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Vivir y trabajar en un lugar compartido: el ‘coliving’ llega al rural de Pontevedra

Anceu Coliving está en Ponte Caldelas y dispone de varios espacios de trabajo, habitaciones individuales y una gran cocina común para satisfacer todas las necesidades de los "nómadas digitales"

29 septiembre, 2021 06:00

Agustín Jamardo es programador informático y trabaja para una empresa extranjera desde hace años. En el año 2013, después de mucho tiempo viviendo fuera de España, logró comenzar a trabajar en remoto y decidió aprovechar su nueva situación para conocer mundo por las tardes, tras haber terminado su horario laboral. Así vivió en Bali, en Grecia o en Filipinas, aunque siempre quiso volverse a su Galicia natal.

A raíz de vivir como "nómada digital", como él mismo define aquella situación, se dio cuenta de que existía una infraestructura para las personas que estaban en esa misma situación, los llamados coliving. "Yo tenía la suerte de viajar con cuatro o cinco compañeros de trabajo en la mayoría de las ocasiones, pero mucha gente lo hacía sola y la soledad es algo muy común", dice.

Fue en Latinoamérica donde conoció los primeros espacios de coliving, "algo así como un coworking pero de convivencia: compartes espacios, ganas en servicios y compartes gastos". Agustín asegura que se dio cuenta de que toda la infraestructura estaba preparada para poder trabajar y compartir "ideas, conocimiento y maneras de vivir".

Lo más importante, dice, es que "se crea comunidad, pues convives con otra gente que está en la misma situación y el objetivo es eliminar esa sensación de soledad, por eso en los coliving se hace mucha vida en común".

El rural conectado

Anceu es una parroquia del municipio de Ponte Caldelas, en Pontevedra, que cumplía los requisitos que Agustín buscaba a la hora de implantar su negocio. "En 2019 decidí que era hora de volver a Galicia con un proyecto entre manos, había conocido muchos colivings y quería instalar uno en las Rías Baixas porque yo soy de Caldas de Reis".

Después de visitar varios espacios como el que tenía en mente, buscó una aldea en la que hubiese una buena infraestructura que reuniese las condiciones idóneas: "necesitábamos baño en cada habitación, una cocina grande y, por supuesto, una buena conexión a internet".

"Creí que sería más fácil encontrarlo porque ahora hay muchos pueblos de la España vaciada que buscan inquilinos, pero no tengo los conocimientos necesarios para reconstruir una aldea desde cero". Fijándose en el modelo instalado en Senderiz (Ourense), que fue el primer coliving rural de Europa, se instaló en un edificio que reunía las características y contaba con una conexión a internet funcional.

El 12 de marzo de 2020, con el confinamiento cerniéndose sobre los españoles, Agustín se muda a Anceu con la intención de trabajar allí mientras preparaban el espacio para su habitabilidad. Su hermano, su novia y un compañero de trabajo fueron su compañía durante el cierre total del país, en el que se dedicaron a sus empleos durante las mañanas y a "pintar, barnizar y arreglar todo" por las tardes.

Nómadas digitales

Un concurso en redes sociales abre oficialmente Anceu Coliving al público, "sorteando" una estancia inaugural en este espacio. "Vinieron más de cuarenta personas durante el mes de julio, divididas en dos grupos, que vivieron gratis quince días para ayudarnos a mejorar todo lo necesario para que Anceu funcionase y fuese cómodo para todos". Gracias a esta simbiosis, Agustín reconoce que el espacio sufrió muchas mejoras y pudo satisfacer las necesidades de los inquilinos que comenzaron a llegar en agosto de 2020.

Desde aquel momento decenas de trabajadores han pasado por Anceu, en períodos más o menos largos y en muchas ocasiones incluso repitiendo viaje. "Tenemos a una chica de Pontevedra que lleva ya quince meses con nosotros, y varias personas han repetido desde el verano pasado en otras temporadas", dice Agustín. No obstante, reconoce que las solicitudes de alojamiento aumentan en verano, como es lógico.

"El precio de la estancia es diario y hay estancias mínimas, pero se incentivan las estancias largas porque es más sencillo crear comunidad a partir de la tercera o cuarta semana de convivencia". Precisamente por esto han decidido cerrar desde el 1 de noviembre de este año hasta el 1 de marzo de 2022, "porque hay menos afluencia de gente y los gastos fijos suben porque hay calefacción y otros servicios que en verano no son necesarios".

En ese periodo de cierre, además, quieren "repensar" algunos aspectos a mejorar, como la necesidad de alargar las estancias mínimas, que actualmente se sitúan en los quince días. "Querríamos, para 2022, que fuese un mes el tiempo mínimo en Anceu, y seguir aumentándolo conforme pase el tiempo". Así, además, asegura que los colivers "se empoderan y hacen suya la casa", tanto a nivel personal como de cuidados o iniciativas para mejorar las instalaciones.

También quieren mejorar la gestión de la bienvenida, además de la integración de los nuevos inquilinos. "Hay un periodo de integración largo en el que explicamos cómo funciona la casa y cómo se distribuyen las tareas, pero queremos reducir ese tiempo y mejorar la gestión de las llegadas".

Por el momento, Agustín confiesa que van tomando decisiones "sobre la marcha", porque no conocen bien el mercado todavía y la situación epidemiológica tampoco permite hacer planes a largo plazo. Lo que sí saben es que Anceu Coliving se ha consolidado como un espacio de encuentro de trabajadores nómadas y un lugar en el que compartir experiencias, mientras se combate la soledad a la que el teletrabajo y el 2021 nos tienen acostumbrados.