honor de la empresa, declaró en aquella época: "ellos ofrecieron el máximo que permitía el concurso, pero nosotros, que llevamos más de una década al frente de la gestión del pazo, sabemos que el valor real no es superior a los once millones".
En verano de 2008 se terminaría por desvelar que la ganadora de la puja había sido la cambadesa Condes de Albarei, por algo más de 15 millones de euros. La adega se convirtió automáticamente en la poseedora del mayor número de hectáreas de albariño de toda la Comarca do Salnés.
El Pazo de Baión a día de hoy
Condes de Albarei ha logrado fusionar en un solo proyecto la faceta más vinícola y social del Pazo Baión: con la elaboración de albariños y vinos de pago, la creación de un centro enoturístico de referencia y la implicación social con las personas drogodependientes. En este último aspecto, la bodega reserva jornales de trabajo anuales a personas en proceso de rehabilitación y destina un 5% de los ingresos a asociaciones que trabajan en la prevención de adicciones.
Después del proyecto de restauración de la propiedad, la necesidad pasaba por renovar su imagen y, para ello, la empresa cambadesa convocó un concurso público al que se presentaron 357 obras. El ganador fue el diseñador madrileño Lucas Gil-Turner con su proyecto Metamorfosis, que hacía especial hincapié en la transformación de la finca, en su día emblema del narcotráfico y en aquel momento, en su camino para convertirse en una de las mecas del turismo enológico.
Pazo Baión es en la actualidad un auténtico microuniverso que merece la pena visitar y disfrutar. Desde 2016 presume de ser el “Mejor rincón o paisaje enoturístico de España” en los premios otorgados por Acevin. Condes de Albarei ha conseguido reescribir la turbulenta historia del pazo y devolverle todo su esplendor. Sus espacios naturales, la casa solariega, el palomar, el establo, los viñedos y las bodegas son en suma el gran atractivo arquitectónico y paisajístico de la finca. Esta ofrece diferentes posibilidades de tours de enoturismo, a partir de los 12 euros por persona, para descubrir el entorno y finalizar la visita con una degustación de los caldos allí cosechados. Debido a la situación extraordinaria derivada de la pandemia por Covid-19, las visitas están siendo atendidas con reserva previa.