Aunque los estudios arqueológicos y el trabajo de los historiadores avancen sin pausa para desentrañar el recorrido que trazaron nuestros ancestros hasta llegar al mundo que hoy en día conocemos, todavía quedan infinidad de capítulos del pasado por esclarecer y para algunos, quizás no se halle nunca respuesta. En lo más alto de la geografía portuguesa se erige uno de esos ejemplos: la Aldea Velha do Juriz y el pueblo de Pitões das Júnias.
A tan solo media hora de la frontera entre Galicia y Portugal (un recorrido en coche que desde Vigo solo dura dos horas) se expande la gran reserva natural de Peneda-Gêres, declarado como el único Parque Nacional del país luso. Este territorio de cerca de 70.000 hectáreas, que se extiende desde la Sierra de Peneda hasta la del Gêres, esconde algunos de los enclaves más bonitos de Portugal y también algunos de sus yacimientos más antiguos y misteriosos, como la Aldea Velha do Juriz.
Así, en pleno terreno de la sierre del Gêres, hallamos un poblado del que se desconoce el por qué de su extinción y del que aún pervive parte de sus construcciones, inhabitadas desde hace siglos. Actualmente es un punto más de interés en el Parque Nacional, pero en su día estuvo lleno de vida. ¿Te atreves a visitarlo?
Primer registro de su existencia
La Aldea Velha do Juriz se encuentra en el municipio portugués de Montalegre, inserido en el Parque Peneda-Gêres, limítrofe con la provincia de Ourense. El asentamiento aparece reflejado por primera vez en documentos escritos del año 1258, durante las Inquirições Afonsinas. Las inquirições eran investigaciones ordenadas por los monarcas lusos con el objetivo de averiguar cuál era el estado de sus bienes y derechos.
Tal y como se recoge en el Arquivo Nacional Torre do Tombo, estas pesquisas se llevaron a cabo entre los siglos XIII y XIV en un contexto en el que la realeza portuguesa buscaba imponer medidas para fortalecer su poder y la centralización administrativa, así como impedir "abusos por parte de laicos y eclesiásticos, en relación con realengos, tierras y patronatos de la Corona", ya fuera "en términos de cobro de derechos o en términos de usurpación o abuso de jurisdicción".
El rey Alfonso II fue el principal impulsor de estas expediciones en el año 1220, en las regiones de Entre Douro e Minho, Trás-os-Montes y Beira. Posteriormente, Alfonso III ordenó sus propias Inquirições en 1258, en las que figura el poblado de Sancti Vincencii de Gerez, conocido hoy como Aldea Velha do Juriz.
40 casas y un final incierto
El pueblo de Sancti Vincencii de Gerez fue una realidad durante la Edad Media y, según la información que recopila la Câmara Municipal de Montalegre, se quedó inhabitado a inicios de la Edad Moderna, es decir, en el siglo XV. Esta es la parte más misteriosa de la historia de la aldea: se desconoce por qué sus habitantes abandonaron el lugar.
"En lo relativo al abandono de esta aldea, los motivos apuntados, como la peste, no pasan de meras especulaciones, pues no tenemos evidencias que lo puedan comprobar", explican desde la Câmara de Montalegre en su página oficial. La peste negra fue la mayor epidemia de la historia de Europa y provocó la muerte de millones de personas en el continente entre 1346 y 1347, sus años de mayor virulencia. Otras leyendas hablan de que la causa del abandono fue una invasión de hormigas.
El paso del tiempo y la escasa conservación del lugar han hecho que la Aldea Velha do Juriz quede casi oculta entre un denso bosque de robles. Además, cabe recordar que está construida en plena sierra del Gêres, a una altura de casi 1.000 metros con respecto al nivel del mar, en la ladera del monte Castelo, por lo que no es un punto fácilmente accesible.
Sin embargo, a tan solo un kilómetro de allí se encuentra el conocido pueblo de Pitões das Júnias, que ostenta el puesto del segundo más alto de todo Portugal. Se cree que este lugar pudo ser el sustituto de Sancti Vincencii de Gerez. Sus llamativas construcciones de origen medieval y su ubicación en plena montaña, a 1.200 metros de altura, lo convierten en un destino muy visitado por los turistas del del Parque Nacional de Peneda-Gêres. Allí hay carteles indicativos para llegar hasta la aldea abandonada.
Así, en la Aldea Velha do Juriz solo se conservan en la actualidad los restos de unas 40 casas de planta cuadrangular, con sus muros hechos de bloques de granito que en algunos casos no se elevan más de un metro del suelo. A pesar de la degradación, el pavimento de las callejuelas sigue prácticamente intacto y los robles han crecido desde el interior de las viviendas abandonadas, constituyendo un paisaje de lo más entrañable.