Tras la rueda de prensa de presentación de Claudio Giráldez, a partir de ahora se podrían esperar, especialmente, tres cosas. La valentía, que fue lo más repetido por el técnico porriñés; la posesión, el tratar de atacar a través del balón como forma de entender el juego; y la cantera, algo con lo que llegaba la adherido al primer equipo tras su brillante paso por la cantera celeste.
Estos tres pilares fueron los que sostuvieron al Celta en el Sánchez Pizjuán, donde logró una victoria que, además de los 3 puntos tan necesarios, otorga al entrenador recién estrenado en la máxima categoría las credenciales de hecho que se había ganado en las categorías inferiores y que se le preveían de manera potencial.
En Sevilla, usó de inicio el esquema con el que el Fortuna lleva dos temporadas deleitando en Primera RFEF, con tres centrales, dos carrileros ofensivos, dos mediocentros y tres jugadores liberados en ataque. En el once, cuatro canteranos entre los que destacaron "los Hugos", Sotelo y Álvarez, especialmente en segundo, que se llevó el premio como mejor jugador del partido y que brilló de carrilero por la izquierda.
El ourensano salió del campo en el minuto 71 y el testigo lo recogió Damián Rodríguez, que ayer cumplía 21 años en su debut en Primero. El medio centro sumó minutos y demostró el mismo aplomo que en el filial, dando consistencia al mediocampo y mostrando personalidad.
A la presencia de gente de la casa se sumó la valentía en la que insistía Giráldez, dando el equipo un paso adelante físico, mental y posicional, con presión alta y arriesgando la espalda de los centrales. Fue Unai el más señalado en esta propuesta, con errores graves que supusieron el gol en contra y varios sustos que Guaita evitó que fueran algo más.
A pesar del gol de En-Nesyri, el equipo no alteró ni un ápice su planteamiento, que fue el de tener el balón, aglutinar minutos con el esférico entre sus jugadores y logrando una posesión de casi el 65% fuera de casa y en un escenario importante como el Pizjuán. Además, hasta el VAR apareció para anular un penalti inexistente que había señalado Hernández Maeso.
La maquinaria parecía funcionar sin mirar los nombres; Manquillo se lesionó y en su lugar entró Carles Pérez, inédito en los últimos partidos de Benítez como entrenador céltico. El catalán fue el encargado de lograr el empate con un disparo desde el pico derecho del área rival contra el que Nyland nada pudo hacer. El de la victoria fue obra de Larsen, que se desfondó a lo largo de los 90 minutos, con un remate de tacón a centro de Bamba.
Otra gran noticia fue que apenas se sufrió en los últimos minutos, con el equipo contemporizando y manteniendo la posesión para enfilar el final de un encuentro en el que el plan de Giráldez funcionó a la perfección y que permite al Celta irse al parón liguero a cinco puntos del descenso y con tiempo para preparar el siguiente partido contra el Rayo Vallecano en Balaídos.