La cabalgata de Reyes del año 1999 dejó a muchos niños y niñas vigueses con la boca abierta y no solo por las carrozas. El Celta hizo acto de presencia inaugurando una tradición que hermanaría fútbol y Navidad durante algunos años. No sabemos por qué se perdió esa tradición, pero lo cierto es que después de este pistoletazo de salida, éramos muchos los que nos divertíamos buscando parecidos sobre los tronos de Sus Majestades de Oriente.

El año que abrió la veda

El verdadero precursor fue el brasileño Ademir Vieira, que jugó en el Celta entre 1978 y 1983 y participó como primer Baltasar celeste en la cabalgata de Reyes. Aunque no existen archivos de cabalgatas tan antiguas, algunos celtistas con mucha memoria sí que recuerdan el parecido entre el Rey Mago y el centrocampista.

Pero fue en la última cabalgata del siglo XX cuando todos los Reyes Magos tuvieron verdadero corazón celeste. Aquel 1999 Melchor era Horacio Gómez, por entonces presidente del club. Gaspar era Michel Salgado en su último año en el club vigués. Y Baltasar era Mazinho, que resultó ser uno de los baltasares más amigables y cercanos de la historia de las cabalgatas de Vigo.

La sorpresa fue mayúscula porque nadie se esperaba la presencia del club entre Sus Majestades de Oriente. Quizás el público empezó a sospechar cuando el propio Mazinho bajó de su carroza y comenzó a saludar a los niños y niñas. También el Celta repartió banderas entre los asistentes a la cabalgata, por lo que los padres lo tuvieron difícil ese año para convencer de que los Reyes Magos no eran los jugadores a los que todos habían identificado.

Los años dorados

Con la aparición de aquellos tres "peces gordos", la tradición se instauró y fue Makelelé el que ocupó la carroza del Rey en la cabalgata del año 2000. Su inmediata adaptación a la ciudad y, sobre todo, al mediocampo en el que reinaba Mazinho, fue lo que hizo famoso al francés.

Quizás fuese la amistad con el padre de Thiago y Rafinha lo que impulsó a Claude Makelelé a participar también en la cabalgata. No se sabe qué le hizo sentarse en el trono de Baltasar, pero lo cierto es que, igual que ocurría con Michel Salgado, la cabalgata trajo mucha suerte a Makelelé y el Real Madrid lo fichó para la siguiente temporada.

Así Vigo perdió a su segundo Rey Mago a manos de los blancos, y tuvo que buscar a otro sustituto porque Mazinho ya había "descubierto su identidad" de aquella forma tan divertidamente descarada. Pero todo quedaría en Brasil, pues en el año 2001 fue Catanha el que heredó el trono.

Llegó y conquistó a los celtistas con sus goles acompañados de gaviotas, pero pocos recuerdan que a él también lo conquistaron las gaviotas de nuestras rías. Catanha se convertía en un Baltasar amable y risueño, feliz de participar en la fiesta de la Navidad y muy generoso con los caramelos.

El fin del reinado

Y sin saber por qué, los niños y niñas de Vigo tuvieron que olvidarse de buscar parecidos, aunque los adultos respiraron por fin después de algunos años de mucha imaginación para ocultarlos. Una tradición que gustaba a todos y que derivó en Reyes desconocidos que despertaban poco interés, probablemente para centrar la atención en las cada vez más espectaculares carrozas.

Pero la tregua fue corta y en 2004 el Concello volvió a sorprender otorgando plenos poderes a Vagner, el tercer y último Baltasar brasileño-celeste.

Está claro que era el centro del campo el que otorgaba poderes mágicos a los brasileños, que primero recorrían las calles de la ciudad elegantemente vestidos y después repartían regalos a todos los niños del mundo (suponemos).