La llegada del ferrocarril a Vigo allá por el año 1881 marcó un antes y un después en el desarrollo y la historia de esta gran metrópoli gallega. Lo cierto es que la primigenia estación de tren viguesa empezó a construirse ya en 1863, aunque hubo que esperar cerca de dos décadas para que una locomotora y tres vagones descubiertos con destino Ourense dieran por inaugurada la primera línea férrea de la ciudad Olívica. Con el paso del tiempo, el desmantelamiento de esas antiguas estaciones y la construcción de nuevos andenes como los de Vigo-Guixar y Urzáiz provocó que muchos de aquellos trazados ferroviarios originales perdieran su función, aunque de algunos de ellos todavía sobreviven ciertos vestigios que hacen recordar la huella imborrable que dejaron estos transportes encargados de comunicar la ciudad con el resto de Galicia e incluso España.
No obstante, el legado subterráneo que la ciudad Olívica oculta bajo sus calles es, en ocasiones, mucho mayor al conocido por los propios vigueses. De hecho, el propio ayuntamiento de Vigo llegó a olvidar que existía un túnel ferroviario en el subsuelo de uno de sus calles más céntricas hasta que las obras de un parking en García Barbón sacaron a la la luz la vía del conocido como el "tren del pescado", el cual conectaba la lonja de O Berbés con la estación de la calle Urzáiz. La línea en cuestión había empezado a funcionar en 1898, si bien no sería hasta mayo de 1913 cuando comenzaría a circular este antiguo ferrocarril que partía al mediodía desde el barrio marinero hacia la capital madrileña. El trazado dejó de funcionar entre finales de los cincuenta y principios de los sesenta, cuando la apertura de la estación Vigo-Guixar para mercancías trasladó la actividad hasta las nuevas instalaciones de Renfe.
Del apogeo a la ruina
Los pasos constantes de miles de vigueses sobre una de las calles más céntricas y transitadas de la ciudad opacan a diario, y casi sin saberlo, la historia de un antiguo e importante trazado para la ciudad: un túnel ferroviario con más de un siglo de antigüedad que hoy por hoy descansa en las entrañas más oscuras de la calle Alfonso XIII. El origen del citado subterráneo se encuentra vinculado a la petición de unos industriales de la época, los cuales solicitaban la creación de una línea que comunicase la vieja Estación de Urzáiz con el Muelle del Comercio. El túnel fue construido frente a la iglesia de Santiago de Vigo ya a finales del siglo XIX y las vías de la línea se extendían desde el Callejón de Canadelo Bajo y discurrían un pequeño tramo de la AP-9 hasta alcanzar la avenida de Alfonso XIII y adentrarse después en el subsuelo vigués casi a la altura de García Barbón en dirección al puerto y el barrio marinero de O Berbés.
Tal y como adelantamos unas líneas más arriba, dicha vía empezó a dar servicio 15 años antes de que el tren del pescado circulase por esa misma ruta para llegar de madrugada a Madrid con sus mercancías. Pero, ¿qué provocó exactamente el abandono total de este túnel? La verdad es que la línea en cuestión dejó de funcionar en la década de 1960, en parte, debido a la construcción de mercancías de Guixar. Con todo, alrededor del año 1970 la pasarela subterránea tuvo la oportunidad de experimentar un cambio de rumbo y sobrevivir al olvido, pues tras la construcción de la autopista del Atlántico se planteó la posibilidad de hacer pasar la entrada al centro de Vigo por este viejo túnel. Sin embargo, la obra resultó inviable ya que el antiguo conducto ya había sido ocupado por los cimientos de un edificio en la confluencia de la avenida de García Barbón y República Argentina. Fue entonces cuando la vía ferroviaria se convirtió definitivamente en una especie de refugio para los indigentes.
En el caso particular de la otra boca del túnel, su entrada quedó tapiada y oculta a los ojos de la ciudadanía viguesa a comienzos de la década de 1990. La realidad es que este segundo acceso quedó enmarcado dentro de un garaje situado en uno de los tramos de la República Argentina tras el relleno que se había llevado a cabo en la época para salvar el desnivel entre el asfalto de García Barbón y Rosalía de Castro.
El resurgir de un tesoro ferroviario
El túnel de la calle Alfonso XIII fue cayendo poco a poco en el olvido hasta el punto de que los propios vigueses e incluso el ayuntamiento, que no sabía si la vía seguía siendo una propiedad de Renfe, llegaron a olvidarse de su existencia. Al menos así fue hasta que en el año 2007 su estado volvió a salir a la luz a raíz de las obras del aparcamiento subterráneo de García Barbón. De hecho, el hallazgo fortuito del antiguo paso del tren del pescado que partía hacia O Berbés obligó a acortar hasta en 30 metros las dimensiones del nuevo parking para no dañar la iglesia de Santiago de Vigo y los edificios colindantes, pues la demolición del túnel resultó ser una opción inviable.