En el plano de Vigo encontramos unas 1.800 calles, una extensa lista de viales muy distintos entre sí. Algunos son tan anchos que albergan hasta seis carriles de circulación, como la Avenida de Madrid; otros se extienden casi nueve kilómetros, como la Avenida Ricardo Mella, o tienen una pendiente tan pronunciada que resulta imposible ascender por ellos sin sudar la gota gorda, mientras que otros tantos destacan por sus originales nombres o por haber cambiado su denominación con los años.
Cada calle cuenta una historia y algunas pasan casi desapercibidas a ojos de los vigueses. Un ejemplo es el Calexón do Chinito, uno de los callejones más estrechos y misteriosos de Vigo, a pesar de su localización en pleno centro. Este camino sin salida se encuentra inmerso en la calle Areal, a la altura del número 70, y solo los viandantes más atentos percibirán su presencia, pues no aparece siquiera recogido en Google Maps.
A pesar de su ‘olvido’ en el mapa virtual, el Calexón do Chinito cuenta con su propia placa identificativa del Concello desde el año 2014. Según recoge Daniel Antomil en su libro Odonimia de la provincia de Pontevedra: Vigo, el pasadizo apareció registrado por primera vez en un callejero en el año 1954. El origen de su denominación no corresponde con ninguna nacionalidad o apodo: todo apunta a que se tomó de un antiguo bar que existía en la zona del Arenal y que hoy solo pervive en el recuerdo a través de esta angosta callejuela.