Si acudimos a la RAE, peatonalizar es "hacer peatonal una calle o una parte de la ciudad impidiendo el tráfico de vehículos por ella". En muchas ciudades, el centro antiguo es de acceso restringido para los vehículos, con excepción de las entradas a garajes o el reparto de mercancía, una tendencia que se ha ido extendiendo a lo largo de los años, la de quitar coches de las calles para darle prioridad al peatón.
Eliminar la contaminación, tanto del aire como acústica, dirigirse a modelos de ciudad más sostenibles e ir adaptándose a los requerimientos de la Agenda 2030 son algunas de las causas que han llevado, de manera progresiva, a una transformación de las urbes, cada vez más amistosas y afables con el peatón y más críticas con los motores de combustión.
El BNG de Castrillo
Para ver las primeras peatonalizaciones integrales en la ciudad en la historia reciente, hay que remontarse al periodo entre 1999 y 2003, con Lois Pérez Castrillo como alcalde en un gobierno en coalición entre BNG y PSOE. En esos años, se llevaron a cabo tres obras capitales para entender la ciudad en el presente: la peatonalización del Casco Vello, de la Plaza de la Independencia y del tramo de Urzaiz que pasa por O Calvario.
En los tres casos, las iniciativas se encontraron con la opinión en contra de los comerciantes, que esgrimían como razón que la inexistencia de tráfico rodado que pasase delante de sus negocios les restaría visibilidad y accesibilidad para obtener nuevos clientes. El tiempo no les ha dado la razón.
Son tres ejemplos de acciones lógicas que hoy se comprenden y que a nadie se le ocurriría denostar ni volver a la anterior situación. El concejal nacionalista Santi Domínguez fue el abanderado para la retirada de los vehículos del casco antiguo, haciéndose eco de la masiva petición de los vecinos; en la Plaza de la Independencia, el desacuerdo entre las fuerzas socialistas y del BNG también puso en jaque la obra, con los primeros insistiendo en que deberían de mantenerse dos carriles para el tráfico rodado.
En este caso, son muchos los vecinos de la zona que recuerdan una solución anterior, casi a modo de prueba, que se llevaba a cabo los domingos en esta plaza: se cortaba el tráfico durante las horas de la mañana y el espacio se llenaba de familias, de bicicletas y patines y de niños corriendo por donde habitualmente se desplazaban cuatro ruedas.
Clamoroso también es el cambio que ha experimentado en los 20 años que lleva como peatonal el tramo de Urzaiz por el Calvario. Como todo cambio, fue puesto en cuarentena por muchos, pero diez años después de la obra, que abrió la calle para los peatones en 2003, se convertía en la peatonal más transitada de Galicia. Hoy no se concibe de otra manera ese espacio que se ganó para los vecinos y que reavivó la vida del barrio.
Prioridad al peatón
Aunque no toda obra de humanización que aparte el tránsito rodado en general tiene por qué dejar un espacio peatonal; también existen zonas donde la prioridad es para los ciudadanos, para el que marcha a pie, por encima del que conduce el volante. Un ejemplo es la zona del Progreso, que no ha retirado el tráfico de vehículos, pero sí le ha dado prioridad al peatón; es decir, no debe esperar a un semáforo o a un paso de peatones, tiene preponderancia su camino y el coche, que está obligado a circular a muy poca velocidad, está obligado a cederle el paso.
De hecho, las bajadas por Ronda de Don Bosco, Velázquez Moreno y Eduardo Iglesias desde Progreso a Príncipe son también de prioridad peatonal. La calle Príncipe, por cierto, la peatonal por excelencia de la ciudad, que en otras épocas también dio prevalencia a los coches, aunque la ausencia de vehículos es ya de hace muchos años.
En situaciones similares se encuentran la Plaza de Compostela y Montero Ríos, que poco a poco han ido desplazando el tráfico o modulándolo de tal manera que, a pesar de ser zonas de tránsito habitual para los coches, las zonas peatonales y los grandes pasos de cebra, en este caso en la Alameda, regalan una intención de cambio de paradigma en cuanto al protagonismo de los que por allí pasan.
La gran plaza de Vigo
Como gran ejemplo actual de peatonalización, ahora está la Puerta del Sol. Es, junto con el Vigo Vertical, el gran legado que el alcalde, Abel Caballero, le quiere dejar a la ciudad para que "Vigo tenga una gran plaza". La obra también ha contado con críticas y descontentos, especialmente los vecinos de la zona por el túnel que se ha proyectado para no desviar el tráfico por calles aledañas. Pero Caballero aún ha dicho más: que la peatonalización parta en el Paseo de Alfonso y termine a la altura de Alfonso XIII y de la Iglesia de Santiago de Vigo.
Es decir, el tramo peatonal se extendería por Policarpo Sanz y parte de García Barbón y los parkings subterráneos servirían para la construcción de un túnel que llevaría el tráfico rodado del centro neurálgico de la ciudad desde la entrada de la autopista hasta Torrecedeira.
Más lugares han ganado espacio para los peatones, como la Plaza de América. Con la última remodelación, inaugurada en mayo de 2019, la gran rotonda ha habilitado bancos y zonas verdes para los vecinos, una imagen muy alejada de la gran fuente en la que el Celta celebró durante años sus éxitos deportivos. Esta semipeatonalización también la ha planteado Caballero para la Plaza de España.
Plazas y paseos
Gracias a muchas de estas humanizaciones, la ciudad ha ido ganando también plazas en las que hacer vida al aire libre; uno de los últimos ejemplos será la remodelación del Calexón Balado, en el que solo hay una entrada a garajes pero que con el nuevo aspecto que se ha mostrado busca una zona más accesible para los peatones.
También paseos al lado del mar, como el recién inaugurado en Beiramar, los carriles bici, la Senda Verde o el Casco Vello de Bouzas, barrio que ahora está reparando el paseo que pronto devolverá el espacio para los viandantes.