En el lugar de Ponte Arnelas, salvando los límites naturales impuestos por el río Umia, se encuentra situado un antiguo puente romano que sirve de conexión entre los municipios de Ribadumia y Vilanova de Arousa. Este pequeño viaducto fue construido durante la Edad Media y restaurado después en el siglo XVI por mandato de Felipe II, al tratarse de un punto de gran importancia como vía de comunicación para el transporte de mercancías de la costa al interior. Se le conoce como Ponte dos Padriños o Ponte dos Albertes, y su nombre e historia están ligados a un ancestral ritual de fecundidad y bautizo prenatal.
A lo largo del tiempo, para los pueblos que rodean al cauce del Umia, este río siempre ha tenido una gran importancia a nivel social y cultural. Desde su nacimiento en Aciveiro (Forcarei) hasta su desembocadura en la ría de Arousa, las aguas del Umia se han convertido en más de una ocasión en las protagonistas de numerosas historias y leyendas de origen mitológico, entre ellas la del puente dos Padriños. Según dice la tradición, el caudal de este río posee unas propiedades milagrosas que permiten a las mujeres resolver sus problemas de fertilidad.
A uno de los lados de la pasarela, se sitúa la capilla de Santa Marta, donde cada 29 de julio tiene lugar la famosa Romería de Santa Marta, en la que cientos de devotos acuden al lugar para curar o prevenir los males de oído. Durante la celebración también se festeja una de las tradiciones gastronómicas más importantes de la zona con una multitudinaria degustación del pulpo.
El ritual de fertilidad en cinco pasos
En el entorno del puente dos Padriños, la religión, la magia y el agua se entremezclan como elementos fundamentales para poder llevar a cabo el ritual de fecundidad. De acuerdo con la leyenda, las mujeres que no podían tener hijos, o que habían sufrido algún tipo de aborto, debían dirigirse a este puente romano antes de la medianoche y seguir cinco sencillos pasos para poder quedarse embarazadas y llegar a buen término.
Para ello, la mujer en cuestión tendría que llegar al lugar acompañada de una pequeña comitiva (formada o no por su familia) y una ingente cesta de comida. La función de esta comitiva durante toda la ceremonia sería la de evitar que la pasarela fuese cruzada por cualquier otra persona o animal, además de mantener el entorno sumido en un silencio absoluto.
Aunque los matices de la historia varían de un lugar a otro, la versión más extendida explica que la mujer y los acompañantes debían esperar a la llegada de algún forastero que quisiese cruzar la construcción ―en otros relatos era uno de los varones de la comitiva― para encomendarle la tarea del "bautizo prenatal". Para ello, el hombre debía recoger una porción de agua del río Umia, y una vez cruzado el puente, arrojarla sobre el vientre de la mujer. En las explicaciones más antiguas se menciona el uso de un caldero para el cometido, mientras que en las más recientes se suele hacer referencia al uso de una viera, quizás en parte por tratarse de una zona de paso de la Ruta Xacobea por Mar Traslatio.
En cualquiera de los casos, al mismo tiempo que el hombre vertía el agua sobre la barriga de la mujer, esta debía fijar su mirada en un cruceiro que se encontraba al frente mientras recitaba: "que Dios proteja a su familia". Para agradecer el acto altruista del forastero, el final de este famoso ritual incluía un banquete de celebración en el propio viaducto, en el que todos los presentes debían arrojar la vajilla utilizada por encima de sus cabezas hacia la corriente al acabar. Nueve meses después, si el ritual había surtido efecto, el foráneo sería elegido como el padrino del niño o niña, que recibiría el nombre de Alberto, Alberta, Berto o Berta en honor a la efigie de piedra de San Alberto situada en el cruceiro que presidía el puente romano.
Ruta del río Umia
El puente dos Padriños es también el punto de partida de una senda fluvial de unos 5,5 kilómetros de distancia que transcurre en paralelo al río Umia, y que finaliza en el mismo lugar en el que se ubica el Pazo de Barrantes, en Cambados. Se trata de una ruta homologada de baja dificultad, y que es posible realizar en una duración estimada de dos horas. Además, existen zonas acondicionadas para el descanso en varios puntos a lo largo de todo el trayecto.
La senda sigue el curso del río y cruza en varias ocasiones sus márgenes por los puentes de Santa Marta, Cabanelas y Barrantes. El recorrido deja también a su paso unas bonitas panorámicas de las grandes extensiones de viñedos que llenan esta zona vitivinícola de la comarca do Salnés.