La llegada de un frente frío desde este martes a toda Galicia ha hecho saltar las primeras alarmas de nevada y nos ha hecho recordar que estamos en invierno, a pesar de que las temperaturas de las últimas semanas han sido otoñales. Desde hace unos días, sin embargo, las mínimas han bajado considerablemente y, además de la lluvia, el frío ha comenzado a instalarse en las Rías Baixas.
No obstante, nos encontramos lejos de las temperaturas habituales para esta época del año en el que parece ser un invierno atípicamente cálido, por lo que (por ahora) no cabe pensar que podría nevar este año en Vigo. La entrada de una masa de aire frío, además, estará acompañada por precipitaciones generalizadas y cielos cubiertos, e incluso a lo largo de la jornada del miércoles se podría ver alguna precipitación en forma de granizo.
Esta realidad, sin embargo, distará mucho de la vivida hace 36 años en las Rías Baixas, cuando se tiñeron completamente de blanco a causa de un inusual fenómeno meteorológico. Tan infrecuente es que no se ha vuelto a producir, aunque muchos siguen preguntándose cada invierno si volverán a ver la nieve tan cerca del mar como aquel 14 de enero de 1987.
Una jornada histórica… y única
A principios del año 1987 las Rías Baixas pudieron ver un fenómeno que no se ha vuelto a repetir y que ofreció algunas de las estampas más recordadas de ciudades como Vigo o Pontevedra, donde las grandes plazas se cubrieron de nieve y dejaron fotografías inolvidables. La nevada la ocasionó el desplazamiento del vórtice polar, que arrastró consigo las gélidas temperaturas al continente. El fenómeno culpable de la mayor ola de frío que se recuerda en Vigo, es un gran ciclón de aire frío que se mantiene todo el invierno sobre el Ártico, concretamente entre Canadá y Siberia.
Es extremadamente inusual que se desplace, pero en 1987 el vórtice se movió y trajo el frío siberiano hasta Europa: Helsinki se coronó como la capital más fría con -32º de mínima y no superó los -20º ese día 14 de enero, Estocolmo alcanzó los -22º y Londres registró -9º de mínima. En España varias ciudades tuvieron problemas de comunicaciones, hubo cientos de cortes en las carreteras y en Galicia también se registraron infinidad de incidencias. En Pontevedra se alcanzó ese día la temperatura más baja de la historia, con -4º.
Al comenzar a caer los primeros copos en las Rías Baixas, cientos de vigueses salieron a las calles a jugar con la nieve, a hacerse fotos e incluso a grabar vídeos que hoy son todo un tesoro. No obstante, pronto comenzaron a verse los problemas, con el aeropuerto de Peinador clausurado, las calles de la ciudad intransitables y cientos de incidencias por todo el casco urbano.
En las Rías Altas la nevada cayó de madrugada, augurando un blanco mediodía en el sur de la comunidad, pero lo peor se lo llevó, por supuesto, el interior: decenas de pueblos de Pontevedra, Lugo y Ourense quedaron aislados bajo una gruesa capa de nieve y sin comunicación por carretera. En las ciudades hubo que suspender las clases y los niños aprovecharon para hacer una fiesta de aquella "gran nevada", que muchos recuerdan con cariño.
Hubo que esperar 23 años para volver a ver nieve sobre Vigo, aunque en esta ocasión, en enero de 2010, únicamente cuajó en el monte Galiñeiro y en el campus del CUVI, hasta donde algunos aventureros se acercaron a sacarse fotos y a jugar con la escasa nieve que había permanecido. Para esta semana, de hecho, la cota de nieve se sitúa en torno a los 300 metros, por lo que quizás sea posible que se repita esta curiosa estampa en las zonas más altas de la ciudad.