"No es razonable un país que tiene abiertos sus restaurantes a la una de la madrugada". Esta frase de la Vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha desatado la polémica entorno a uno de los sectores con mayor facturación de España, cuya economía depende en gran medida del sector servicios y, especialmente, del turismo. Tras "reunirse con patronales", Díaz aseguraba que "las diferencias con el resto de Europa" hacían que el sector y el Gobierno estuviesen planteándose reducir los horarios de los restaurantes y que estos cierren más temprano.
Tras estas declaraciones, aunque la también Ministra de Trabajo se ha intentado retractar hablando de la correcta aplicación del convenio colectivo de la hostelería, el daño ya estaba hecho. Empresarios y hosteleros han salido rápidamente a defender su trabajo y a asegurar que "si se abre en esos horarios es porque es cuando hay demanda". César Ballesteros, presidente de la Federación de Hostelería de Pontevedra (Feprohos), asegura que las palabras de Díaz han caído "como un jarro de agua fría" y únicamente han despertado "enfados" entre los hosteleros.
La orden autonómica que regula el horario de apertura estipula que los restaurantes, establecimientos a los que se refería Yolanda Díaz, deben cerrar sus puertas a las 02:00 horas, pero Ballesteros recuerda que este horario "es la norma, pero en Galicia ni siquiera se llega a tal horario: es difícil encontrar en Vigo un local que tenga la cocina abierta después de la medianoche, exceptuando aquellos situados frente al Puerto o a empresas como Stellantis que cuentan con turnos de noche y trabajadores que demandan bares con licencias especiales".
Javier Brea, dueño, entre otros, del Bar Cosmos o el Carmencita en Vigo, asegura que las palabras de Díaz únicamente sirven para "hundir más" a un sector ampliamente criticado. "A los hosteleros se nos exigen unas cosas que a otros empresarios no", asegura, "la exigencia del público es muchas veces excesiva". Brea explica que, a diferencia de otros sectores, en hostelería se "da por hecho" que deben llevarse a cabo determinadas conductas que no siempre son rentables, como servir un pincho con cada consumición "o incluso invitar a alguna copa a los clientes más fieles: tú no exiges que te inviten a una barra de pan aunque lo compres en la misma panadería todos los días".
La ley de la oferta y la demanda
"Queremos acortar los horarios y ya la pandemia puso de moda el tardeo: el cliente quiere algo fácil, quiere tomarse una copa y llegar a casa temprano sin coger el coche siquiera", explica Brea hablando del caso concreto de Vigo. "Lo que tenemos que hacer es obligar a cumplir la normativa y que no haya competencia desleal; si hay que cerrar a la una se cierra a la una y no nos podemos aprovechar de que el cliente quiera quedarse".
En este último punto, de hecho, coincide con Ballesteros, que asegura que los horarios de la hostelería, "al menos en Vigo", están hechos a la medida de la demanda y que si se cumple con la norma "no existe el problema del que habla la vicepresidenta". "Si no hubiese demanda no estaríamos abiertos por la noche, no puedes pretender abrir un bar de ocho a tres y que sea rentable: por lo que hay que velar es por el cumplimiento de los contratos y del convenio", insiste.
"En España el horario de la hostelería es una adquisición cultural", coinciden ambos hosteleros. "No podemos querer ser como Europa cuando nosotros tenemos más horas de sol y temperaturas más altas, que invitan a alargar las noches en las terrazas", asegura César Ballesteros. "Lo que hay que asumir es que trabajar en hostelería no es compatible con la conciliación familiar: siempre vas a estar trabajando cuando los demás disfrutan de su fin de semana o de sus vacaciones".
Lo que necesita el sector, "al contrario de lo que piensa Díaz", es que se respete a los trabajadores, tanto por parte de los empresarios como de los clientes. "Es cierto que somos un sector muy inspeccionado y que, normalmente, se cumple el convenio y las condiciones del contrato", insiste el presidente de Feprohos; "yo no puedo hablar por los empresarios que llevan a cabo malas praxis, sino por mis asociados, que cumplen al 100%: si el sector está regulado, está inspeccionado y está cumpliendo creo que no hay nada más que hablar".
La solución, para los hosteleros vigueses, sería ese cumplimiento estricto de la normativa, pero también la comprensión del público, del que se necesita empatía y respeto. "Todo el mundo tiene que entendernos un poco y dejar de exigir", insiste Javier Brea.