Continúa el sueño copero celeste, pero no el del Celta de Vigo. En un partido para olvidar, el equipo de Coudet caía ante un Ibiza que se mostró más ambicioso y mentalizado en esta segunda ronda de Copa del Rey. Pese a una horrenda primera parte, la remontada histórica estuvo cerca y solamente un balón al palo y un penalti fallado evitaron la épica ante 500 aficionados locales que disfrutaron como nunca.
El técnico argentino decidía probar de nuevo a su segunda unidad con la esperanza de encontrar alguna fórmula que pudiera suplir las bajas de Nolito y Aspas en el futuro. Del once inicial, solo Beltrán, Baeza y Renato Tapia -que no estará por acumulación de tarjetas ante el Villarral- habían tenido minutos de relevancia en los últimos partidos. También reaparecía Emre Mor tras unas molestias, aunque solamente dejaría un pase a Lautaro al comienzo del partido.
50 minutos totalmente noqueados
Poco le duraría al Celta la iniciativa. A los diez minutos de partido Sergio Castel le ganaba la espalda a Aidoo y enviaba el primer aviso a córner. En la siguiente jugada, el delantero vasco repetía la acción y remataba solo en el área para abrir el marcador. El equipo ibicenco comenzaba a creerse el sueño copero, empujado por una afición muy ruidosa y festiva.
En el minuto 25 el partido se volvería loco. Tras la mejor ocasión del Celta con una contra de Carreira y un disparo marca de la casa. Castel volvía a romper en dos a Aidoo, Aaron Martín e Iván Villar para marcar su tercer tanto en la Copa. Dos minutos después, Javi Pérez remataba de forma acrobática tras un centro de Davo a la carrera y echaba sal en la herida.
El cuarto de hora restante de la primera mitad se vio a un Celta desdibujado, con jugadores llamados a reivindicarse totalmente fuera de lugar. Okay realizó varias acciones incomprensibles e incluso el joven Lautaro, que tuvo dos ocasiones de gol, recibió una amarilla por una falta innecesaria. Solamente Fran Beltrán trató de llevar la batuta, mientras Tapia mostraba su cansancio y Emre Mor desaparecía en Can Misses.
Tras el descanso el Celta salió más agresivo, mientras el Ibiza esperaba para golpear en las contras. A la hora de partido, el conjunto celeste local recibiría un regalo en forma de penalti fuera del área tras un error gravísimo de Fontán. Manu Molina anotaba el cuarto tanto a lo Panenka y obligaba a Coudet a mover el banquillo con los más habituales para evitar un daño mayor.
Denis, Mina y Alfon pudieron cambiar el rumbo del partido
El cuádruple cambio de Denis Suárez, Brais Méndez, Santi Mina y Alfon por Okay, Beltrán, Emre Mor y Baeza permitió dotar de más calidad y ambición al equipo, que empezó a atacar mientras el Ibiza mantenía su estrategia y Can Misses empezaba a creerse el sueño.
Pasado el minuto 70, el debutante Alfon tendría hasta dos ocasiones, dejando muestra de una calidad y temple que ya vimos en Riazor hace un mes. El premio llegaría en el minuto 78 con un gol de cabeza de Mina, el segundo en total de la temporada, a pase de Denis Suárez. El vigués tuvo sus más y sus menos con la defensa ibicenca, donde estaba su viejo amigo David Goldar.
A diez minutos de cumplirse el tiempo reglamentario, de nuevo Mina estrellaba un balón en el palo. También debutría el canterano y escocés Jordan Holsgrove, que anotaría un golazo desde la frontal del área que hacía creer a los cinco jugadores claves de la segunda parte y metía el miedo a los locales.
A punto estuvo de obrarse el milagro al caer Mina en el área en el minuto 90 y señalar Martínez Munuera un nuevo penalti, pero Germán adivinó el lanzamiento y lo desvió junto con las ilusiones del celtismo. Dos minutos después, Ángel Rodado cerraba la manita con una contra de manual ante un Carreira que le cerró bien e Iván Villar. El portero de Aldán recibió ocho tiros en una tarde negra, de los cuales cinco acabaron en las redes.
El Celta se convierte en el primer eliminado "por sorpresa" de esta edición de la Copa del Rey y apuntala el proyecto de un Ibiza que casi logra la campanada ante el Barcelona hace un año y es el mejor equipo de la Segunda B ahora mismo. Los vigueses tendrán 72 horas para lamerse las heridas antes de recibir al Villareal en casa, en el primero de los 20 partidos restantes que tendrán que jugar esta temporada en su único objetivo, la Liga.