Dicen que las comparaciones son odiosas, pero también suelen ser inevitables. Y más, en el fútbol, donde el mal recuerdo perdura, muchas veces, más que el bueno. Sobre todo cuando toca la fibra de la afición y, en el caso del Celta, coincide con el Centenario.

El 12 de marzo de 2024, el técnico madrileño fue destituido como técnico celeste. Marián Mouriño había reiterado que lo mantendría hasta que la situación fuese "insostenible". En la jornada 28, tras caer goleado contra el Real Madrid en el Santiago Bernabéu por 4-0, el Celta se anclaba a la decimoséptima posición y el Cádiz, que marcaba el descenso, le recortaba dos puntos.

Con 5 partidos ganados, 9 empatados y 14 perdidos, la palabra "insostenible" apareció, acompañada de una bronca que trascendió a los medios, donde Guaita, al que Benítez había llevado al Celta, llevó la voz crítica y cantante.

La llegada de Giráldez

Aquel mismo 12 de marzo, Claudio Giráldez ascendió del Celta Fortuna al primer equipo. Una elección muy aplaudida entre gran parte de la afición, que confiaba en que replicase lo que hacía el filial para lograr la salvación. La grada, en los últimos alientos de Benítez, ya se había manifestado contra él en varias ocasiones.

El Celta logró la permanencia en la penúltima jornada, pero no sólo eso. Lo hizo con un estilo de juego que, desde el principio, enganchó, con gente de la casa tomando el protagonismo y una apuesta valiente que le sirvió a Giráldez para confirmar su estancia en el banquillo para la nueva temporada.

Hace unos días, Benítez regresó a la actualidad del Celta con unas declaraciones a una televisión británica. Como la aparición de un espectro, defendió su trabajo y señaló al club como parte de su derrota. Lo cierto es que, en la comparación con el entrenador actual, sale perdedor en casi todos los aspectos.

Resultados

Rafa Benítez durante un entrenamiento con el Celta. RCCELTA

El fútbol es, más allá de romanticismos, ganar. Los resultados marcan las trayectorias de entrenadores, jugadores, presidentes y presidentas, por lo que los convierten en un elemento crucial para analizar una trayectoria.

Rafa Benítez ganó 5 partidos y empató 9 de 28; logró 24 de los 84 en juego y se escudó, a veces con razón, en la labor de los árbitros y las decisiones del VAR para justificar los malos resultados. Los números lo situaban como uno de los peores de los cien años que cumplía el club.

Los números y resultados de Giráldez, en cambio, lo han situado entre los mejores arranques de un técnico en el banquillo del Celta. Tras los doce primeros partidos al frente del equipo, el porriñés se convirtió en el segundo técnico que más puntos ha logrado, con 23, empatado con Fernando Vázquez y uno por debajo de Javier Irureta.

Hoy, el Celta es tercero en la clasificación tras los tres primeros partidos de Liga y en Pamplona, ante Osasuna, tiene este domingo la posibilidad de afianzarse en los puestos de arriba.

Juego

Para muchos, algo secundario; pero el rememorado "fútbol de salón" de Berizzo y aquel EuroCelta de Víctor Fernández hizo mella en la afición celeste, que exige que los resultados lleguen a través del buen juego, entendido de una manera muy concreta.

Benítez anunció una férrea defensa sobre la que se cimentaría un equipo que quería crecer desde la portería a cero, con un juego más directo y más pegada, pero lo cierto es que, salvo en algunas excepciones, como la victoria precisamente en Pamplona del año pasado, con una alineación que hizo que los aficionados se llevasen las manos a la cabeza, ni logró ser un gran equipo defensivo ni tan efectivo.

Al técnico madrileño se le reprochó en múltiples ocasiones el repliegue tras un gol a favor y la falta de colmillo cuando el rival estaba herido. 

En cambio, Giráldez ha devuelto la alegría al césped. Un equipo más "despreocupado", pero que en partidos como el del Villarreal ha demostrado que es un púgil a pecho descubierto, que busca noquear por insistencia, aunque deje al aire la retaguardia.

Dos frases pueden resumir el equipo actual. Primero, la que esbozó Berizzo, que al elegir la forma de ganar también se elige la forma de perder; segunda, la que se puede rescatar de la rueda de prensa de Giráldez tras la derrota en Villarreal: "Habremos perdido, pero hemos ganado mucho para el futuro".

Cantera

Si Benítez llegó con un discurso de hombre de cantera, formador de jugadores en su primera etapa en el Real Madrid y también encargado de mirar al filial en el Liverpool, lo cierto es que fueron varias las ocasiones en las que reiteró que, en una situación complicada como la que vivía el equipo, luchando por alejarse del descenso, los jóvenes del Fortuna no estaban preparados; es más, era casi echarlos a los leones.

