A lo largo y ancho de nuestro país encontramos multitud de tradiciones y costumbres diferentes vinculadas a cada zona, entre las que destacan aquellas relacionadas con el lenguaje. España se caracteriza ya de por sí por su riqueza lingüística, con diferentes idiomas y dialectos, por lo que la cantidad de ‘diccionarios’ únicos que solo manejan los habitantes de un lugar concreto es casi infinita.
En Galicia sabemos bien lo que es tener una lengua propia con múltiples variedades dialectales, pero además, en cada rincón de la comunidad existen ciertas palabras que tan solo existen allí y que cuando traspasan fronteras pueden provocar un gesto de extrañeza en quien las escucha. Los vigueses, por ejemplo, hemos creado con el tiempo un glosario particular.
Aquí en Vigo denominamos patatillas, manises o maicitos a lo que, en otros lugares, conocen como patatas fritas (de bolsa), cacahuetes y quicos de maíz. La explicación de esta insistencia de los vigueses en llamar a los aperitivos a nuestra manera sería digna de un estudio aparte. Siguiendo con el tema alimenticio, otra palabra que no se utiliza más allá de los dominios del Dinoseto es frigolosina. ¿Pero existe acaso un término mejor para esos helados alargados?
Otro ámbito donde encontramos algunas cuantas expresiones propias es en lo referido a la costa. Por ejemplo, en el resto de España, las fanecas se conocen como peces araña, así que para protegerse los pies, en Vigo llevamos fanequeras, no cangrejeras. Para capturar cangrejos en la playa usamos un ganapán, que el diccionario de la RAE aparece como "hombre que se gana la vida llevando recados o transportando bultos", aunque también podríamos emplearlo para coger croques (término vigués para hablar de los berberechos).
Más palabras viguesas
Otra palabra que solo decimos los vigueses es jicho, término para nombrar a un hombre de edad indeterminada (y que también se aplica en femenino como jicha) y por supuesto, no podríamos dejar fuera el adjetivo ‘mítico’, que no es que en el resto del país no se utilice, pero aquí en Vigo tiene un uso especial como sinónimo de ‘típico’.
Expresiones como ‘tirarse a rebolos’, ‘qué dices, pavo’, ‘sí, oíste’, ‘no hay fallo’ o ‘cagarse en diola’ también tienen sello vigués, así como ‘coger un Vitrasa’ (el nombre de la concesionaria de transporte urbano de la ciudad ya ha sustituido en el lenguaje callejero al propio sustantivo ‘autobús’) o ‘quedar en la Farola’ (a los vigueses no les hace falta especificar qué farola es, se entiende que es la gran farola del cruce entre Urzaiz y la calle Colón). Además, en Vigo no vamos al trabajo, sino al chollo (también disponible como verbo, chollar).
Seguramente queden unas cuantas palabras más en el tintero, pero tal vez estos sean las esenciales (o más míticas, que diríamos aquí) para empezar a adentrarse en el diccionario vigués. A todos ellos podríamos sumar palabras y expresiones que son únicas a nivel gallego, como ‘coger en colo‘, ‘ser un toxo‘ o ‘la casa de la Collona’. ¿Cuál añadirías tú?