El Casco Vello de Vigo tiene unos cuantos elementos repartidos por su superficie que pasan desapercibidos, a pesar de que siempre han tenido una importancia sustancial en la vida de los vecinos. Hablamos de las fuentes públicas, los suministros libres de agua que han ido desapareciendo de nuestras ciudades pero que democratizan el espacio urbano. Hay aproximadamente unas 350 clasificadas en Vigo, pero menos del diez por ciento son aptas para el consumo humano.
Estas fuentes han servido a los ciudadanos durante décadas. Hoy, se mantienen como monumentos decorativos. La Plaza de la Princesa está presidida por una, la Fuente del Angelote, llamada así por el querubín de piedra que la corona. En el Paseo de Alfonso también podemos encontrar otra. No son demasiado antiguas, pero como señalan en el Consorcio Casco Vello, "perpetúan la existencia de afluencias de agua que fueron fundamentales".
Fuentes que son historia de los barrios
Una de las fuentes más famosas de Vigo es A Falperra, no por antigua sino por llamativa y, según dicen, por la calidad de sus aguas. Su nombre podría provenir de su ubicación, pues una "falperra" podría ser un peñascal, y esta emblemática fuente está situada en una de las laderas del Castro. Su aspecto actual data del año 1965, cuando se reformó la fuente bajo las órdenes del cantero Raúl Comesaña. Presidía el ayuntamiento por aquel entonces el alcalde Rafael Portanet.
La Voz de Galicia recogía las palabras del Diario Geográfico de Pascual Madoz (1850), que decía: "En todo este arrabal de A Falperra se respira un aire puro y sano; su localidad es despejada y desde allí se descubre la gran extensión de la ría hasta las islas Cíes o Baiona, ofreciendo una distracción continuada". A Falperra daba nombre al barrio donde se encuentra, pero no es la única de Vigo.
La calle Pracer (cerca del Ayuntamiento), según el Consorcio Casco Vello, debe su denominación a una antigua fuente. Otro suministro de agua que ha influido en su barrio de origen es la Fonte do Galo; da nombre a la asociación de vecinos del Arenal. Antes de la expansión del puerto de Vigo, cuando esa zona era todavía una playa (de ahí su nombre), una fuente decorada con un gallo presidía el paseo. Ahora podemos encontrar una réplica al lado de las pistas de baloncesto, donde está el parque infantil del Arenal.
La Barroca, la fuente más longeva
Entre todas las fuentes de Vigo, ¿cuál es la más antigua? Pues una de las más escondidas de la ciudad, la llamada fuente de La Barroca. El aspecto del manantial, a priori, no llama la atención ni revela su importancia histórica. ¿Cuántos vigueses habrán bebido de sus aguas, hoy declaradas como no potables? ¿Cuánto sabe de nuestra historia este suministro pétreo, casi abandonado en una callejuela del Casco Vello?
Descendiendo la calle de Os Pobladores, en la zona del Barrio do Cura, se halla un antiguo lavadero. Debajo de él, si se continúa bajando por esa calle, se encuentra La Barroca. Es una losa de piedra erosionada por el agua y el paso del tiempo y recubierta de verdín. Un chorro de agua se desliza por un caño metálico que sobresale de la pared.
En la página de Consorcio Casco Vello explican que el nombre de esta fuente no tiene nada que ver con el movimiento artístico del siglo XVII ni con las perlas irregulares portuguesas. El origen, al parecer, deriva de la raíz galaico-leonesa-portuguesa (ahí es nada) "barrouca", que se refiere a zonas barrancosas con fuertes pendientes. Esto corresponde bastante con el lugar de La Barroca, un rincón curioso y cargado de historia en pleno centro de Vigo.