Que las cabalgatas de los Reyes Magos han cambiado no sólo se puede achacar a la pandemia. Es cierto que la llegada del coronavirus ha descubierto una nueva forma de que Sus Majestades de Oriente se presentan en la ciudad en una versión estática, pero hace años, por ejemplo, Baltasar tenía un rostro más conocido por sus hazañas en el césped de Balaídos que por ser uno de los encargados de repartir los regalos.
De todos modos, nada es comparable a la cabalgata que hace 35 años tuvo lugar en Vigo, en enero de 1987, de la mano del gobierno de Manuel Soto. La idea, en origen, era que la entrada de los magos de Oriente se hiciese de manera triunfal desde la ría de Vigo en un globo hasta llegar al Náutico, dónde serían recibidos por los miles de niños vigueses ansiosos por ver en directo a tan afamados personajes. Pero aquella grandilocuente cabalgata se convirtió en la peor de la historia de la ciudad.
Los meses en los que despedíamos 1986 y recibíamos el nuevo año pueden considerarse una época fatídica para los grandes eventos de la ciudad. Por un lado, el tren que quiso unir la Movida madrileña y la viguesa, terminó con una mujer herida por un botellazo y, de alguna manera, puso punto final a ese movimiento cultural. Tres meses después, en Vigo miles de niños vivieron una de las peores pesadillas que pueden imaginar: la de los Reyes Magos a punto de ahogarse delante de sus narices.
Morris y Manquiña, Reyes Magos
Los elegidos para representar las imágenes regias fueron Manuel Manquiña, en el papel de Melchor, Xosé Lois como Gaspar y Antonio Durán Morris, Baltasar. Los pajes también tenían "parecidos" famosos: Alberto Comesaña, cantante de Amistades Peligrosas, el actor Alfonso Agra y el portero del Celta de la época, Javier Maté.
Según cuenta el propio Morris en una entrevista en Vigópolis, las cosas no funcionaron desde el principio de su aventura en el papel. Una furgoneta "totalmente esponsorizada" que impedía que se les viese desde fuera del vehículo los llevó de gira por los hospitales con unos caramelos Barreiro que, según cuenta el actor, eran "piedras" e, incluso, Gaspar recriminando a los que estaban ingresados por haber manipulado una mala partida de petardos.
Pero el día clave era el 5 de enero. "Un día terrorífico", climáticamente hablando, con mucho viento. Alfonso Lubián, un experto en el pilotaje de globos aerostáticos, avisó que con esas condiciones no se podía salir y que el viento lo llevaría hacia el monte de A Guía; pero se hizo caso omiso a sus advertencias.
Al iniciar el viaje con el globo cargado con los Reyes y su comitiva, tuvieron que controlar la trayectoria con un gran cable que lo sujetaba a un remolcador que lo guiase hacia el Náutico, el "Remolcanosa 5". El punto de partida era Bouzas, y los niños se asomaban al Paseo de Alfonso y al Náutico para presenciar el que, en principio, sería un maravilloso y mágico viaje por el cielo vigués.
Pero la fuerza del viento hizo que el globo no trazase la trayectoria correcta y que, entre el viento y la velocidad del remolcador, la cesta fuese descendiendo hacia el mar. Hasta en tres ocasiones, el globo se precipitó sobre el agua. Como narra el propio Manquiña, entre los gritos del pasaje, "la primera inmersión fue a la altura del tobillo"; con la segunda, el agua les llegaba a la cintura. A la tercera, a la altura del pecho.
"Alfonso Lubián consiguió mantener la lona casi pegada al agua, pero sin que llegase a tocarla", asegura Morris, y, mientras el piloto mantenía el globo estable, todos fueron saltando al "Remolcanosa 5" para proseguir su viaje. Allí, en la sala de máquinas, en calzoncillos, con una hora de retraso según se había anunciado la llegada a puerto, Manquiña suspiraba un "solo a nosotros nos puede pasar esto".
"¡Los reyes han muerto!"
El periodista Eduardo Rolland, el encargado de recuperar el surrealista momento en 2017 en las páginas de La Voz de Galicia, aseguraba que tanto los niños, que gritaban "¡Los reyes han muerto!", como sus padres asistían atónitos al momento desde el paseo de As Avenidas, "porque la realidad es que Sus Majestades de Oriente estuvieron a punto de morir".
El relumbrón a la anécdota se lo dio el programa de la Cadena SER La Vida Moderna, que en voz de Quequé le dio viralidad a la historia, acompañada por una llamada a Manquiña, encargado de narrar los hechos en primera persona.
Pero hace un año, de nuevo la SER dio luz a otra de las voces protagonistas. En una entrevista en La Ventana a Cristian Biosca, un piloto segoviano de globos que había realizado un viaje menos accidentado con Sus Majestades de Oriente, éste aseguró que el relato no era del todo preciso. Poniendo el foco en que "la política" se antepuso a la razón, se refirió a que "en lugar de hacer caso al piloto, que era el que sabía lo que estaba haciendo, pues decidieron tirar con el remolcador y, claro, eso no se puede hacer". "Él lo que se llevó fue un disgusto", aseguraba sobre el piloto.
A pesar de la mala experiencia, los Reyes Magos han seguido acudiendo a Vigo cada noche del 5 de enero para repartir los regalos entre todos los niños, aunque sea en versión estática que, por lo que se anuncia en la previsión meteorológica, será mucho más segura que hace 35 años.