Eduardo García lleva cuarenta años al frente de Vertisol, fabricante de soluciones textiles para la arquitectura, tras comenzar su actividad en Granollers (Barcelona) en 1982. Aunque él es de Portas, junto a sus hermanos decidió emprender en Cataluña y crear un conglomerado empresarial que hoy se ha dividido por especialidades para ser líderes en varios sectores. En el año 2004, con la intención de "volver a casa", se instalan en Moraña (Pontevedra) y compatibilizan su actividad en Cataluña con una nueva etapa en Galicia.

Desde entonces, García y su empresa familiar han podido conocer la idiosincrasia gallega, la vida rural y las inmensas posibilidades que tiene la comunidad de aspirar a altas cuotas de industrialización. Con la ventaja que supone conocer dos territorios españoles empresarialmente opuestos, ha desarrollado un discurso que combina el Atlántico y el Mediterráneo y lucha por atraer talento y voluntad emprendedora al que considera su hogar: el rural de Galicia.

El espacio para instalarse lo encontraron en Moraña, en una zona de monte en la que se ha creado un pequeño parque industrial. "Estamos en una zona muy rural y fue un cambio enorme venir desde Cataluña, porque en el rural hay gente muy preparada pero pocos emprendedores", dice García. "En ciudades grandes es más fácil encontrar proyectos, al amparo de empresas como Inditex en A Coruña o Stellantis en Vigo". Para el CEO de Vertisol es evidente que "la industria atrae industria", algo por lo que tanto él como sus hermanos luchan desde hace cuarenta años.

El arraigo del rural

Los recursos humanos son el otro gran escollo con el que se han encontrado a la hora de establecerse en Galicia porque "se prioriza la certeza, el ser funcionario, y se huye de la industria porque es un sector incierto". Eduardo García asegura que ellos luchan contra esa incertidumbre "aplicando políticas de formación continua y apoyamos permanentemente al personal desde los cuadros de dirección: no sé cuánta gente está orgullosa de trabajar aquí pero me gustaría que lo estuvieran".

La temporalidad, para Vertisol, "no tiene sentido porque impide darle continuidad a la formación". Aunque, como es lógico, en casi veinte años en Moraña ha habido movimiento de personal, presumen de tener "cero contratos temporales" y de priorizar mantener a la gente en la empresa el mayor tiempo posible. "Este es nuestro modelo de gestión, valoramos la meritocracia y pagamos la polivalencia: no nos vamos a deshacer de la gente buena".

El año 2020 y la llegada de la pandemia supuso, como para todas las empresas, un reto a nivel de recursos humanos, porque hubo que plantear un ERTE. "Pactamos con el compromiso de no despedir a nadie hasta tres meses después de que venciese el expediente y, por suerte, no hemos tenido que recurrir mucho a su aplicación siquiera", dice García.

El CEO, echando la vista atrás, habla de un "gran año 2021" en el que ha conseguido mantener su actividad y, consecuentemente, a toda su plantilla. "Quizás tengamos que plantearnos una reorganización por falta de pedidos en algún punto, pero por ahora no ha hecho falta y estamos aguantando".

"No quiero ser catastrofista, pero esta va a ser fuerte"

Tras la recuperación que vivieron en 2021, Eduardo García reconoce que el año 2022 ha empezado muy mal. "Hay circunstancias ajenas a nosotros que no nos están poniendo las cosas fáciles", dice, pues a la crisis de suministros ahora se suma la subida de precios de luz y gas y, más recientemente, la huelga de transportes. "Comprendo perfectamente las protestas de los transportistas, que ven que están incluso perdiendo dinero al trabajar", asegura, pero eso no significa que ellos no hayan notado esta crisis también.

"Lo inmensamente dramático para nosotros es el coste de la energía y el gas", confiesa García. "Para que te hagas una idea, nuestra factura energética hasta octubre del año pasado no pasaba de los 25.000 euros mensuales: ahora estamos por encima de los 100.000 euros". La cuestión, reconoce, "no está en ganar o no ganar porque ahora mismo estamos perdiendo, pues ese precio no se lo puedes repercutir al cliente".

"La crisis de suministros nos está incrementando los precios en cifras estratosféricas", dice, por lo que han ido "poco a poco" aplicando subidas del 5 o 6% a sus clientes, "pero yo no puedo subirles el 100% que nosotros hemos visto en los embalajes o el 80% de más que estamos pagando por la resina de PVC". Con la intención de ser "prudentes y cautos", tratan de hacer ajustes que puedan paliar parcialmente el impacto de esos incrementos, "pero es obvio que el 2022 para nosotros va a ser muchísimo peor".

"Este año es incierto y totalmente impredecible, además de que los augurios no son buenos"

Otro problema añadido es que los proveedores no están comprometiéndose en plazos ni precios, "algo que nos obliga a monitorizar casi en tiempo real nuestros costes y no poder hacer una previsión real". "Vamos a sufrir y estamos sufriendo todos, nosotros somos muy metódicos comprando y los proveedores nos tratan todo lo bien que nos pueden tratar, pero llegará un día que no nos podrán suministrar aunque quieran", explica.

El año 2022, para cualquier empresa "es incierto y totalmente impredecible, además de que los augurios no son buenos", dice García, que lamenta que en este caso nos encontramos ante una crisis transversal. "Tuvimos la suerte de pasar por encima de las anteriores crisis porque estábamos despegando o porque no cometimos el error de invertir en el mercado inmobiliario por no desviarnos de nuestra actividad, pero ahora es la primera vez que hay una serie de factores que complican mucho nuestra actividad y solo nos queda esperar a que haya cambios".

Crecimiento con cautela

Por toda esta incertidumbre, están aprovechando el repunte de los mercados locales, "ahora que cae la presión de los productos asiáticos", para posicionarse "como fabricantes de proximidad para la Península Ibérica y la Unión Europea". La ventaja competitiva que ofrece este discurso de cercanía, que viene acompañado de transportes y fabricaciones más sostenibles, está funcionándoles muy bien y haciéndoles ganar relevancia local.

"Nosotros ahora queremos crecer pero crecer bien, a mí no me obsesiona el tamaño porque llevo cuarenta años trabajando y ya he hecho muchas cosas", dice Eduardo García. "Todo lo que ganamos lo reinvertimos en la empresa, en investigación o en diseño, así que con no perder en el 2022 y hacer los mismos números que el año pasado me conformo".

Por ello, sin la presión de unos accionistas ni la necesidad de "ganar dinero a toda costa", Vertisol está abriéndose a otros mercados con mucha cautela y tratando de llegar a los particulares a través de showrooms en Madrid y Barcelona. "En la pandemia y la postpandemia vendimos mucho a pequeños clientes porque hubo un furor de decoración y reformas, ahora queremos mantenernos y seguir apostando por este mercado". Luchan, cuarenta años después de vivir como líderes sin grandes aspavientos, por hacerse visibles "poco a poco y con paciencia".