Enmarcada en el corazón de las Rías Baixas, Vilaboa constituye uno de los grandes desconocidos en cuanto a destinos turísticos de las tierras de Pontevedra. Esta localidad bañada por las aguas de la ría de Vigo se encuentra envuelta por un entorno natural y geográfico privilegiado, a medio camino entre la comarca do Morrazo y la histórica capital de provincia. Su línea costera se abre ante la pequeña ensenada de San Simón y en sus límites territoriales se ubican algunos rincones tan destacados y concurridos como el mirador de Cotorredondeo o el lago de Castiñeiras.
Pero más allá de la riqueza natural y paisajística de Vilaboa, la localidad también ofrece a sus visitantes una importante muestra del patrimonio histórico, cultural e incluso industrial que se extiende por todo el territorio. Sin ir más lejos, en el caso particular del legado fabril, uno de los ejemplos más interesantes de la villa pontevedresa nos traslada hasta la parroquia de San Adrián de Cobres y su particular horno de cal, conocido popularmente como "Caleira o Forno de Cal de Cobres". En la actualidad, esta antigua construcción, catalogada como Bien de Interés Cultural y que hunde sus raíces en el siglo XIX, ha sido restaurada con el objetivo de convertir este rincón en un punto de encuentro socio-cultural y un activo turístico más para Vilaboa.
Pasado y presente del horno de cal de Vilaboa
En muchas zonas de Galicia donde abundaba la roca caliza, antiguamente era bastante habitual encontrar algún que otro horno artesanal dedicado a la fabricación de cal, si bien la presencia de estas construcciones se fue reduciendo con el paso del tiempo hasta el punto de existir lugares donde no queda ni una sola huella de este patrimonio industrial. En el caso particular de Vilaboa, la caleira de Cobres conforma un auténtico testimonio vivo de este pasado vinculado a la obtención de cal en el entorno de Punta de Travesada. Es importante señalar que hasta hace relativamente poco, este horno de cal se encontraba en un estado semiruinoso y sumido por completo en la maleza, si bien a finales del año 2022 comenzaron los trabajos de recuperación, acondicionamiento y puesta en valor de la zona, brindando una segunda vida a este símbolo industrial de la ría de Vigo.
Según los registros existentes, el horno de cal de la localidad pontevedresa fue construido en el siglo XIX y mantuvo su actividad hasta bien entrada la década de los 60. Se trata de una construcción de forma tronco-piramidal, realizada en piedra finamente esculpida y cuyas dimensiones alcanzan los 7 metros de altura por 7,5 de diámetro en su base. De hecho, la estructura se va estrechando en su parte posterior hasta acabar en una abertura circular de apenas 2.5 metros, simulando la estética de una gran chimenea. Como ya mencionamos unas líneas más arriba, estos hornos gallego solían extenderse por zonas de abundantes rocas calcáreas y estar situados cerca de importantes vías de comunicación para el transporte de material. En el caso de Vilaboa, en el entorno todavía se conserva la estructura de un muelle de piedra que sirvió tanto para abastecimiento como para el posterior traslado de la cal obtenida.
En cuanto al funcionamiento de este tipo de estructuras industriales, cabe destacar que se trataba de una actividad bastante compleja y laboriosa. Antiguamente, los trabajadores del horno tenían que, en primera instancia, descargar las piedras que llegaban por mar desde Santoña (Cantabria) y amontonarlas dentro del horno para su posterior cocción. Cuando todos los materiales estaban ya dispuestos sobre la estructura, el horno se encendía y comenzaba la cocción de la cal. Este proceso podía llegar a durar varios días en los que el fuego no se podía apagar ni de día ni de noche, siendo necesarias varias personas para el retirado de cenizas (una labor que solían realizar los niños y niñas que empezaban a aprender el oficio). Una vez finalizado este proceso, los operarios tenían que esperar a que el horno se enfriara para poder retirar la cal viva y almacenarla en bidones para su transporte y utilización.
El reciente proyecto de rehabilitación del forno de cal de Vilaboa ha supuesto una total revitalización y revalorización del espacio, convirtiendo este rincón de la parroquia de San Andrés de Cobres en un activo turístico muy importante para la localidad así como en un nuevo punto de encuentro para el ocio y el esparcimiento tanto de locales como visitantes. La puesta en valor de la caleira de Cobres también ha incluido la instalación de varios paneles informativos que permiten divulgar la actividad industrial relacionada con este horno a los pies de la ría de Vigo.
De la Caleira de Cobres a las Salinas de Ulló
El municipio de Vilaboa busca hacer realidad otro ambicioso proyecto relacionado con la caleira de Cobres y sus famosas Salinas de Ulló: un plan estratégico que busca enlazar estos dos interesantes activos turísticos de la localidad. La idea del gobierno local es poder dar continuidad al trazado costero entre ambos puntos de interés mediante una senda peatonal que cubra la totalidad de los 14 kilómetros que separan un enclave del otro, tres de los cuales ya cuentan con un pequeño itinerario transitable.
El proyecto en cuestión se llevará a cabo en dos fases diferenciadas: una primera, que cubrirá la distancia entre el horno de cal y la zona de Larache en un recorrido de unos 8,6 kilómetros; y una segunda intervención a futuro que terminará de conectar el trazado por el litoral hasta las Salinas. En líneas generales, desde el ayuntamiento con esta iniciativa desde buscar terminar de vertebrar el municipio a través de diferentes sendas de carácter accesible, inclusivo y seguro tanto para viandantes como ciclistas.