Igual que Michael J. Fox se montaba en un Delorean para viajar en el tiempo, Juan Manuel Alfaya Ocampo lo hace a través de su colección de juguetes, cerca de 600 piezas, de las cuales 200 están expuestas hasta el próximo 17 de abril en el Multiusos de A Xunqueira de Redondela.
Xogar a educar ofrece un viaje a los juguetes de antes, una colección que abarca desde el 1900 hasta 1960 que el exmagistrado de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial, jubilado desde el pasado mes de febrero, ofreció hace años al Concello redondelano para que todos, mayores y pequeños, la pudiesen conocer.
Todo comenzó hace uno 20 años, cuando en la plaza de la Leña de Pontevedra vio en un mercadillo unos barcos pop pop impulsados por vapor como los que tenía de pequeño. Desde entonces, su afán fue el de recopilar a través de internet y de las visitas a otros mercadillos aquellos juguetes que marcaron a tantas generaciones en el siglo pasado.
El juguete como algo poco accesible
Más allá de los materiales o la tecnología, una de las grandes diferencias entre los juguetes expuestos y los actuales es la democratización del objeto de ocio. Si ahora los hay con precios asequibles para cualquier bolsillo, en aquella época el juguete era, así en singular, el regalo. "Muchos de estos juguetes eran de gente rica, no de cualquiera. En Alemania hay muchos, y en países sudamericanos que eran más ricos, como Argentina Uruguay o Chile", explica Juan Manuel a Treintayseis.
De hecho, muchas de las piezas de la colección tienen un gran valor, ya no solo el económico, que se adquiere con el paso del tiempo y lo excepcional del juguete, ya que los hay que los ha conseguido por encargo o pertenecen a tiradas limitadas, sino también en lo emocional. "Lo más importante para un coleccionista es el valor sentimental. Me gusta preguntarle al que me lo vende por la historia del juguete y siempre hay anécdotas que contar", añade el exmagistrado.
Además, son el reflejo de cada época y de la sociedad del momento. Si hoy podemos reconocer en los escaparates de las jugueterías las modas imperantes, en esta colección hay ejemplos de cómo pensaba el español de la época. Juan Manuel lo ejemplifica con uno en concreto, una escuela en la que todas son alumnas rubias y con faldas largas. El pelo rubio, "aunque los españoles somos morenos", se justificaba porque estas se exportaban a países ricos, como Alemania, donde querían esa imagen de las alumnas.
"A mala educación"
Para la selección de los 200 juguetes expuestos de su colección, asegura que trató de incluir "un poco de todo": hay teatros antiguos, muñecas Mariquita Pérez y Nancy, otras antiguas de cartón, coches, tiendas de comestibles, trenes e incluso una vitrina dedicada al Oeste, con indios y vaqueros. Pero sí que le ha dedicado una sección especial a "A mala educación", que sí que marca una gran diferencia con la actualidad, que los juguetes son "inclusivos".
En esta parte, se pueden ver juguetes tan clarificadores como uno cuyo cartel reza "para niñas laboriosas" con una ilustración de mujeres limpiando y los utensilios que lo acompañan son una fregona y una escoba, "no es para los hombres, las mujeres tienen que limpiar". Otro, Cheminova, un juego de química, en cuya caja aparece "un hombre científico y una mujer mirando".
Mirar y tocar
Mirando se puede disfrutar de la exposición, pero en este caso ha querido que se salga de la norma habitual; frente al "no tocar" de otras muestras, en Xogar a educar el contacto con los juguetes, el verlos en funcionamiento, es un pilar básico. "La idea de la muestra es poner en movimiento los juguetes. No es igual mirarlos que ver cómo accionan", razona Alfaya. De hecho, confiesa que muchos niños llegan "poco convencidos", pero al comenzar a ponerlos en movimiento "empiezan a arremolinarse porque nunca vieron este tipo de movimientos"; los que más triunfan son los que mejor imitan la realidad, desde un oso hasta una anciana caminando o un cocodrilo, además de los tío vivos "que les encantan".
"La primera idea es que la gente participe de los juguetes, y la segunda es que el juguete llegue a todo el mundo", señala Juan Manuel, que indica que por la muestra pasan desde asociaciones de personas con discapacidad, colegios e institutos porque la exposición tiene "un enfoque distinto a los museos de juguetes".
"Un xoguete, sen ser xogado, é unha frustración tanto para o neno(a) como para o xoguete", reza el tríptico de la exposición. Así, se han organizado unas visitas guiadas para poner en marcha los mecanismos y la cuerda de esos juguetes que desean ser jugados: los viernes y los sábados en dos turnos, de 18:45 a 19:45 horas y de 19:45 a 20:45 horas. Además, para grupos de al menos 8 personas se pueden organizar visitas con cita previa en el número de teléfono 659 660 240 o en el 616 465 782.
"Le cojo cariño a todos los juguetes", responde a la pregunta de si hay algún juguete que aprecie más de los de su colección. "Salvaría los mejores, pero discriminar un juguete no me gusta", explica; entre ellos, un bugatti muy codiciado, una guagua marca Rico, muñecas Mariquita Pérez de los años 40 y casas de muñecas y otros juguetes centenarios.
Xogar a educar se convierte en ese Delorean que permite viajar en el tiempo para ver, pero también para conocer, entender y disfrutar de los juguetes que marcaron la vida de muchas generaciones.