Palabras que se llevó el viento con el aterrizaje de Giráldez, que convirtió a Damián y a Hugo Álvarez en dos titulares indiscutibles y que respondieron a la perfección. Les entregó las llaves del medio campo y de la banda y no hubo feroces leones esperándolos con las fauces abiertas.

Benítez rompió una racha de quince años con al menos un canterano en el once titular en Almería y promedió dos canteranos de salida en sus 28 partidos. En el primer encuentro al cargo del primer equipo, en Sevilla, Giráldez alineó a cuatro jugadores de la casa, Aspas, Carlos Domínguez, Hugo Álvarez y Hugo Sotelo, y le dio la alternativa a Damián desde el banquillo.

No fue un brindis al sol, sino una muestra de lo que se confirmaría con el paso de los partidos. En defensa, el año pasado debutó Yoel Lago y esta temporada Javi Rodríguez, prueba de que Giráldez mira al filial con otros ojos, los del que confía en que la cantera sea la base del proyecto de Marián Mouriño.

Iago Aspas

Giráldez abraza a Aspas al final del partido ante el Sevilla. RCCELTA

A pesar de los elogios que Rafa Benítez le dedicó durante su paso por el banquillo del Celta a Iago Aspas, lo cierto es que el de Moaña no vivió su mejor momento futbolístico con el técnico madrileño. 

No marcó hasta la jornada 13, en Bilbao, y aunque mantuvo sus galones en el campo, no consiguió ser tan determinante como en temporadas anteriores. Hasta la marcha de Benítez, anotó cinco tantos; con la llegada de Claudio Giráldez, marcó 4 la pasada campaña y lleva 2 en esta, además de haber recuperado su nivel. 

Lo cierto es que Aspas ha alabado en varias ocasiones el estilo de juego que propone el técnico de la casa, una disposición ofensiva y alegre en la que él se encuentra cómodo y le permite explotar todas sus cualidades a los 37 años.

Hombre de club

Jugadores del Celta celebrando un gol. RCCELTA

El año del Centenario se le confió a Rafa Benítez un proyecto a futuro, la construcción de un equipo, la mejora del club, con plenos poderes y una batuta similar a la que tienen los técnicos de la Premier y de la que él gozó y le hizo triunfar en Liverpool. 

Sea por la situación del Celta, por las injerencias o por los pocos medios, Benítez no cumplió con ese papel de hombre de club que ansiaban desde la directiva. Su proyecto se quedó a medias y su castillo de naipes fue deslavazándose con el paso de los meses. Las declaraciones recientes, señalando las incapacidades del club y los frenos que se encontró durante su estancia en Vigo reflejan que no era el papel adecuado para él, o que no era el hombre adecuado para ese rol. 

Giráldez habla por él y por el Celta. No levanta la voz en forma de queja ni por los fichajes que no llegan ni por la planificación de la temporada. Asume en un tono bajo ese perfil tan buscado en los clubes, similar al que un día patentó Vicente del Bosque en el Real Madrid y en la Selección Española. 

Ruedas de prensa

Es en las ruedas de prensa donde Giráldez explota esa imagen de serenidad y confianza. Reconoce los errores, explica las situaciones de partido y analiza pros y contras. El tono siempre es similar, con cierta monotonía, para que el mensaje no se escape. 

Como ejemplo, de nuevo la rueda de prensa posterior a perder contra el Villarreal. "Estamos construyendo un equipo ganador", palabras que suenan extrañas, por poco habituales, tras una derrota cruel en el último minuto y por un error que, él mismo reconoce, "grave".

Ante los medios, Benítez hacía gala de su currículum, de sus triunfos y despejaba de su entorno los posibles fallos que se le señalaban. Es cierto que los árbitros y el VAR coparon varias de sus comparecencias, pero cuando comenzaron las dudas de sus cualidades para guiar al Celta a la permanencia, la carta ganadora eran sus medallas. 

Relación con el vestuario

Si el principio del fin de Benítez fue una discusión que tuvo a Guaita como protagonista, y él mismo reconoció en la televisión británica que los que no jugaban se quejaban, señalando como parte de la culpa de su destitución a este tipo de actitudes, parece que Giráldez es uno más del grupo.

Quizás será que no ha olvidado cómo se vive en un vestuario y sabe relacionarse con jugadores profesionales a los que se suele acusar de grandes egos; las imágenes sobre el césped después de cada partido, los gestos, las caras y las relaciones con sus jugadores se ven naturales y cercanas. 

También para fuera, con declaraciones de los jugadores en las que se nota la satisfacción de cómo se entrena y de cómo se juega, de cómo traslada las ideas y de cómo las pone en práctica. 

Al final, el césped es el que decide y marca el futuro de los equipos, de los jugadores y, especialmente, de los entrenadores. El Celta tendrá hoy en Pamplona, ante Osasuna, a partir de las 17:00 horas, la posibilidad de seguir sorprendiendo a propios y extraños, algo de lo que tienen una gran culpa el entrenador que llegó del Fortuna, Claudio Giráldez.