Con más de 24 hectáreas de terreno, el parque de Castrelos se ha convertido en el auténtico pulmón verde de la ciudad viguesa, siendo uno de los principales reclamos para locales y foráneos que buscan desconectar de los ritmos frenéticos de esta gran urbe gallega. El parque de Castrelos es una de las joyas de la localidad, no sólo por su extensión sino también por el enorme patrimonio histórico y botánico que alberga el lugar: el Pazo-museo de Quiñones de León, el auditorio ―considerado uno de los mejores de España―, el lago artificial o el jardín francés y la rosaleda son algunos de sus elementos más destacados.
Sin embargo, este parque urbano en Vigo atesora asimismo un importante valor deportivo, ya que en su interior se encuentra una de las primeras pistas de tenis que existieron en toda Galicia, e incluso en España. El Paseo de Antonio Odriozola, una hermosa senda con doble fila de camelias japonesas centenarias, conduce directamente hasta el vivero y la antigua cancha de tenis. La superficie de tierra se encuentra muy próxima al palomar, oculta entre un frondoso bosque de eucaliptos plantados en el año 1872. Cabe destacar que en esta zona final del parque también se localiza un bosque con especies autóctonas gallegas mezcladas con otros ejemplares introducidos.
Historia del tenis en Vigo
Según indican algunos historiadores, los primeros juegos de pelota semejantes al tenis aparecen por primera vez en Grecia y Roma, en la época antigua; posteriormente éste habría llegado a Francia entre los años 1.200 y 1.300. No el tenis tal y como lo conocemos hoy en día, sino un deporte muy similar que se considera el antecesor directo del juego: el Jeu de paume (juego de palmas), como era conocido por entonces, consistía en golpear una pelota solamente con la mano. El tenis original era jugado en pistas de hierba natural y se expandió por toda Europa desde finales del siglo XVIII, sobre todo entre países angloparlantes y las clases altas.
La introducción de este deporte en tierras gallegas se vincula a las colonias británicas que existían en la región. De hecho, el militar inglés Walter Clopton Wingfiel es considerado el inventor del tenis: en 1873 le dio al tenis el nombre griego de sphairistike, que luego patentó, comercializó y llegó a poner de moda en la sociedad de su tiempo. En el caso de Vigo, el tenis empezó a practicarse en la ciudad Olívica a finales del siglo XIX a través de los funcionarios extranjeros de El Cable Inglés ―tal y como pasó con otros muchos deportes.
El origen de la antigua pista del parque de Castrelos, de las primeras instauradas en Galicia, también se vincula a una ciudadana de la aristocracia inglesa: Marianne de Whyte, usufructuaria de la finca y última residente del palacete, la cual se presentaba como una acérrima aficionada a este deporte de raqueta. A principios del siglo XX, entre 1906 y 1910, se construyó esta cancha de tenis y unas pequeñas bancadas para los espectadores en la parte trasera de los jardines del histórico pazo. En aquella época, el recinto se convirtió en un lugar de encuentro entre gallegos e ingleses que eran invitados a practicar el deporte. En la actualidad, en mitad de la superficie de tierra todavía pueden apreciarse los postes que sujetaban la red central para el juego.
El Club de Campo
En el grueso del territorio gallego, y especialmente en Vigo, el tenis empezó a ganar adeptos a partir de la década de los años 30. De hecho, fue en 1934 cuando en la ciudad Olívica se fundó el Club de Campo, en un primer momento ubicado en las instalaciones de Vista Alegre, en la Calle García Barbón. La creación del Club de Campo terminó por consolidar una tradición deportiva que ya se había iniciado años antes en las precursoras pistas de Castrelos. Cabe destacar que aunque en el recinto se llegaron a practicar numerosas actividades deportivas, desde su creación, los deportes por excelencia siempre fueron el tenis y el hockey hierba.