Este año, el Celta cumple 100 años, los mismos que han pasado desde el nacimiento de uno de los mejores delanteros que le ha dado al fútbol y, también, uno de los más singulares por su perfil personal y que marcó su trayectoria a lo largo de sus catorce años de carrera.
Manuel Fernández Fernández nació el 21 de enero de 1923 en San Paio de Navia, en Vigo. Futbolísticamente fue conocido como Pahíño, aunque esa hache intercalada se la añadió otra de las figuras que este año relucen con motivo del Centenario, Manuel de Castro Hándicap, como cronista del Faro de Vigo al resaltar su primera actuación como delantero celeste. El apodo real era Paíño, mote familiar, que hace referencia a una pequeña ave marina, del tamaño de un gorrión.
Mientras compaginaba el trabajo en el campo ayudando a su familia, jugó en el Navia Club de Fútbol, del que pasó al Arenas de Alcabre y, en 1943, fichó por el Real Club Celta; tenía, al igual que el club, 20 años. De Pahíño destacaban su pasmosa habilidad para el disparo con las dos piernas y un buen remate de cabeza, elementos que lo convertían en un delantero certero y rematador, condiciones que siempre reflejó de la misma manera: marcando goles.
Héroe del ascenso y de la mejor temporada del Celta
En el Celta se fue consagrando como goleador; tras descender en su primera temporada, logró el ascenso ante el Granada en un partido disputado en el Metropolitano de Madrid, donde anotó los dos primeros goles. Después, una brutal entrada le rompió el peroné; le vendaron la pierna y continuó jugando un partido que terminó con 4-1 y el ascenso del Celta.
La temporada 47/48 fue determinante para su futuro, en todos los sentidos. Con el Celta entrenado por Zamora, en el aspecto individual se hizo con el trofeo de máximo goleador con 23 tantos y el equipo alcanzó la cuarta plaza, la mejor de su historia y solo igualada en la temporada 2002-2003, y llegó a la final de la Copa del Generalísimo, donde perdió ante el Sevilla por 4-1.
Al final de esa temporada, en junio, fue convocado por primera vez con la Selección Española. Un partido en el que vio la cara y la cruz de la España de la época; el premio de convertirse en internacional lo regó con un gol en el minuto 7, nada más estrenarse con la camiseta roja. Pero en el descanso del partido disputado en Suiza, un hecho acabó con su carrera con la Selección.
La mueca del lector de Dostoyevski
Pahíño era conocido por su gusto por la lectura y por autores como Hemingway, Dostoyevski o Tolstoi: un pro-republicano y dos rusos, algo que te marcaba en una época, el franquismo, en la que pensar diferente o, simplemente, pensar, podía arruinarte la vida e incluso que terminase con ella. Cuenta que fue un maestro de su niñez, Emilio Crespo, el que le inculcó la afición a la lectura.
En el vestuario, el general Gómez Zamalloa, vocal de la Delegación Nacional de Deportes, hizo las veces de alentador del grupo con un "y ahora cojones y españolía" gritado como si se dirigiese a sus militares. Pahíño no pudo evitar la mueca, la sonrisa irónica, que tampoco pasó desapercibida para las autoridades presentes. El gesto le marcó para siempre como "rojo", señalado por la osadía de leer y terminó por dejarle fuera de la llamada de la selección a pesar de sus registros goleadores.
Esa misma temporada, Pahíño quiso que el Celta reconociese su aportación con una subida de sueldo, cuando era de los que menos cobraba, bajo amenaza de marcharse en caso de que no se cumpliese su deseo. Ante la negativa, escribió cartas a Valencia, Sevilla y Real Madrid. Fue este último el que apareció en su camino. Mientras en Vigo lo tacharon de polémico, traidor y "antigallego", se mudó a la capital junto a otro celtista, Miguel Muñoz. Por Pahíño, los de Chamartín pagaron un millón y medio de pesetas.
Madrid, A Coruña y Granada
En el Real Madrid siguió marcando goles y volvió a lograr un trofeo Pichichi en 1952, pero su final en el club blanco tampoco fue el mejor. Al borde de los 30 años, quiso renovar por tres temporadas, pero el presidente Santiago Bernabéu le ofreció solo una aunque con un sueldo que igualaría los tres años que no le ofertaban. Pahíño se negó y se marchó a A Coruña para enrolarse en el Deportivo. El número ‘9’ del Madrid lo heredó Di Stéfano, con el que se había peleado en el campo durante un partido contra el Millonarios de Bogotá, anterior equipo del argentino.
En el club coruñés se juntó con Acuña, Arsenio Iglesias y Luis Suárez y prolongó su idilio con el gol. En su paso por el Deportivo, queda su firma en la primera victoria que lograron en Chamartín, con dos goles del vigués. De nuevo, se marchó por la puerta de atrás y con desavenencias con la directiva para recalar en el Granada. En la ciudad nazarí disputó su última temporada con 34 años logrando el ascenso a Primera División. Eso sí, terminó su carrera con una expulsión y ocho partidos de sanción por pegar a un rival que lo derribó a patadas en el campo del Betis. Cuenta Alfredo Relaño en un texto de 2014 que Pahíño decía que "siempre pensó que fueron cuatro por la agresión y cuatro por rojo".
Se retiró con la mácula de no haber hecho carrera internacional, con solo cuatro partidos en la selección y tres goles; el último, en 1953 donde anotó dos. En Liga, en cambio, sus números lo erigieron como uno de los grandes goleadores de la historia de la competición, con 273 goles en 366 encuentros y una media de 0,77 por partido. De hecho, en el Madrid promedió 0,87 goles por partido, una marca que solo la llegada de Cristiano Ronaldo ha podido batir.
Como dato anecdótico, además de las camisteas del Celta, Real Madrid, Deportivo y Granda, también se enfundó la del Atlético de Madrid para un partido de la Copa Latina en 1950. La cercanía del Mundial de Brasil no permitió que algunos clubes participantes en esta competición, organizada por las federaciones nacionales de España, Italia, Francia y Portugal, contasen con jugadores, por lo que se reclutaron de otros equipos.
Falleció con 89 años
Su vida posterior fue como armador de barcos pesqueros junto a su suegro en Pasajes, cerca de San Sebastián y, después, en Madrid. En 2010, acudió a Vigo a un homenaje en el que se puso su nombre al campo de Navia y en el que se disputó un partido entre veteranos del Celta y del Deportivo. Falleció dos años después, en 2012, con 89 años.
Sus hijos no heredaron sus cualidades futbolísticas, pero se da la casualidad de que hicieron carrera musical. Ignacio Fernández Goberna formó parte del dúo La Dama se Esconde y su hija, Patricia Fernández Goberna, fue cantante del grupo Trigo Limpio, con el que representó a España en el Festival de Eurovisión en 1980, donde logró la posición 12 de 19 participantes. Posteriormente, con el nombre de Patt Goberna hizo carrera en solitario y falleció en 2016 víctima de un cáncer.
Pahíño queda para los anales de la historia como uno de los mejores delanteros centro de España, también como uno de los mejores jugadores gallegos de la historia y como el único en lograr un Pichichi con el Celta. También como una persona de ideales que no dudó en mantener a pesar de que esa fama de "rojo" determinase su escasa participación con la selección.
Son 100 años del Celta y es el mejor momento para recordar otros 100 años, los del nacimiento de uno de los mejores delanteros que ha dado Vigo al fútbol y al que solo Iago Aspas ha podido hacer frente.