Y una vez más… Menos mal que nos queda Portugal
El empresario gallego Pedro Mouriño reflexiona sobre las importantes ventajas competitivas que ofrece el territorio luso tanto en el ámbito de las inversiones como desde un punto de vista turístico, formativo, etc.
En el transcurso de mis actividades empresariales, a lo largo de muchos años, nuestra compañía, Iberatlantic, ha adquirido un profundo conocimiento y presencia en el sector empresarial e industrial portugués. Como muestra de ello, Iberatlantic se encuentra actualmente en pleno desarrollo de un centro logístico last mile en Sintra, a escasos kilómetros del centro de Lisboa. Un proyecto de inversión de 17 millones de euros, con más de 19.000 metros cuadrados de superficie bruta alquilable.
Mis conclusiones como empresario al respecto del país luso son claras, y no solo lo digo yo: Portugal es uno de los destinos de inversión extranjera directa más codiciados del mundo. La administración portuguesa, al contrario que la gallega y la española, tiene un fuerte carácter pro business. Nuestros vecinos disfrutan de una serie de incentivos fiscales que lo convierten en uno de los sistemas tributarios más interesantes de la Unión Europea, sin cruzar los límites del territorio de especial tributación o paraíso fiscal. Incentivos tales como el régimen tributario para residentes no habituales y de apoyo a la inversión, deducciones por utilidades retenidas y reinvertidas y créditos fiscales.
Además, su simplificación burocrática y arquitectura institucional —municipios y Gobierno nacional— agilizan y simplifican la gestión empresarial, frente al mareante número de entidades burocráticas españolas —municipios, mancomunidades, diputaciones, comunidades autónomas y Gobierno nacional— susceptibles de intervenir en la operativa empresarial ordinaria.
Según el Banco Santander, los principales focos de inversión extranjera en Portugal son las actividades financieras y de seguros (23%), seguidas de las actividades profesionales, científicas y técnicas (23%) y el comercio mayorista (6%). El informe del Banco Mundial Doing Business 2019 también destaca de Portugal tanto su fuerte potencial logístico y de transporte como sus infraestructuras portuarias, lideradas por la espectacular terminal de Sines, a 50 kilómetros al sur de Lisboa. De igual modo, las infraestructuras aeroportuarias son altamente competitivas. Los tres aeropuertos internacionales en territorio peninsular portugués, movieron 56,5 millones de pasajeros en 2019 frente a los 5,26 millones de los tres aeropuertos gallegos. Solo el Sá Carneiro de Porto tiene el doble de tráfico anual que Peinador, Lavacolla y Alvedro juntos.
También la banca internacional ve con muy buenos ojos las joint ventures con empresas portuguesas. El empresario portugués tiene experiencia en mercados globales y está muy familiarizado con fondos y banca de inversión internacional, algo que el empresario medio español aún no alcanza a entender lejos de su banca comercial de toda la vida.
La pesca, las energías renovables, el transporte y la logística, el turismo y muy especialmente las llamadas nuevas tecnologías son los ámbitos privilegiados de Portugal. Recordemos que Lisboa le ganó la partida a Madrid cuando en 2019 Google anunció la apertura en la capital portuguesa de un centro tecnológico de última generación, con más de mil trabajadores.
También los recursos humanos cualificados portugueses son de primer nivel y tienen un coste salarial más competitivo que el nuestro, a lo que se suma, además, que nos dominan por goleada en el conocimiento de idiomas y experiencia profesional internacional. Un estudio referente al nivel de dominio del inglés de la escuela de idiomas EF sitúa a Portugal en el puesto 19º de los 88 países analizados, mientras que España ocupa el 32º. Raro es también el empresario o profesional portugués que no hable con cierta fluidez el español y el francés.
No podemos dejar de mencionar que Portugal es además un lugar estupendo para vivir, que seduce al trabajador expatriado. La web de referencia de expatriados, InterNations, lo sitúa directamente como el mejor país del mundo para expatriarse. Una vez más, menos mal que nos queda Portugal; y en esta ocasión para invertir, para emprender y también, por qué no, para vivir.