Desde el corazón de la ciudad Olívica, la emprendedora Iris Durán ha logrado capturar la esencia más pura de los bosques gallegos en un proyecto muy personal con el que elabora joyas únicas que conectan la sencillez, la armonía y la belleza inherente de la Galicia verde. Con más de una década de experiencia como fotógrafa para una ONG y un amor arraigado por la naturaleza desde su infancia ―en su hogar ser parte del Club Montañeros Celtas es casi una tradición―, su aventura profesional en el mundo de la joyería botánica comenzó hace ahora cuatro años. Un curso de joyas con resina provocó en ella un viaje creativo que la llevó a experimentar de una forma mucho más orgánica con sus propios diseños a base de plantas. "Yo tenía guardadas muchas flores secas de viajes y rutas que había hecho con mis padres y demás (...) Empecé entonces a mezclarlo todo, a unir ambas cosas, y así fue como surgió este proyecto", rememora Iris sobre el origen de Son Alma.
El emprendimiento nunca es una tarea fácil y más aún si se acompaña de adjetivos como "artesanal" y "sostenible", dos palabras que dentro del universo de la joyería botánica significan un grado añadido de dificultad en cada paso del proceso. Y es que el camino elegido por Iris Durán no ha sido precisamente un camino de rosas, sino más bien la travesía de alguien que ha abrazado con pasión la complejidad de su arte para inmortalizar distintos fragmentos de la tierra gallega. "Los artesanos realmente somos artistas que nos llena lo que hacemos, sino realmente no te compensaría (...) Yo estoy registrada, dada de alta y todo lo demás, pero tengo otros trabajos de 40 horas, igual que cualquier otra persona, para poder dedicarme a esto. Es un sacrificio porque son horas de tu vida social que no tienes", explica la creadora de Son Alma. De hecho, y aunque al inicio del proyecto realizaba pequeñas recolectas para su producción, con el tiempo esta artesana gallega decidió apostar por el cultivo de sus plantas para conseguir su propia materia prima y no dañar en exceso la flora autóctona.
Las joyas que guardan el alma de Galicia
Galicia, en su sentido más amplio, conforma una de las principales señas de identidad detrás del proyecto de Son Alma, pues cada una de las piezas de las piezas únicas de este proyecto mantienen un vínculo muy especial con el territorio. Los paisajes verdes, la naturaleza y hasta las tradiciones más arraigadas de la región se convierten en musa y fuente de inspiración para los diseños bajo la firma inequívoca de Iris Durán. "Me gusta mucho la botánica, las culturas y los rituales tradicionales relacionados con Galicia. Tengo precisamente una colección de las flores de San Juan y hay muchas piezas de sabugueiro, que para mí es una flor que lleva una connotación muy especial", explica el alma mater de Son Alma. "A la hora de crear también evoco mucho los recuerdos. Aquí por ejemplo, en Galicia, cuando pensamos en la casa de las abuelas o en la aldea siempre hay algún elemento que nos transporta. Yo en mi caso es cerrar los ojos y ver hortensias". Esta forma de crear desde un recuerdo o sentimiento permite a Iris Durán dar forma a una joyas que inmortalizan todo tipo de momentos especiales. De hecho, entre los encargos personalizados de esta artesana viguesa se encuentran algunas piezas elaboradas con leche materna e incluso cenizas de algún familiar.
En Son Alma las joyas funcionan como auténticas cápsulas del tiempo que guardan en su interior fragmentos donde la naturaleza gallega es la gran protagonista. La joyería botánica de Iris Durán presenta una estética minimalista, contemporánea y sofisticada, donde el color destaca en su justa medida para dar forma a todo tipo de colecciones de autor que reflejan en cada pendiente, anillo o pulsera la belleza única de la flora autóctona. En las entrañas de su taller en O Calvario, la fundadora de Son Alma ha creado su jardín y bosque particular con distintas variedades de plantas y flores que sirven como base para sus creaciones. "Cada pieza tarda una media de dos meses o dos meses y medio en estar lista", recone Durán. "Si hablamos de una colección exclusiva y pequeñita para alguna tienda, como Ruda en Ferrol, ese proceso puede durar unos seis meses", explica sobre unos largos procesos artesanales que incluyen la recolecta, el prensado, cuatro capas de resina y el posterior pulido y lijado antes de poder salir al mercado.
Al tratarse de un tipo de joyería muy única y personalizada, una de las principales vías que ha encontrado Son Alma llegar a su público objetivo (más allá de las redes sociales o las pequeñas tiendas) son las ferias y eventos de artesanía: "Para mí ―asegura Iris― es la forma más bonita de dar a conocer este proyecto de vida". Y es que la intención de esta artesana gallega más a largo plazo es poder trasladar su negocio artesanal a una casa de campo en la que poder recolectar a diario sus propias plantas y realizar en ella talleres de botánica. En esa carrera de fondo para cumplir dicho sueño, la fundadora de Son Alma lo tiene claro: "Realmente le he dado muchas vueltas y quiero que el proyecto siga este camino. Quiero ir a mercados y seguir poco a poco haciendo encargos personalizados pero sin perder nunca la esencia, haciendo las cosas siempre desde el corazón".