La calle Príncipe es, sin lugar a dudas, una de las calles más conocidas, reconocidas e importantes de Vigo. Su situación, en pleno centro de la ciudad, y su carácter comercial han marcado su historia desde que nació como vía en el siglo XIX.
A pesar de esto, es una calle que todavía esconde secretos y curiosidades y que también juega al olvido después de tanto tiempo viendo a los ciudadanos pasear por sus losas, como el que guarda la sabiduría de más de 160 años siendo testigo de excepción del desarrollo urbano, pero también protagonista de él.
Un conjunto de relatos internos, como si de un libro se tratase, que la calle Príncipe ofrece al paseante más agudo, el que se dedica a mirar hacia arriba, hacia abajo, a su derecha y a su izquierda, cuando no camina apurado por el tiempo.
¿En honor a qué príncipe recibe su nombre?
Dejando a un lado que depende del vigués al que preguntes la calle se llama Príncipe, de Príncipe o del Príncipe, lo cierto es que nació en 1840 como una carretera que partía desde la Puerta del Sol para conectar con Ourense y Castilla. Esto dio lugar a que, en 1861, se derribasen las murallas de la zona y se fuesen construyendo edificios con viviendas.
Precisamente, fueron los vecinos los que pidieron al Ayuntamiento de Vigo que solicitase al Gobernador Civil que los edificios se numerasen y esa carretera pasase a llamarse calle del Príncipe, en honor al hijo de la reina Isabel II, el Príncipe de Asturias, que en aquella época contaba con 4 años y que llegaría a convertirse en Alfonso XII. Bajo este nombre, Vigo le daría otra calle, en este caso, un paseo donde se sitúa hoy el olivo, símbolo de la ciudad.
Poco a poco, la calle del Príncipe fue convirtiéndose en la zona donde se abrieron los comercios más modernos y hasta ella se trasladaron los servicios públicos más novedosos, como el telégrafo y el correo.
No siempre fue peatonal
Como carretera que era, no fue peatonal desde el principio. Es más, a principios del siglo XX, en la década de los años 20, era la única calle de Vigo que estaba pavimentada, y hasta era atravesada por un tranvía.
Hay que esperar hasta mediados del siglo pasado para que se convierta en la primera calle peatonal de Vigo, lo que le dio todavía más fuerza como lugar de reunión social y un espacio perfecto para ser un eje comercial sin tráfico que pudiese afectar al potencial comprador, que podía fijarse en los escaparates sin miedo a un hipotético atropello.
La cárcel y los juzgados
La calle peatonal albergó la cárcel y los juzgados, que estaban situados en el edificio que actualmente es el Museo de Arte Contemporánea Marco. El edificio se terminó de construir en 1880 y fue diseñado por el arquitecto José María Ortiz.
En la fachada principal se encontraba la sede de los juzgados y en un cuerpo posterior se ubicaban tres galerías con las celdas destinadas a mujeres, hombres y menores. En 1976 el uso carcelario se trasladó a la Avenida de Madrid y en 1987, los juzgados se trasladaron a la calle Lalín; actualmente, se encuentran en la Ciudad de la Justicia.
Durante un tiempo, el edificio se quedó sin uso; en 1989 se planteó su derribo para construir un proyecto, la "Plaza de la Concordia", del arquitecto catalán Ricardo Bofill. Un año después, en 1990, la Xunta lo declaró como Bien de Interés Cultural y, finalmente, en 2002 se convirtió en el Marco.
Un trozo de Portugal
El número 50 de la calle del Príncipe alberga el vice consulado de Portugal. Se trata de una de las tres, junto con Venezuela y Argentina, que es oficina diplomática, como una pequeña embajada
El resto de representación de países extranjeros son honorarios.
Hogar de la primera ginecóloga gallega
Si se camina por la calle en dirección hacia Puerta del Sol, en el lado derecho, a la altura del número 11, se podrá encontrar la zapatería Miami; en uno de los laterales, se pueden observar dos placas dedicadas a la misma persona: Olimpia Valencia.
Se trata de una de las figuras femeninas más importantes de la primera parte del siglo XX. Nacida en Baltar, en la provincia de Ourense, en 1898, se trasladó con su familia a Vigo con 12 años. Primero, comenzó a preparar Magisterio en la calle Eduardo Iglesias, que desemboca en Príncipe y en esa época era conocida como calle Circo. Pero lo dejó para estudiar, con resultados brillantes, Medicina en Santiago de Compostela, convirtiéndose en la primera mujer en hacerlo.
