Jugar en "La Catedral" no es una cuestión menor. Tanto como impone el once del Athletic Club de Bilbao, lo hace una afición que empuja desde el primer al último aliento de los suyos. El Celta llegaba con el mismo estandarte: El "todos a una". Y un lema, "Contra vento e marea", para dar fe de la resiliencia de un equipo que anoche, a pesar del trágico desenlace, volvió a ser el de siempre: En palabras de Aspas, el que no da balón por perdido.
El gol del de Moaña en el minuto 24 de la primera mitad para adelantar a los suyos devolvió a Iago sus títulos nobiliarios. El "Príncipe das Bateas" parecía tener una cuenta pendiente en San Mamés, con el celtismo y con él mismo, tras más de siete meses sin anotar un tanto. Lo hizo y se resarció: El Celta volvió a ser el mismo, con una primera media hora de dominio absoluto. Y el genio de Moaña también. Aspas fue crucial en el encuentro de este viernes, no solo por el tanto anotado, sino por su capacidad para arrastrar a los suyos, mover el balón en medio del campo y agasajar a sus compañeros con pases decisivos.
Sin embargo, un león nunca deja de rugir, y, en su casa, mucho menos. Nico Williams fue uno de los mejores del conjunto vasco y lideró un pulso que concluyó en el minuto 36 con el tanto de Sancet. Pero los de Vigo no agacharon la oreja y Jonathan Bamba, que minutos antes había calentado con algún tiro infructuoso a la portería, anotó el 1-2 en el minuto 40. Poco duró la ofensiva de los de Vigo, pues, casi sobre la bocina que indicaría el descanso en Bilbao -y a punto de concluirse los, quizá excesivos seis minutos de prolongación- Guruzeta subía la apuesta anotando el 2-2.
Tras la pausa, el Athletic se iniciaba el ataque y mostraba su ansia por contentar a su afición y por liderar las anotaciones en un partido rápido, brillante, y de subidas y bajadas. Guruzeta, nuevamente, daba con la tecla, logrando adelantar a los suyos con el 3-2 en el minuto 51 y dejando al Celta rodeado de sus fantasmas. Pero, como un auténtico Ghostbuster, Strand Larsen -uno de los jugadores que más se ha ganado el favor y el cariño del celtismo esta temporada- daba la batalla: Lo hacía con un gol anulado por fuera de juego que, a pesar de esto último, funcionaba como aviso del que sería el tanto del 3-3.
El el minuto de la marmota
Superados los fantasmas, la presión, el viento y la marea; y tras respirar, por fin, ante un arbitraje justo; llegaban los minutos del demonio: El tramo del 80 al 90 de partido. El celtismo se tuvo que lamentar del penalti fallado por Aspas, que sí transformó Berenguer en el 97 y tras un error involuntario de Mingueza cuando parecía que se podría guardar en la mochila un punto para llevarlo a Vigo. El resultado, un 4-3 que no agazapa a una afición que vive de su sentimiento, pero que, sin duda, este viernes no ocultaba su tristeza.
Toca seguir remando para salir del pozo. La buena noticia es que hay equipo, la mala, que tiene muchos errores para corregir. Aspas hacía el análisis más certero tras el encuentro en Movistar Fútbol. El capitán celeste hablaba sobre la necesidad de mostrar "más contundencia" y lamentaba el hecho de estar defendiendo "un poco más bajos que de costumbre", pues "falta un poco de fortaleza física en el centro". También "hacernos más fuertes con el resultado a favor".
Queda trabajo y queda liga por delante, aunque la afición celeste necesita más domingos "con sorte" y menos "desa morte".