Ocurrió en el año 2015, cuando Iris Villot y Elisa de Agüero decidieron emprender juntas una curiosa aventura que las ha tenido entretenidas hasta hoy. Vaidhé nacía como una particular "tienda de objetos cuquis", como dicen ya muchos vigueses, algo así como un espacio en el que aglutinar todos los artículos especiales creados por artistas gallegos, independientes y rebosantes de creatividad.
Estas dos pequeñas empresarias, que comenzaron su sueño con el objetivo de crear un establecimiento que hasta el momento no existía en la ciudad, han conseguido hacerse con un hueco en las estanterías y los corazones de los gallegos gracias a sus pequeños objetos de decoración. Tanto es así, que reconocen que, desde que abrieron sus puertas, "las tazas no han dejado de ser nuestro top ventas". Uno de sus primeros diseños, sencillo y básico en cualquier hogar, ha conseguido transportarlas a las casas más insospechadas.
Hace apenas dos meses, el actor Javier Rey era el culpable de causar un repunte en las ventas de tazas de Vaidhé, "aunque no siempre sabemos por qué vienen esos picos, tenemos un par de subidas al año", cuenta Iris. Explican que no fue una colaboración y no se hizo publicidad directa y, a pesar de todo, lograron que varios de sus seguidores comentasen en la imagen identificándolas y redirigiendo algo de tráfico a su tienda online.
Riquiña, Riquiño y Quérote
Iris Villot asegura que el diseño original ha ido cambiando con los años, evolucionando principalmente a raíz de lo que los consumidores piden. "Comenzamos con una taza de peltre, el latón de toda la vida de las casas de la aldea, que estaban pintadas a mano", explica. "El problema era que eran prácticamente decorativas porque no podían meterse en el microondas y había que lavarlas con mucho cuidado".
Así, poco a poco, fueron evolucionando hacia "una serigrafía en cerámica". El peltre, cuenta, "para nosotras fue lo más difícil de cambiar, porque sentíamos que la taza perdía algo de su esencia", pero también entendían que debían satisfacer las peticiones de sus consumidores, que querían poder utilizar las tazas como un elemento más del menaje. Fue en 2019, aproximadamente, cuando adoptaron la taza actual.
"Nuestros diseños más vendidos, independientemente de la época o de las ediciones especiales, siempre son las de Riquiña, Riquiño y Quérote", confiesa Iris. "A cona, para los más atrevidos, también funciona muy bien, pero es verdad que vemos que para regalo o como decoración se venden muchísimo esas tres palabras: ¡hay muchos riquiños en Galicia!".
A pesar de que existan esos tres "básicos", Iris y Elisa, ambas diseñadoras gráficas, tratan de hacer ediciones especiales cada temporada, coincidiendo normalmente con la Navidad. "Solemos sacar una edición limitada en fiestas, normalmente con ideas que nos envían nuestros seguidores en redes", explican.
Habitualmente, de hecho, hacen encuestas para decidir qué frase escribir, de lo que salió la última vez el famoso "¡10 millóns de luces LED!", en las navidades de 2019; o el "Sentidiño" de la Navidad 2020. Este invierno no han editado todavía su taza especial, porque tienen "una idea muy chula para verano", de la que todavía no quieren desvelar nada.
Por el momento, su catálogo incluye 16 palabras "clásicas" del gallego, entre las que se pueden encontrar también términos tan conocidos como Rabudo, Ruliña o Malo Será. "Hay gente que las usa de lapicero o de maceta, algunos incluso las coleccionan", cuenta Iris. "Estas navidades vino una familia a comprar las de Quérote avoa y Quérote avó porque eran las únicas que les faltaban para tener todos nuestros diseños".
Al final de cada ejercicio, confiesan, "pensamos que el siguiente año vamos a dejar de venderlas y cada vez nos sorprende más que sigan teniendo el mismo éxito". Reconocen que "es un regalo fácil para cualquier edad" y por eso suponen que puede seguir teniendo el mismo tirón que hace siete años. "También sabemos de buena mano que otras tiendas han copiado nuestro diseño, con otras tipografías o materiales", dicen.
Por el momento, siguen conservando la esencia original de aquella taza que conquistó a los vigueses morriñentos en 2015 y que, varias temporadas después, sigue dando la vuelta al mundo como un bonito detalle cargado de emoción.