Hace ya años, paseando por Roma, estuve buscando el lugar en donde apareció el coche con el cadáver de Aldo Moro. Por entonces se hablaba bastante en la prensa de la aparición de dos libros: Imperio (2000) y Multitud (2004). Toni Negri había sido acusado y encarcelado por su pertenencia a las Brigadas Rojas que raptaron y asesinaron a Moro: nunca pudo ser probado y acabó en la cárcel e incluso huyó a Francia y allí fue profesor universitario. Brillantísimo intelectual que hace un nuevo análisis marxista del Capitalismo. Un día dijo Michel Foucault sobre Negri: ¿Acaso no está en la cárcel simplemente por ser un intelectual? Interesante pregunta que merecería una extensa reflexión. Yo, ahora aquí – por limitación personal y falta de espacio – sólo me atrevo a recordar que en Multitud, Negri y Michael Hardt hacen ese nuevo manifiesto comunista del siglo XXI en el que aseveran que el Estado- Nación ha perdido su poder y hoy sería más correcto hablar de Imperio. Aunque Negri, dudo a veces que hoy mantuviera esa opinión, se manifestaba a favor de la Constitución europea para incrementar el peso de Europa. Michael Hardt, he leído en alguna parte, defendía que habría que extender el concepto de amor más allá de los límites de la pareja.
Pero yo hoy me acordé de Negri, en relación con el tema más específico de la violencia. Y pensaba que, no siendo partidario de la pena de muerte me alegré del asesinato de Carrero Blanco porque significaba un principio de no perdurabilidad de la dictadura franquista. Lo mismo me hubiera sucedido con el asesinato de Franco, Pinochet etc. ¿Es la violencia cuestión de cantidad? ¿es igual de asesino el que mata a uno que a muchos?, ¿el que matando a uno evita la muerte de muchos? ¿no se ha matado mucho en aras de la civilización? Decía Walter Benjamin que no había testimonio de civilización que no fuera también de barbarie. ¿Hasta dónde debemos practicar las verdades? Se preguntaba Silvio Rodríguez en una antológica canción. Naturalmente que el progresismo debe ir acompañado de rechazo a la violencia, rechazamos ser “lobos para el hombre”, pero hay hombres más peligrosos que los lobos, atacan sin hambre y sin verse en peligro. ¿No serán víctimas de la violencia los que lo son de diferencias económicas abismales?, ¿qué violencia no han ejercido los gestores de nuestras crisis obligando a otros muchos a vivir en un auténtico estercolero? Cristo empleó la violencia para echar a escribas y fariseos del templo: véase si no la “Expulsión de los mercaderes del templo” en el magnífico cuadro de El Greco, otro cuadro – el Cristo de Mantegna – nos remite al Che Guevara de La Higuera. “Va usted a matar a un hombre” dice Guevara a su asesino. No víctima de la violencia que él generó sino de la que trató de evitar. Es verdad que a veces también con violencia.
Decía Sartre que la violencia sistémica produce el germen de su contradicción: “ No hay acto de ternura que pueda borrar las marcas de la violencia, sólo la violencia misma puede destruirla”.