En el número 11 de la calle del Príncipe instaló su clínica en 1928, donde un cartel rezaba: "Olimpia Valencia. Especialista en enfermedades de la mujer". De las dos placas que se pueden ver actualmente en donde ejerció su profesión y vivió, una la instaló el Concello de Vigo en 2003 y la otra, en 2016, la Irmandade da Sanidade Galega, el Colegio Médicos de Pontevedra y la Secretaría Xeral de Política Lingüística de la Xunta.
Poesía a ras de suelo
El tramo de la calle antes de desembocar en la Puerta del Sol, es el más poético de Vigo. En las baldosas del suelo están grabados cuatro fragmentos de la obra de Carlos Oroza, María Reimóndez, Silvia Penas y María Xosé Queizán.
De Oroza se eligieron en 2016 los versos de uno de sus poemas más reconocidos, Évame. En 2019 se añadieron los de las tres poetisas: de Reimóndez, un extracto del libro Galicia en bus; de Queizán, unos versos de Jazz Industrial; y de Penas, un fragmento de ELAs.
Un Sireno hecho de píxeles
Muy cerca de los versos de Oroza se encuentra su calle, dedicada en 2016 y que sustituyó a la Travesía de Príncipe. Ahora, sobre de la placa que destaca el nombre del poeta, se puede ver la imagen de un Sireno, cuya estatua se encuentra a pocos metros, que simula estar hecha con píxeles.
Esta representación forma parte de la intervención del artista urbano Basket of Nean, del que no se conoce su identidad, "Playin in Vigo" que realizó el año pasado dentro del festival Creativa, organizado por Dot Galicia y la Galería Maraca.
Este Sireno "pixelado" es una de las varias obras del artista urbano que se pueden encontrar por la ciudad.
Una estatua víctima habitual del vandalismo
La estatua de Manuel Castro, icónico vendedor de periódicos de Vigo, conocido por los malabarismos que realizaba con los ejemplares al grito de "¡Prensa de Madrid!" se instaló al final de la calle del Príncipe, en su desembocadura con el cruce de Colón y Urzaiz, en 2011.
Pero su estancia ahí ha sido poco plácida por culpa de los actos vandálicos que ha sufrido a lo largo de estos años. Así, le han pintado la cara de rojo, le han arrancado el periódico, con y sin el dedo, y también el brazo tras subirse "a caballito".
En su historial tiene más actos vandálicos contra ella y más reparaciones que ninguna otra en la ciudad. De hecho, actualmente sobre el dedo índice no soporta nada, ya que en octubre del año pasado le volvieron a arrancar el periódico; en lugar de parecer que hace un malabarismo, más bien da la sensación de que señala al cielo, como el futbolista que celebra un gol.
Una calle adyacente como respuesta
Por todos es conocido que Londres tiene una calle dedicada a nuestra ciudad, Vigo Street. Es la más conocida de las que llevan el nombre de la urbe olívica en España y en el mundo. Se trata de una vía de escasos 90 metros que recibe su nombre en honor a la victoria naval anglo-holandesa sobre franceses y españoles en la ría de Vigo en 1702.
Como moneda de cambio, en 2003 Vigo decidió darle el nombre de la capital británica a una calle. Eligió un callejón lateral al museo Marco que rodea el edificio y tiene dos entradas o salidas, en Príncipe y en Ronda de Don Bosco.
El negocio más antiguo
En los últimos tiempos, el futuro como epicentro comercial de la calle del Príncipe ha estado en riesgo y en duda. La llegada de centros comerciales como el de Vialia, anunciaban desbandada de la peatonal de muchos negocios para uibicarse en las instalaciones de la nueva estación del tren de Urzaiz.
Lo cierto es que muchos se fueron, pero otros llegaron. El que subsiste desde hace más tiempo, con una fachada sin la que cuesta imaginarse el paseo por Príncipe, es la Joyería Ramón Fernández. Desde 1910 es el negocio más veterano, a pesar de que durante un periodo corto de tiempo cambió de ubicación.
Destaca de este negocio que en 1922 fueron elegidos por Alfonso XII, al que estaba dedicada la calle cuando aún era príncipe, como proveedores de la Casa Real.